Aunque sabían que tenían que ayudar a otros alcohólicos para permanecer sobrios, este motivo se volvió secundario: fue superado por la felicidad que encontraron en darse a otros.
ALCOHÓLICOS
ANÓNIMOS, pág. 169
Para mí, estas palabras se refieren
a una transferencia de poder a través del cual, Dios, como yo lo
concibo, entra en mi vida. Con la oración y la meditación, yo abro
canales y luego establezco y mejoro mi contacto consciente con Dios.
Entonces, por la acción recibo el poder que necesito para mantener
mi sobriedad cada día. Manteniendo mi condición espiritual, dando a
otros lo que tan gratuitamente se me ha dado a mí, se me concede el
indulto diario.
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