viernes, 9 de agosto de 2024

Lumaquela: se busca un poeta





Y nació “Lumaquela”
con vida
que rápida vuela...


Milton Iván Peralta*



El libro de poesía “Lumaquela”, -Puertabierta ediciones 2024- viene a ser el nuevo trabajo de investigación del historiador y cronista, Fernando G. Castolo, en el cual nos presenta unos poemas que buscan un poeta, estos aparecieron por algunos años en el periódico Plus Ultra, de 1932 a 1334, pero a pesar de estar firmados, no sabemos nada del autor.




Este libro está dividido en dos, partes: el prólogo de Fernando G. Castolo, —la primera—, expone sobre una nota periodística de un certamen literario donde resulta ganador un nombre desconocido, sacado de las empolvadas letras del semanario: Franco Beas con el poema “El Epinicio del Águila”. Obtuvieron menciones honoríficas, en ese certamen, dos leyendas de la poesía local: María Cristina Pérez Vizcaíno y Alfredo Velasco Cisneros. La segunda parte del libro, es la obra.


(…)


Es la noche truculenta de vesánicas audacias,
y la noche misteriosa de las nobles contumacias,
y la noche precedente de un hermoso devenir,
es la noche de los hombres que se burlan de la muerte,
¡Es la noche de los hombres que se ríen de morir!

(…) Página 32



A partir de ahí comienza un misterio. ¿Quién es Franco Beas? Este escritor colaboró por dos años en Plus Ultra con poesía, y algunos pocos ensayos. Compartió con los escritores de la época de los treintas, pero nadie lo menciona en sus biografías, en sus reseñas, en notas sociales, nada, solo poemas cada semana, durante dos años, después desaparece.

(…)


A la vida fugaz que se aparece
por un momento… y luego desaparece,
cual niebla perseguida por el sol;
cual nevasca hiperbórea que se ahuyenta,
cual pudorosa nube que se ausenta
cantando su balada en si bemol

(…)
Saludo a la vida, página 41 y 42.



Fernando G. Castolo comienza a rastrear quién es Franco Beas, busca un poeta para los poemas. Durante algunos años indaga en libros de actas de nacimiento, matrimonio y defunción. Notas periodísticas, biografías, esquelas y el resultado es... nada contundente. En su prólogo nos presenta algunas propuestas de algunos Franco Beas que se avecindaron en Zapotlán el Grande. Uno parece que pudiera ser, pero por un simple detalle se cae esa teoría: ya muerto siguió publicando algunos poemas. Otra, siendo un colaborador de Plus Ultra, tampoco hay esquelas, pero sí el anunció de su libro próximo a publicarse: Lumaquela.


Leyendo los 36 poemas, dan poca luz en torno al autor, solo para el compilador resaltan dos detalles, un poema que pareciera ser personal, que encaja por uno de sus posibles autores, ya que a un Franco Beas se le muere la esposa y una hija, en el poema “Hexasílabos”, da entender estos dos hechos:


(…)
Porque su María
que lo complacía
ya jamás lo nombra:
en aciago día
se durmió en la sombra…!


Porque ya su hijita,
dulce morenita
de unos labios tersos,
ya no le recita
sus mejores versos

(…) Página 53






Pero este poema, parece ser el más íntimo de todos, porque no es solo, al parecer, el referirse a una esposa y hija muerta, sino que inicia refiriéndose a él mismo, a enfermedad, soledad, y que en algún momento se fueron esos sentimientos por una felicidad, que terminó.


Hace muchos años
que sufrí los daños
de las opresiones,
y los desengaños
de las ilusiones.

Fueron utopías
mis hermosos días,
mis atardeceres,
mis melancolías,
mis pocos placeres!

(…)


Altar que levanto
con mi pobre canto,
con mi afán de hombre,
no le pongo santo
ni le pongo nombre.

Soy solitario
monje sedentario
de lejana ermita,
que en vez de rosario
candencias musitas…

(…) página 52 y 53



Sobre el final del libro de Lumaquela, y de las propias publicaciones, vienen unos poemas nostálgicos, donde hablan de soledad, de tristeza, de un lugar donde no se fue feliz, refleja algo muy personal, pero llegó el momento que algo cambió, quitó el velo de oscuridad y le dio la luz. Es el caso de “Palingenesia”:

Era el ayer… solo
vivía con mi pesar a cuestas.
En el río de mi vida
no había fiestas
de frondas.
El hastío
y las tristezas hondas
eran mi desconsuelo
en aquel río
cubierto con un velo
sombrío…!


