Víctor
Hugo Prado
María
Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón, mejor conocida como “La
Corregidora de Querétaro”, y que en la historia que nos enseñaron
desde la primaria, al menos a los de mi generación, también se
conoce como Josefa Ortiz de Domínguez, es una de las figuras
emblemáticas de la época de la independencia.
Nació el 19
de abril de 1773, de origen criollo. Realizó estudios en el Colegio
de las Vizcaínas, una de las instituciones enfocadas en la
instrucción de mujeres. A la edad de 20 años, en 1793 contrajo
matrimonio con el abogado Miguel Domínguez, en la ciudad de
México.
En 1802 Miguel Domínguez fue nombrado Corregidor de
Querétaro y se trasladó a esa ciudad junto con su esposa Josefa.
Allí Josefa supo ganarse la simpatía de la comunidad criolla, de
los indios y de los mestizos mediante obras de caridad y protección
a favor de los pobres y los desvalidos, de las viudas y los
huérfanos.
La independencia de México, no fue un acto
automático, fue un proceso largo que inició años antes de 1810 y
su promulgación en 1821. Por ejemplo, en 1808, se tuvo la iniciativa
de establecer una Junta de Gobierno novohispana, misma que fue
sofocada. El deseo de alcanzar la autonomía de la Nueva España
permaneció y comenzaron a organizarse juntas en las que se trazaron
planes para conseguirla. Algunas en Querétaro. En su casa Josefa
Ortiz organizó círculos, en las que se ideó un plan de
insurrección; a ellas concurrieron personajes como el párroco
Miguel Hidalgo, los capitanes de milicias Ignacio Allende y Juan
Aldama, los hermanos Epigmenio y Emeterio González. Doña Josefa
ofreció el espacio para realizar las reuniones y también participó
activamente informando cualquier noticia y haciendo llegar de manera
segura comunicados y correos entre los conjurados.
Descubierta
la conjura, fue aprehendida el 15 de septiembre, mientras que la
lucha, encabezada por Miguel Hidalgo, estaba por iniciar en el pueblo
de Dolores, Guanajuato. Josefa pronto fue liberada y continuó en
contacto con los insurrectos, brindando apoyo a la causa. Por su
simpatía con la insurgencia, fue acusada de sediciosa, aprehendida y
trasladada al convento de Santa Teresa, en la ciudad de México y
después al de Santa Catalina, en donde estuvo recluida hasta el 17
de junio de 1817, cuando por intervención de su esposo y
aprovechando la política de indultos del virrey Juan Ruiz de
Apodaca, fue puesta en libertad.
Josefa Ortiz, fue forjadora de
una conciencia libertaria, contra la opresión, a favor de la
formación de un gobierno representativo y justo. Murió el 2 de
marzo de 1829 en la ciudad de México. Viva Doña Josefa Ortiz de
Domínguez. No Ortiz de Pinedo, ignorante.
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