viernes, 11 de octubre de 2024

El Ánima de Sayula, de la grosería al ícono


Milton Iván Peralta*



MI CONTACTO CON EL ÁNIMA


Era un niño cuando, por primera vez, escuché a mi padre recitar algunos de los fragmentos de El Ánima de Sayula; lo que más resonó fueron las risas burlonas de los presentes, pero, sobre todo, escuchar decir alguna grosería a mi papá.


    Años después, en mi juventud, esculcando el librero, encontré un ejemplar maltrecho, lo leí y me pareció gracioso. Mi padre me comentó que era un poema, aunque en un principio no le encontré esa forma, pues mis lecturas se limitaban a Neruda, Sabines y poco más, me pareció simplemente simpático y extraño que en casa hubiera algo así, considerando que evitaban las malas palabras y hablar con doble sentido.


    Muchos años después, ya adulto, llegaron a mis manos dos ediciones: la primera en el 2003 por la editorial Arlequín, edición de Felipe Ponce y epílogo de Clara Cisneros Michel. Después, encontré una edición hermosa de este poema del 2006, por parte de la Secretaría de Cultura de Jalisco, con prólogo de Dante Medina, ilustraciones de Juan Carlos Macías. Su lectura me gustó y la disfrute un poco más que de adolescente, ahí comenzó la curiosidad sobre esta obra, sobre todo la incógnita del autor.




    En el 2010, conocí a un italiano que llegó a Zapotlán, Alberto Carniel, con el cual compartí estos versos, su reacción me hizo darme cuenta de la importancia de El Ánima de Sayula, le gustó tanto que corrió a la librería y se compró todos los ejemplares que estaban ahí, para llevárselo de souvenir a sus amigos en Italia. No lo vio como un chiste, ni como una vulgaridad, sino como un poema en su composición, un ejemplo del humor mexicano y el doble sentido.





SUS PRIMERAS APARICIONES


Escrito en versos octosílabos, a finales del siglo XIX, según refiere y confirmó Dante Medina, lo que para muchos era su autor: Teófilo Pedroza (1871-1945) «fue escribiente en el Juzgado de Primera Instancia en Sayula, y asistió u oyó el cuento en los portales o en la cantina a la broma que le jugaron a Apolonio Aguilar»1. Se sabe que estuvo trabajando antes en Zapotlán el Grande y en Tamazula de Gordiano, para ahí pasar a laborar a Sayula.


    En estas 59 cuartetas, se cuenta la broma realizada a Apolonio Aguilar, quien es pobre, que con su negocio no le puede dar de comer a su familia. Le han platicado que en el cementerio se aparece un ánima, la que le puede dar un tesoro, para salvarse de vagar por entre los vivos.


    «Una noche, pues, va al cementerio. El presunto autor del poema debe haber sido un hombre de cultura: posee un buen oficio de versificador. Hay en su estilo ecos de Zorrilla o Espronceda», nos cuenta Armando Fuentes Aguirre “Catón”2.


    Pero nuestro Apolonio Aguilar no contaba con que el ánima en pena era el fantasma de un homosexual y, a cambio del oro, le pidió “su tesoro”.


(…) si tropezares acaso

con alguna ánima en pena,

aunque te diga que es buena

actúa con discreción.


Y por vía de precaución

llévate, cual buen cristiano,

la cruz bendita en la mano,

y en el fundillo un tapón.


    Estas frases en su momento causaron polémica, explícitamente fueron líneas prohibidas durante muchos años, incluso cuenta la anécdota cierta o no que el propio Juan Rulfo negaba ser de Sayula, por culpa de este poema, por algunas frases como esta:


Buena fortuna me hallé
en esta tierra de brutos,
donde los muertos son putos,
¿qué garantías tengo yo?



