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miércoles, 18 de septiembre de 2024

Solamente un recuerdo

 

 

Fernando G. Castolo


Impotencia. A eso nos supo el movimiento telúrico experimentado hace 39 años, una tremenda impotencia ante el fenómeno natural que derribó fincas, causando la muerte de varios vecinos que irremediablemente perecieron en medio de los escombros.



Gritos destemplados, rostros desencajados, lágrimas que corrían por los rostros de una comunidad que volvía a experimentar el "rigor de la divina justicia", según lo consignaron nuestros antepasados en episodios similares que vivieron: 1749, 1806, 1911 y 1941, por mencionar los más trágicos que se tienen registrados en la historia de Zapotlán el Grande.


Una polvareda se tendió por todo el valle, mientras las sirenas ensordecían el ambiente, ante el clamor de la gente que no creía ver en el suelo el patrimonio construido por muchos años. De repente sus casas eran puro material hacinado: ladrillos, adobes, tejas, maderas, muebles, etc. Los puros recuerdos quedaron de lo que se tenía y el rostro de la impotencia se hizo presente.





Claro, de inmediato los vecinos pusieron manos a la obra para rescatar personas, cuerpos, mascotas o cualquier pertenencia que revelara su identidad. La solidaridad nació de forma espontánea, auxiliando con alimentos y artículos de primera necesidad, coadyuvando en la sepultura de los fallecidos... Aquello era un espectáculo dantesco y conmovedor.


Recordar este episodio que marcó, como cicatriz profunda en los corazones, para siempre nuestra historia, es reconocernos frágiles ante los embates naturales de que es tan propensa nuestra geografía. Hoy, elevamos una oración por los que ya no están, como consecuencia del temblor de 1985, a la vez que exhortamos a que se atiendan las instrucciones de personal capacitado a efectos de evitar las tragedias que padecemos en cada fenómeno sísmico que experimentamos.


Historiador e investigador.





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