Salvador Mateo
De acuerdo con
investigadores de diferentes centros universitarios, entre ellos la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad de
Guadalajara (UdeG), el estado de Jalisco es el principal productor de
leche a nivel nacional desde hace varias décadas con una
participación promedio del 20 por ciento de la producción total del
país, esto es gracias al trabajo de 16 mil familias que se dedican a
la producción de este alimento y generan alrededor de 150 mil
empleos. Contribuye de manera importante la región de los Altos de
Jalisco con una participación de poco más del 60 por ciento de la
producción total en el Estado.
Un estudio publicado por la
UNAM titulado “Los Altos de Jalisco y la Comarca Lagunera dentro
del contexto nacional de la producción de leche”, revela que a
fines de los años ochenta, con el fin de mejorar la calidad de la
leche, las empresas procesadoras de la región junto con el apoyo del
gobierno estatal y federal impulsaron el establecimiento de tanques
de enfriamiento individuales y colectivos en las propias comunidades
de los productores. Fue hasta inicios de los noventa cuanto el
incremento en la oferta de leche comenzó a ser un problema en la
zona de los Altos debido al incremento en la productividad.
Uno
de los problemas al que se enfrentó la producción lechera, es que
la demanda de leche de la agroindustria es más estable, sobre todo
la que se dedica a la pasteurización, por lo que resulta muy
problemático para el productor de leche quien a final de cuentas no
encuentra compradores para su producto, o en el mejor de los casos,
recibe un precio inferior por su leche, señala el texto.
Por
otra parte, a diferencia de otras ramas productivas, en el caso de la
producción de leche, la política de apoyos mediante subsidios y
otros mecanismos que se dan en muchos de los países desarrollados,
generan un crecimiento de la producción y una consecuente reducción
de los precios a nivel mundial. Al final del proceso, los países,
como el caso de México que destinan miseros apoyos al campo los
productores nacionales se ven imposibilitados para competir con sus
productos lácteos en un mercado altamente subsidiado, sobre todo con
el de los Estados Unidos, provocando la quiebra masiva de los
productores locales.
El que escribe estas líneas tiene
contacto con algunos pequeños productores de leche de Lagos de
Moreno, quienes pese al trabajo duro del campo saben cuáles son las
causas de la crisis por la que atraviesan las familias que se han
dedicado por años a producir dicho alimento básico. Sostienen que
en efecto el problema no es nuevo, pues desde hace décadas afrontan
serios problemas de comercialización, enfrentando pérdidas
económicas sobre todo los pequeños y medianos, pero fueron las
políticas que implementó el actual gobierno federal lo que aceleró
la quiebra de los productores de leche de nuestro país.
Señalan
que a diferencia de gobiernos anteriores, en este sexenio solo les
han llegado a entregar unos cuantos bultos de fertilizante. Es decir,
los lecheros de Jalisco solamente han alcanzado a recibir dádivas de
este gobierno morenista y lo peor es que la 4T además de haber
dejado prácticamente a suerte a los que producen uno de los
alimentos básicos, respalda las importaciones.
Lideres de
asociaciones ganaderas, denuncian que con el respaldo de López
Obrador, muchas empresas, incluida Liconsa, están comprando mucha
leche en polvo de los Estados Unidos, ya que les resulta muy barata y
según datos del Departamento de Agricultura de EU (USDA, por sus
siglas en inglés), México se ha convertido ya en el primer destino
de su leche en polvo. Hoy, con 50 pesos, los industriales pueden
hacer diez litros de leche, pero el beneficio no se ve reflejado en
los bolsillos de los consumidores. Pese a que las industrias
adquieren la materia prima importada a bajo costo, en cualquiera de
las grandes tiendas de autoservicio o las tienditas de la esquina de
cualquier barrio, la leche está, dependiendo la marca, entre 16 y 24
pesos por litro.
Los Productores de leche están en quiebra y
es otro legado de la 4T. Esta situación tiene que cambiar, pues,
mientras que en la región de Los Altos, la principal zona productora
de leche en Jalisco, los ganaderos han estado tirando la leche ante
la falta de recursos para pagar el combustible y llevarla a regalar
desde sus establos hasta los centros de consumo, según algunos
organismos no gubernamentales, alrededor del 40 por ciento de la
población mexicana no consume lácteos, porque no alcanzan a
adquirir la canasta básica.
Los productores de Los Altos
además de conocer las causas de su bancarrota saben que una posible
solución es organizarse para vender en volumen y calidad, conformar
una estrategia colectiva, tener una visión empresarial como gente de
campo como lo hacen algunos productores europeos. Es obvio que esta
salida debe contar con el respaldo total del gobierno federal, pero
el sector lechero está desconcertado y decepcionado por las promesas
incumplidas del presidente López Obrador y cuyas políticas dará
continuidad su sucesora, Claudia Sheinbaum Pardo.
Pero el
pueblo trabajador del campo de nuestro país, debe entender que no
puede esperar nada bueno de la 4T, pues se trata de un nuevo
neoliberalismo maquillado de gobierno al servicio de los pobres, su
verdadero propósito es renovar la cúpula financiera e industrial
del país, adelgazar al estado mexicano y debilitarlo frente a los
poderosos intereses geopolíticos del imperio y reforzar, ahora con
el apoyo de un pueblo engañado, las cadenas que atan a México al
carro del imperialismo norteamericano.
Lo que se necesita para
eliminar los graves males que azotan al país, entre ellos la quiebra
de los lecheros de Los Altos de Jalisco, es el establecimiento de una
economía planificada que regule la producción de acuerdo con las
necesidades del pueblo, donde se garantice en primer lugar
alimentación saludable para todos los mexicanos y tener hombres y
mujeres sanos y fuertes capaces de producir más y mejor en beneficio
de todos. Para ello es necesario que el gobierno federal destine, no
solo dádivas, sino todos los recursos que sean necesarios en
subsidios y otros mecanismos que incentiven realmente la producción
agropecuaria. Esta honrosa tarea, solo puede ser llevada a cabo por
una gran fuerza social, conformada por millones de mexicanos
fuertemente organizados y educados.
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