    Federico Munguía, en su libro La Provincia de Ávalos, nos cuenta que desde el principio el poema fue un éxito de ventas en Zamora, Michoacán, el cual lo vendía el propio Teófilo para salir de deudas, afuera de los templos, en donde el obispo José María Cázares llamó al poeta ante él para hablar sobre su obra:


Has hecho algo grande, Teófilo; tu historia y tu ingenio son algo grandioso, y tan alegremente llevado ese tema tan profano que indudablemente alcanzará fama muy pronto; pero Teófilo, ¿por qué ese ingenio, esa gracia, ese talento poético, no lo utilizas para algo que sirva a Dios y no al diablo…?3


    Con el paso de las décadas, estos versos que fueron prohibidos y que incluso avergonzaban a los de Sayula, se han convertido en todo un ícono para la ciudad, incluso para la región. Hoy en día podemos encontrar una estatua de los personajes protagonistas, imágenes, figuras, souvenir variado desde llaveros, tazas, nombre de hoteles, cervezas… todo un símbolo que da identidad a una población que pocas obras literarias han logrado en el mundo. En Zapotlán existe un mito similar, pero en menor medida creo yo, que sería con Vicente Colombo, el personaje de la novela La hija del bandido, de doña Refugio Barragán de Toscano, que también se ha encarnado en el imaginario popular, incluso siendo usada la imagen en negocios como restaurantes, hoteles, cervezas, además de infinitas reediciones de esta obra.





A cada población le falta su loco decían antes. Sayula tiene el orgullo de tener uno de los poemas más importantes dentro de la picardía mexicana, porque sus frases rescatan ese lado divertido de nuestro ser mexicano, el sentido del humor, el albur tan peculiar de nuestra idiosincrasia. El Ánima de Sayula, tiene ese sentido dicharachero, burlón, tiene algo de gritón y atrevido, mezcla perfecta por lo cual queda rápidamente impregnada en el gusto de quien lo lee.


    Aunque para muchos pueda ser vulgar, en realidad el poema deja entrever lecturas por parte del autor Teófilo Pedroza; sigue la tradición del verso medido, los octosílabos, además de tener imágenes claras y la narración de la historia precisa. Una definición de personajes que, a pesar de no ser muy largo el poema, permite que la historia fluya de manera rítmica. Toda esta entremezcla nos hace entender el éxito y la permanencia de un poema con 128 años de haberse creado, y que sigue divirtiendo a las nuevas generaciones.


    Otro de los detalles que me parecen destacados de El Ánima de Sayula, tiene que ver con que el fantasma no es el tradicional que asusta, que aterra y causa estragos en las personas, es un personaje más acercado al creado por Óscar Wilde con su obra El fantasma de Canterville, este relato de humor negro o terror cómico, bromista y, podríamos decir, bonachón, en donde el alma en pena de Simón de Canterville, baja por el castillo queriendo asustar a una familia norteamericana que acaba de comprar lo que fue su hogar.


    Es una lástima que la obra sayulense nunca haya sido considerada en las antologías de poesía mexicana, ni llevada a análisis sobre su verdadera aportación a las letras mexicanas, porque queda claro que esta obra es más que un chiste o un albur; su pertenencia, sus miles de ediciones apócrifas y de lujo demuestran la calidad y la importancia que tiene, además de fundirse la leyenda con la obra. Cabe destacar que tampoco se conoce otra obra del autor de estos versos, no se sabe en realidad si escribió algo más y no se publicó, o simplemente fue su única obra.


PELÍCULA





Ha sido tan famosa El Ánima de Sayula, que logró llegar a la pantalla grande en una película, la cual fue estrenada en 1982, dirigida por Javier Durán y protagonizada por Antonio Aguilar, Susana Kamini, “El Chelelo”, Delia Magaña, Víctor Alcocer.


Tal vez no es un clásico del cine nacional, pero esto nos pinta la importancia y la lejanía a la que han llegado estos versos.



EL LUJOSO REGRESO DEL ÁNIMA


Aunque como tal, nunca se ha ido. Hay una nueva edición, un bello libro realizado por Puertabierta Ediciones (editorial de Colima), el pasado 2023, libro en pasta dura, con prólogo de Dante Medina. Además, la lujosa edición se hace acompañar de una plaqueta que es un facsimilar del poema original de 1897.




    Nuevamente por tercera vez para ser exactos, Dante Median nos entrega una edición de este poema, pero ahora con la confirmación del autor de esta, en el cual desde hace muchos años se especulaba que era el michoacano Teófilo Pedroza, donde hoy en día sabemos que nació en Tingüindín, y que trabajó un tiempo en Sayula.