(…)


Todo el río de mi vida
que a través del recuerdo presencio
era desolación dormida
y era triste silencio.


(…)


Pero la Primavera
llegó vocinglera
con su vida
sonriente y florida.


(…)

Rumoró el agua
entre peñas enhiestas
y hubo fiestas
de frondas
que disiparon
mis tristezas hondas.


(…) página 94, 95 y 96.



El otro poema que me parece que pinta la depresión y melancolía, es el de “Hacía el país de la tristeza”, el nombre lo dice todo. Da la sensación de ser personal, porque se salen del todo de los demás poemas, que no suelen ser tan melancólicos, tan oscuros.


Es un pobre peregrino
que la tierra va cruzando
por el umbroso camino
de la vida… ¿desde cuándo
va por él como extranjero?
Nadie sabe con certeza
si el sendero
que su fuerza menoscaba,
termina donde se empieza
o empieza donde se acaba.


(…) Página 97.






Fernando G. Castolo, intenta recuperar este poemario que se anunció en el semanario, pero igual no sabemos si era con estos mismos poemas, u otros, simplemente se intenta rescatar una obra que consideró importante que se escribió y publicó durante dos años la década de los treinta en Zapotlán. Tampoco en realidad sabemos si llegó a ver la luz el libro anunciado.

Pero esta obra nos deja jugar a la vez con las posibilidades, creo yo que algunos detalles dan para pensar un poco, no sabemos si su nombre real es Franco Beas, puede ser un seudónimo, o cambiar un poco su nombre, en lugar de Franco, Francisco, o un juego, ignoramos. Pero lo que sí descubre el historiador es que tenía un apodo: “Píndaro”, así como el célebre poeta griego, esto lo sabemos por un poema que le dedica el teniente Fernando Chávez Fieldens, con el nombre de “Elegía”, que se publicó el 17 de noviembre de 1932.


Ilustre y noble “Píndaro”. Poeta,
“niño enfermo”, “niño triste”. Esteta
que estudias la teoría racional
del bien y del mal…
Bardo, Filósofo de ensueño, trovador
del deseo y del amor
que encierras en tus prosas
tonalidades rosas,
y en tus versos alejandrinos
musicalidad de trinos,
enséñame el secreto del estro;
Maestro:
soñador sin fortuna
que cantas a la luna
tus finos madrigales
astrales,
dame tu filosofía;
muéstrame la teoría
fundamental,
de practicar el bien y repudiar el mal!…


Página 15



Este poema nos deja ver dos cosas sobre Franco Beas, era una persona enferma y triste, que se entrelaza con el poema “Hexasílabos”, porque se describe enfermo, triste y solitario. Lo describe como Bardo, alguien que da a conocer los poemas, la historia, de forma verbal y que le gusta la filosofía.


En el prólogo Fernando G. Castolo, nos dice que publicó cinco artículos de filosofía, entre los años de 1932 a 1934, ensayos largos sobre temas como: el amor, el bien y el mal. Estos trabajos quedan fuera de esta edición de Lumaquela” para darnos a conocer su poesía.


Pero Franco Beas le regresa la dedicatoria, haciéndole el poema “Concentración”, donde habla del teniente y su familia, en sus versos se denota la amistad y resalta los dones del teniente Fernando Chávez Fieldens, curiosamente los dos poemas fueron publicados el mismo día en el Plus Ultra, ¿ya estarían de acuerdo? ¿Sería algún juego? Porque deja en claro ambos poemas una contestación de uno al otro, pero sobre todo dejan ver su amistad y cualidades.


Milite negro de los guerreros lauros
que conquistaron los trescientos Centauros
que desfilan heroico en tu “Epopeya Azul”;
tú, que tomas vino de la Melancolía.
Sueñas en los amores de Efraím y de María;


Tú que pretendes los virtudes del theósofo,
y los conocimientos del profundo filósofo,
y todos los abstractos misterios del ideal;
tú que me llamas bardo, trovador del Ensueño,
e ingenuamente me conviertes en dueño
de los conocimientos del Alma Universal;


(…) Página 38



Si Franco Beas no era de Zapotlán o de la región, es curioso que en sus versos resalten la anatomía del valle, además de personajes de esta ciudad, destacaré algunos ejemplos, como es el caso de “Elegía”, donde tiene una dedicatoria, “A la memoria de un poeta Guzmanense amigo mío”, en este poema habla sobre la muerte de la mujer amada, la tristeza y la depresión:


Fue la muerte de tu novia favorita
después que se murió tu virgen blanca:
Tu soñadora y grácil costeñita
de hipnótica y risa franca.

