Mtro. Jesse Martínez
Hace
un mes que Ismail Haniyeh, líder del Movimiento de Resistencia
Islámica (Hamás), fue asesinado en Teherán, capital de Irán. El
político palestino había asistido a la toma de protesta del nuevo
presidente iraní, Masoud Pezeshkian; así, en el contexto de la
invasión de Israel a Gaza, su presencia en dicho evento era sobre
todo un mensaje político de Irán a Israel, el cual reafirmaba el
compromiso y apoyo de la república islámica con la resistencia y
causa del pueblo palestino. Contar con la presencia de Haniyeh en
este importante evento era, pues, una celebración entre aliados,
manifestación expresa del poderío iraní y
un
vigoroso símbolo de autoridad
para
el resto del mundo musulmán.
Fue en este contexto que la
celebración se convirtió en luto, en una derrota política de
enormes proporciones para Hamás, pero sobre todo para Irán. El
asesinato de Haniyeh puso en jaque al nuevo gobierno iraní desde el
primer día, le propinó un desprestigio instantaneo,
mostró
su vulnerabilidad y —lo
más importante—
fue
un mensaje directo para el líder supremo ayatolá Alí Jameneí:
Israel tiene la capacidad de llegar a él y no hay lugar seguro
dentro de Irán. Los persas juraron una dura venganza, la cual aún
no llega y quizá su tardanza sea por la cuestión central que en
este texto se plantea.
Ambas partes, Israel e Irán, se han
venido envolviendo en una espiral continua de violencia y ruptura de
líneas rojas. Israel ha implementado desde hace tiempo una
estrategia punitiva, eliminando elementos clave del régimen iraní o
figuras destacadas de sus aliados proxies en Medio Oriente
(principalmente del grupo libanes Hezbollah). Sus golpes han sido
definitorios en desgastar el poder iraní, pero sin llegar a ser lo
suficientemente “grandes” para desatar una confrontación
abierta. Sin embargo, esto cambió cuando el 1 de abril del presente
año
Israel
atacó la embajada de Irán en Damasco, Siria, dando muerte a
Mohammed
Reza Zahedi,el oficial militar iraní de más alto rango hasta
entonces y figura crucial de la Guardia Revolucionaria. Esta
violación del derecho internacional no podía quedar impune; la
respuesta de Irán fue realizar su primer ataque directo a Israel con
más de 300 misiles y drones el 13 de abril.
Contrario a lo
esperado, estas agresiones frontales y que marcan un nuevo hito en la
historia entre ambos países, no desembocaron en una confrontación
abierta.
¿Por
qué?
Por el lado de Israel su posición está sumamente
erosionada por la brutal y sangrienta invasión a Gaza. La muerte de
más de 30 mil civiles palestinos —un tercio de ellos infantes y
pruebas que dan evidencia de un genocidio—
ha
provocado la condena internacional y el rechazo a las acciones
militares del gobierno de Benjamín Netanyahu. Además, al interior
de Israel también existe un marcado rechazo a la política del
primer ministro. Es muy posible que estos factores hayan sido el
principal disuasor para que
Tel
Aviv evitara lanzar a las
Fuerzas
de Defensa de Israel contra el país persa. Pese a ello, la postura
de Netanyahu es de suma hostilidad y agresión a sus enemigos
regionales; no se puede descartar que en cualquier momento suceda un
nuevo ataque a una figura de la élite política y/o militar o,
incluso, un ataque preventivo directo contra Irán.
¿Cuál
sería el motivo para que Israel asestara un primer golpe directo y
frontal en tierra del ayatolá? La respuesta está en lo que
posiblemente fue también
el
motivo por el cual Irán lanzó un ataque limitado a Israel aquel 13
de abril y su venganza por el asesinato de Haniyeh no ha sucedió: su
objetivo principal es conseguir el arma nuclear.
La
trama del programa nuclear iraní se extiende por décadas;
sanciones, negociaciones, amenazas… han sido el condimento de esta
ensalada discursiva donde se mezcla la diplomacia, el poder militar,
la tecnología y el juego geopolítico. Para Israel este punto es la
máxima de las líneas rojas; Irán no puede ni debe conseguir armas
nucleares. Paralelamente, y conforme al Organismo Internacional de
Energía Atómica, de mayo a la fecha Irán ha aumentado la cantidad
de uranio enriquecido al 60% (para uso militar es necesario
enriquecerlo al 80-90%). En octubre de 2023, un informe del Pentágono
estima que Irán tendría capacidad de conseguir el arma nuclear en
semanas; según la mayoría de expertos internacionales y organismos
especializados, Irán cuenta con la capacidad técnica y los
componentes necesarios para conseguir el arma nuclear en un plazo de
semanas o meses.
¿Acaso
la “pasividad” de Irán se debe al interés de proteger su
programa nuclear y evitar una guerra abierta antes de obtener armas
nucleares y en número suficiente? Muy posiblemente la respuesta es
sí. El ejemplo de Corea del Norte es contundente; un país con
capacidad nuclear pasa a ser miembro de una élite y consigue un
poder de disuasión enorme.
Si
Irán llega a su objetivo conseguirá un poder militar al que solo un
selecto grupo de países tienen acceso, tendrá una mayor capacidad
de negociación política y jugará un papel de potencia estratégica
entre Asia, Europa y África.
Modificando la
perspectiva;
Irán no solo actúa de una manera reactiva, sino que ahora está en
una carrera activa
donde
la cuenta regresiva se acelera mientras más se acerca a su meta.
Cuanto más
próximo
esté
del
arma
nuclear, más crece la amenaza de un ataque de Israel; y no cualquier
ataque, probablemente un ataque nuclear. Israel nunca ha aceptado ni
rechazado la posesión de armas nucleares, pero se estima que cuenta
con una capacidad de 90 ojivas.
Este
escenario no es nada alentador, pero es el resultado de un proceso
histórico y geopolítico de largo alcance donde se ha apostado por
la fuerza, la imposición y la injusticia hacia un pueblo al que se
le ha negado una existencia y defensa legítimas: Palestina. Hoy el
conflicto se ha expandido por toda la región y su dinámica cambiará
cuando las armas nucleares pasen a primera fila; ya sea porque Irán
las consiga, o porque Israel se lo impida, la guerra total en Medio
Oriente es cuestión de tiempo. La única esperanza es modificarr el
tablero y la dinánica de su dirección dando solución al problema
de raíz: el reconocimiento de un Estado Palestino libre y soberano
con el respaldo y protección de las potencias musulmanas de la
región, fundamentalmente Irán.
*Email: jesse.1984@outlook.com
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