Pedro Vargas Avalos
Al margen de que simpaticemos o no con el primer mandatario de la nación, existen en relación con su trayectoria política, verdades que nadie puede desconocer. En días pasados expresó algunas ideas que pueden servir como preámbulo excelente para el final de su periodo gubernamental y en general su vida política presencial. Esto lo decimos porque definitivamente, aunque se retire a su finca rural del sureste mexicano, los hechos y principios que estelarizó y difundió, permanecerán secularmente.
Andrés Manuel López Obrador -Amlo- ha sobredicho claramente que, concluido su ciclo como Presidente Constitucional de la República, se mudará a Palenque, Chiapas, lugar donde se ubica su rancho llamado 'La Chingada'. Y el final de su periodo, está a la vuelta de la esquina: el último día de septiembre, el mes de la patria.
El lema de Amlo, “por el
bien de todos, primero los pobres”, es una frase que ya está
enraizada en la conciencia de los mexicanos. Y la oración de tinte
juarista que enarboló, “Con el pueblo todo, sin el pueblo, nada”
es lema consustancial de todo gobierno democrático. Siendo cabal
“zoon politicon” – es decir animal político, como expuso
Aristóteles- a los políticos, con proyección a la vida común de
cualquier individuo, les alecciona profesar los preceptos de “no
mentir, no robar, no traicionar”. Esos lineamientos, lo llevaron a
sostener el ideal de que “No puede haber gobierno rico con pueblo
pobre”. Taxativamente, válido para todos, es su reconocimiento de
la familia como el principal fundamento de la sociedad, y en lo
personal, la confesión de que, para vivir ecuánimemente, nada mejor
que estar bien con nuestra conciencia y en paz con el prójimo.
Amlo
es una personalidad que tiene muchos críticos, algunos de ellos
viscerales; pero es incontrastable, que son muchísimos más, los
mexicanos que simpatizan con él. Al respecto nos sirve de prueba,
tanto el resultado de la elección del 2 de junio pasado, que fue una
victoria apabullante del lopezobradorismo, como las recientes
encuestas valorizadoras de su administración, realizadas por
empresas de acreditado reconocimiento, y que arrojan porcentajes
(entre 70 a 80 por ciento) no registrados en los gobernantes desde
hace muchas décadas. “López Obrador dejará de ser el Presidente
de México en días y se irá a su rancho, heredándole a Claudia
Sheinbaum los avances, los pendientes y los retos de su gobierno, así
como la dirección de un movimiento que está claramente fuerte,
gobernando a la mayoría de los mexicanos y con una legitimidad muy
alta”. (Genaro Lozano: El Cierre, en Reforma, 3-IX-2024).
En
reciente Mañanera, el mandatario precisó la cronología de la
ignominia: ‘En los 36 años del periodo neoliberal, los tres
poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, sólo estuvieron
al servicio de la oligarquía, de la minoría rapaz, y no elaboraron
nunca un decreto, una ley, un fallo u otra acción importante en
beneficio de la mayoría del pueblo.’ Es decir, durante el periodo
neoliberal -de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto- las leyes
se aprobaron por consigna y a modo, en el sentido que exigían los
traficantes de influencias, políticos, funcionarios y legisladores
para beneficio de particulares -nacionales o extranjeros- sin
importar el interés público. La lucha de Amlo, fue recuperar el
espíritu -reivindicador socialmente- de nuestra Carta Magna.
De
igual manera, opinó sobre la Suprema Corte y la justicia federal, en
cuanto a su intento de evitar la reforma judicial: “no tienen
fundamento legal, sería una aberración y, desde luego, una
violación flagrante a la Constitución el que se detenga el proceso
de análisis, discusión y, en su caso, aprobación de la reforma
constitucional dedicada al Poder Judicial. No hay ningún fundamento
constitucional, sería una arbitrariedad, y esto afectaría la vida
pública, afectaría desde luego lo que debe ser un auténtico Estado
de derecho; sería como optar por la ley de la selva, terminar de
dejar de manifiesto que no les importa la democracia ni la justicia,
que solamente están pensando en sus intereses, en sus privilegios y
que son partidarios de la corrupción abiertamente… no creo que eso
prospere, porque alguien en el Poder Judicial —no uno, espero que
varios, en especial en la corte— reaccionen” y no incurran en
semejante sinrazón. Aunque eso sí, por lo pronto “queda claro que
jueces, ministros y personas de la clase dorada de la Suprema Corte
no quieren perder sus privilegios; …que van a hacer todo lo
posible, al costo que sea, para evitar que se frene, bueno, para
frenar esta reforma al Poder Judicial”.
En esa misma
conferencia -del 6 de esta septembrina treintena- precisó los
motivos de satisfacción sobre su adios de la política: “para que
no quede duda, yo entrego la banda y me retiro, y no vuelvo a
participar en nada. Y voy a procurar, y les pido a todos, a mis
amigos, y a mis adversarios porque no tengo enemigos, que no intenten
buscarme, y que no vayan a quererme ir a tomar fotos, no quiero ya
aparecer en nada. Ya cumplí mi ciclo y me voy muy contento, ya lo he
dicho, muy contento.”
“Primero, porque todavía ayer se
dio a conocer el dato del Banco Mundial que se redujo la pobreza en
el tiempo que estuvimos en el gobierno, como no sucedía en décadas,
y se redujo la desigualdad.
“Segundo, porque es un gran
honor, un timbre de orgullo haber gobernado en un país con un pueblo
tan bueno, noble, trabajador, fraterno, excepcional.
“Y lo
tercero, que le dejo la banda presidencial, le voy a entregar la
banda presidencial a una mujer con mucho conocimiento, experimentada,
sensible, honesta, que va a ser, sin duda, una muy buena presidenta y
en poco tiempo, y ese es mi pronóstico, se va a convertir en la
mejor presidenta del mundo…” Al respecto, invariablemente, López
Obrador pregonó: Deseo que el pueblo siempre tenga las riendas del
poder en sus manos. El pueblo pone y el pueblo quita y es el único
soberano al que debo sumisión y obediencia.
Con el destacado
periodista ya mencionado antes (Genaro Lozano), en razón de lo
anteriormente descrito, que sirve de preámbulo del adiós que aún
tiene como peldaños el grito de independencia y la ceremonia de
cambio presidencial, reiteramos: AMLO se va con una aprobación alta
y con plazas llenas. En muchos sentidos, no habíamos visto a un
Presidente mexicano cerrar su sexenio así, despedirse del poder de
tal forma, desde que empezó la democracia electoral en México y
quizás también desde Lázaro Cárdenas.”
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