Pensaste en arrojarte a la barranca
para matar tu desastrosa cuita:
Pero decidiste al ver la frágil anca
de la diablesa Venus Afrodita.


(…)

La muerte vino a ti; tu alma le diste,
tus rútilas ideas peregrinas,
y la viste, muy pálida y muy triste,
del ajenjo en las nubes opalinas.


(…) página 25


Tiene otro poema más alegre, dedicado a tres candidatas a reina de las fiestas de octubre: Esperanza Medina, Ninfa Preciado y Carmen Jiménez, esto el 29 de septiembre de 1932, el poema se llama “Mosaico tricolor”. Y tiene uno llamado “La Feria”, son líneas más alegres, festivos, reconociendo la geografía local, en sus metáforas, pero también dando un agradecimiento a esta tierra:


(…)


Ciudad hermosa que jamás se olvida,
ciudad tranquila que perfumes vierte,
ciudad que franca me ofreció la vida
cuando esperaba de golpe la muerte.


Deja que te ame con igual ternura,
deja llamarte para siempre mía...
Y que mi alma se embriague de hermosura
con el grato licor de tu poesía.


(…) páginas 34 y 35


Se público el 28 de septiembre de 1933, dedica el poema “Homenaje”, a quien fue la reina de Tecalitlán, Angelita Rolón Cárdenas. La cuestión que resalta aquí es, si le pidieron estos poemas para las reinas, o solo las escribía por gusto propio e inspiración.


Sale del alma mi pensamiento
como ascendente soplo divino,
y a su mandato se hace portento
mi fantasía, ya que me siento
bajo el encanto como Aladino.

(…)


noble Angelita grácil y hermosa:
por tus gentiles formas de diosa
favorecidas por tu prestancia;
por tus sueños adolescentes
ya convertidos en sugerentes
flores que esparcen dulce fragancia;

(…) Páginas 71 y 73



Dedica algunos poemas, uno de ellos a Francisco S. Espinoza, el de “Cuadro Marítimo”, otro a Arturo Peña el de “Saludo a la vida”. Para Esperanza Medina, le dedica el de “La estatua”, un poema romántico donde deja entrever la belleza de ella, destaca su piel de porcelana, y la perfección de su cuerpo. “La voz del silencio”, se la dedica a “una bella poetisa”, aunque Fernando G. Castolo, propone que la dedicatoria es para Rebeca Uribe, quien acababa de publicar su libro “Esfinge”, es uno de los poemas más largos que encontraremos, aunque Franco Beas nos muestra un gran aliento.


Es muy tranquilo tu dolor acerbo,
dolor que nunca sus palabras finge;
penetras el misterio como Nervo,
pero te asustas al mirar la Esfinge.


(…) Página 59.



Ya para finalizar, nos deja unos versos dedicados a Zapotlán, uniéndose así a esa larga lista de poetas que terminan inspirados, como Pablo Neruda y Carlos Pellicer, por citar dos. Nos regala una estampa entorno a una de las tradiciones del pueblo, “Miércoles de ceniza”, pero que a la vez hace recordar el monumental final de la novela Zapotlán de Guillermo Jiménez, ¿acaso de aquí vendría la inspiración de este sonoro final?


Tan, tan, talán,
tan, tan, talán…
Zapotlán,
urbe dormida
por sugerencias cristianas:
en tu sueño sólo tienen vida
las campanas.


Las inditas lugareñas
can y vienen,
van risueñas
con su menudito andar,
porque tienen
muy de prisa
que tomar
la ceniza.

(…)


Las muchachas
al pasar
como rachas
de la brisa
con su majestuoso andar,
van de prisa
por tomar
la ceniza
de la iglesia bajo el domo
donde se escucha la prez:
“Memento homo
pulvis es”…


(…) Páginas 83, 84 y 85.


A pesar de que le dedica poemas a algunos amigos, sigue siendo extraño que nadie escribiera sobre él. Al final no sabemos quién es Franco Beas, o incluso queda la posibilidad por la variación de su poesía que fueran varios los poetas, algo así como un heterónimo o un seudónimo de alguien. Quedamos “Ante el misterio” del poeta, pero queda el disfrute de la poesía.


Un derroche
de misterio letal
se agita
presidiendo la Noche
astral
e infinita.

(…)


Y yo, del camino
cretino
que forma una curva
sombría
me alejo…
Porque el espíritu
complejo
de una leyenda
estupenda
de melancolía
me turba…


(…) Páginas 86 y 87

 


*Consocio del capítulo sur, de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco.


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El desconocido Lumaquela de Franco Beas







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