Yo sostenía que era altamente probable que la obra la hubiera escrito el michoacano Teófilo Pedroza, apoyándome en deducciones filológicas: el burlesco de “El Ánima” no corresponde a la sutileza del sentido del humor fino y cortes del Sur de Jalisco. La risa abierta y el sarcasmo de los versos pertenecen a las ritualidades sociales y a la retórica de la burla que se practica en Michoacán4.





    Fue la incesante curiosidad y búsqueda de Dante Medina la que al final dio el fruto de poder encontrar una edición antigua que estaba intonso y, con el apoyo de Miguel Uribe el editor de Puertabierta Ediciones, lanzaron en 2023 la citada edición de lujo, en pasta dura, en donde en un sobre aparte viene esta reproducción fascimilar de la edición de 1897, reproducido el tipo de papel, color, desgaste, incluso algunos detalles de la edición, como si en las manos de uno estuviera el tesoro de Apolonio Aguilar.




    La lista de personas que han investigado tanto al poema como a su autor, ha crecido en los últimos años, pero sigue siendo muy corta, como recuento, J. Juan Figueroa Torres, en su edición de 1978, El ánima de Sayula: autografía de Apolonio Aguilar, trapero de profesión, menciona que el creador de esta obra es Mariano Moreno Romero, oriundo de Etzatlán, Jalisco, y que los versos son de 1847.


    El doctor Juan José González Moreno, en su libro Y mi pueblo Zapotlán, se hizo Ciudad Guzmán, nos menciona que en 1971, el sayulense Enrique Martínez Ocaranza en una edición del Ánima de Sayula, ventila que posiblemente el autor sea Teófilo Pedroza. También lo mencionó en alguna ocasión, Federico Munguía.




    
    Martínez Ocaranza, en su prólogo menciona que conoció al hijo de Teófilo, de nombre Fernando, quien le contó la anécdota de cómo fue la creación del afamado poema, en donde comenta que su papá solía escribir poemas de amor pero también versos picarescos, y que cada año en día de muertos hacía las “calaveritas”, las cuales imprimía para luego venderlas. Cuando trabajó en Sayula, escucho en una cantina la anécdota de la broma realizada con Apolonio Aguilar y su compadre José Arreola, fue en Sayula donde comenzó a escribir las primeras cuartetas, pero las terminó en Zamora, Michoacán, fue su amigo Bernando Anaya quien era dueño de una imprenta y fue quien hizo el trabajo en un pequeño cuadernito, en la portada un dibujo de un fantasma en el panteón con dos bolsas de dinero. Luego vendieron estos en el atrio de la Catedral, el cual anunciaban con la “Novena del Ánima de Sayula”, que los feligreses compraron pensando que eran versos religiosos.


    Otro de los detalles que nos entrega esta edición de Puertabierta, es la recuperación más fiel del poema, porque recordemos que con el paso de los años y de las ediciones, se perdieron algunas palabras, fragmentos que fueron cambiados porque muchas veces la gente hizo ediciones a partir de la memoria, más que de copiar otra edición, así que en esta ocasión podemos estar más cerca de la edición que Teófilo Pedroza realizó en alguna cantina de Sayula o en algún rincón de Michoacán.


    El poeta y periodista Renato Leduc, destaca la importancia de El Ánima de Sayula, en donde nos comenta que en todo el país es conocida esta “leyenda”:


[…] no hay rincón en nuestro país donde varias o muchas personas no lo conozcan y que, aunque sea fragmentariamente, lo reciten de memoria, aun cuando sean analfabetas o no hayan tenido en sus manos una edición de él5.


*Miembro de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del estado de Jalisco, Capítulo Sur.



BIBLIOGRAFÍA

1.- Pedroza, Teófilo, (1897), El Ánima de Sayula, Puertabierta Editores, 2023, página 6

2.- Fuentes Aguirre, Armando, El ánima de Sayula’, una de las mejores joyas de la musa popular en México, https://vanguardia.com.mx/opinion/el-anima-de-sayula-una-de-las-mejores-joyas-de-la-musa-popular-en-mexico-JD7234865

3.- Munguía, Federico (1998), La provincia de Ávalos, Guadalajara, Jal., Secretaría de Cultura de Jalisco.

4.- Pedroza, Teófilo, (1897), El Ánima de Sayula, Puertabierta Editores, 2023, página 7.

5.- Jiménez, Alfredo (1961), El Ánima de Sayula, México D.F.


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