Algunos de nosotros nos encontramos con otro obstáculo muy distinto.
Nos aferrábamos a la idea de que los únicos perjudicados por
nuestra forma de beber éramos nosotros.
— Doce Pasos y
Doce Tradiciones, p. 77
Este Paso parecía tan sencillo.
Yo identificaba a alguna gente a quienes había hecho daño, pero
ellos ya no estaban a mi alcance. No obstante, me sentía incómodo
con este Paso y evitaba las conversaciones que tenían que ver con
él. Más tarde aprendí a investigar aquellos Pasos y áreas de mi
vida que me hacían sentir incómodo. Mí búsqueda puso de
manifiesto a mis padres, quienes habían sido profundamente heridos
por mi aislamiento de ellos; mi patrón, quien se preocupaba por mis
ausencias, por mis pérdidas de memoria, por mi temperamento; y los
amigos a quienes había vuelto la espalda sin explicaciones. Al
enfrentarme con la realidad del daño que había hecho, el Paso Ocho
cobró un nuevo significado.
Ya no estoy incómodo y me
siento limpio y liviano.
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