lunes, 21 de octubre de 2024

La procesión josefina, una tradición barroca por excelencia


 

Fernando G. Castolo*


La procesión es una expresión netamente barroca, donde hay una interesante profusión de adornos, la gran pompa, que permite que los feligreses experimenten una cierta catársis en la que explayan su sentido de religiosidad, un vivir la celebración hacia el exterior del templo que nos fue heredada desde los tiempos mismos del sincretismo cultural entre peninsulares y mesoamericanos.


El fenómeno devocional que se evidencia la tarde del 23 de octubre en la antigua Zapotlán el Grande, donde se verifica la gran procesión con las Sagradas Imágenes de José, Jesús y María, es una tradición que se incrustó en el imaginario local a partir de 1844 en que fray José María de Jesús Álvarez, de la orden franciscana del Convento de Guadalupe Zacatecas, entonces radicado en la Zapotlán con motivo de estar al frente de las reparaciones del templo parroquial caído en el temblor de 1806, insta al entonces mayordomo el cacique don José María Manzano Gutiérrez, para que incluya en la "formal marcha", a la que se juró participarían los principales vecinos desde 1749, una serie de alegorías bíblicas, diseñadas a partir de pinturas renacentistas, que se trasladarían en andas, es decir, cargadas en hombros por una serie de indígenas previamente contratados.




Las Andas eran en número de quince, una por cada Misterio del Rosario, arregladas con la suntuosidad de lo barroco virreinal. Fray José María de Jesús Álvarez entusiasmó la idea de alegorías porque él había admirado las mismas en las celebraciones de la Navidad en la ciudad de Querétaro, tomando de ahí la idea de este tipo de manifestación de religiosidad popular. Al paso de los años, párrocos como Atenógenes Silva o Silviano Carrillo aderezan con más elementos la procesión, donde incluyen caballerangos, danzas, y música de viento, todo lo cual vino a darle esa presencia esplendorosa que pervive hasta nuestros días y que fascina a propios y extraños.





Zapotlán se hizo famosa gracias a esta procesión que convoca a una gran multitud de personas que arriban atraídos por este espectáculo único en su género, y es tal su importancia que, inclusive, ha logrado eclipsar a la Misa de Función que se lleva a cabo al mediodía del 22 de octubre en que se recuerda el temblor sucedido en esa fecha, motivo que llevó a la redacción de un documento de jura para solemnizar anualmente a Señor San José, patrono contra estos y otros fenómenos de índole natural. Así de grande se nos revela el gran día de la procesión, una tradición barroca por excelencia.


*Historiador e investigador.





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