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jueves, 3 de octubre de 2024

Andrés Manuel López Obrador

 



Eduardo Ramírez Ruelas



Mucho se puede decir bueno o malo de Andrés Manuel López Obrador, tanto en su arista política o cómo servidor público; pero sin lugar a dudas, ha logrado un sitio en la historia nacional, que nadie le puede quitar, a pesar de las dos visiones que se tienen de su desempeño como gobernante y como protagonista político de la última década.



Obrador, nacido en la política del partido oficial en los ochenta, ha arrastrado en su formación una visión de estado centralizado en el gobierno con un espíritu asistencialista de las clases más desprotegidas a través del reparto de ayudas económicas mediante los programas sociales; lo cual, está muy lejos de la izquierda que debería pugnar por la emancipación de los oprimidos mediante su crecimiento y desarrollo y no por la protección a través de ayudas económicas que los acostumbran a permanecer en el mismo lugar. Por cierto, el país que más apoya este tipo de política distributiva y asistencialista en el mundo es Estados Unidos, símbolo del capitalismo atroz y denigrante. Por lo tanto, se puede situar a este tipo de política más cercano a la derecha que el propio Andrés Manuel tanto criticó desde la mañanera.


¿Cuál es la única razón para considerar que AMLO ha logrado un lugar en la historia nacional?





La verdad, su único y máximo triunfo es de carácter electoral y es el que le da un lugar en la historia mexicana. Logro que por cierto no tiene nada de pequeño porque con tozudez y terquedad luchó inquebrantable por la máxima magistratura del país en tres elecciones hasta que logró derrotar al antiguo régimen que parecía imposible y que ya había desgastado al pueblo de México. Entonces su mayor éxito fue derrocar al régimen anterior y sólo eso ya le da un lugar en la historia. Sin embargo, al finalizar su gobierno, la inseguridad aumentó, la educación y la salud sufrieron atrasos; sin embargo, Obrador supo con su discursos y acciones convencer a México de la necesidad de acabar con el anterior régimen.


El arma más poderosa de López Obrador fue el reparto de ayudas económicas; pero no fue la única. Su gran capacidad de crear un discurso permanente contra los adversarios logró que durante todo su sexenio se desviara la atención del pueblo hacia los “conservadores”. Con su popularidad creciendo día a día anunciando medidas populistas como quitar pensiones a expresidentes, vender el avión presidencial, elevar a rango constitucional los programas sociales, derrotó a los voceros del grupo contrario, encabezados por periodistas hasta ese momento prestigiados. Esa gran capacidad para ganar la batalla con el discurso lo convirtió en un líder que le dio otro rostro a la política mexicana.




A pesar de todos sus desatinos y errores Andrés Manuel lidereo una nueva etapa y nadie puede evitar que se le quite un sitio de nuestra historia, aunque será la propia historia la que determine qué tan valiosa fue su gestión.





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