Pedro Vargas Avalos
El dos de junio reciente se ejecutaron los comicios federales, ejercicio cívico que para los mexicanos tiene calidad de sustancial: elegir presidente de la República, así como el poder legislativo nacional integrado por diputados y senadores. Para los jaliscienses, que tuvimos elecciones concurrentes, la esencia fue elegir gobernador del Estado, así como votar para integrar los miembros del Congreso local y por las plantillas de ayuntamientos de cada uno de los 125 municipios de la Entidad.
Los resultados de la jornada de ese primer domingo de junio fueron desastrosos para las oposiciones (PRI, PAN, PRD, ONG’S anti Cuarta Transformación o 4T y grupos empresariales adversarios del lopezobradorismo). Por principio de cuentas, el partido del sol azteca, los perredistas, han desaparecido virtualmente al no alcanzar el porcentaje requerido para conservar su registro. En cuanto a la alianza tricolor con el instituto blanquiazul, que de paso es ideológicamente antinatural, está al borde del colapso, pues los panistas ya no quieren esa unión.
Los prianistas siempre han actuado incoherentemente: recordemos que se coaligaron legislativamente para no aprobar cualquiera iniciativa proveniente del ejecutivo federal. Esa actitud, les hizo contrariar el objetivo de los legisladores, que es precisamente forjar leyes. Eso significó -como otros temas- desacreditarse ante la ciudadanía.
En diversas elecciones, los partidos adversarios de la 4T, coaligados, se han manifestado absurdos: pregonan haber ganado cuando en realidad perdieron, razón por la cual ahora ya el priísmo solo gobierna (aliado) dos Estados -Durango y Coahuila-, Movimiento Ciudadano a Nuevo León y Jalisco – éste por cierto, en disputa aún, y cuyo destino está en manos del Tribunal Federal Electoral- y el panismo en seis Entidades federativas: Chihuahua, Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro. En consecuencia, Morena y aliados gobiernan 24.
Muchas son las incoherencias de las oposiciones: defienden lo que enseguida critican (como el INE); declaran apoyar lo que realmente desaprueban (como los programas de bienestar social del actual gobierno), etc. Hoy por hoy, lo que abanderan es lo que se ha llamado como la “sobrerrepresentación” en las Cámaras de la Unión. Con ese motivo, los medios tradicionales de prensa los respaldan, y los comentócratas exorgánicos -Krauze, Aguilar Camín, Sarmiento, López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Denise Dresser, etc.- los amparan, incluso varios exconsejeros electorales (Ugalde, Córdova, Murayama) los alientan y ahora hasta marchas convocan, valiéndose para este efecto de los membretes que usaron en meses pasados, siendo caras visibles personajes que el pueblo tacha como “cartuchos quemados”, por ejemplo el experredista J. Guadalupe Acosta Naranjo o el inefable Fernando Belaunzaran y desde luego, la excandidata Xóchitl Gálvez y el terco Claudio X. González.
Conforme a la Constitución de la República, en la Cámara Baja -de diputados- los partidos políticos no pueden tener más de 300 diputados, por cualesquiera vías: mayoría o representación proporcional (RP). Ya sabemos que el país se divide en 300 distritos electorales y además se tiene a 200 diputados de RP. Los primeros resultan del triunfo electoral y los segundos de acuerdo con reglas constitucionales y legales, además de acuerdos de las autoridades electorales. Por su lado, la Cámara Alta o de Senadores se conforma de 128 miembros, que son elegidos por tres principios: mayoría relativa, (los dos triunfadores de la elección); primera minoría, es un senador de la formula perdedora; y finalmente, 28 de representación proporcional, que en puridad, es un real traspié, no debería existir, pues altera el principio de igualdad entre las Entidades federativas.
De las urnas, surgieron como formidables vencedores dentro de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” sucesora de la denominada “Juntos Hacemos Historia” los tres partidos que la integran: Morena, Partido Verde y el del Trabajo. De 300 curules, ganaron 256, es decir casi el 85%. Es pues una catástrofe para la oposición. En cuanto al Senado, de 32 Entidades, se llevaron 30: todo un récord; además de algunos de primera minoría.
Ahora la disputa, por parte de los prianistas, es evitar que los partidos sostenedores de la 4T logren la mayoría calificada, que es lo que exige la Carta Magna para poder reformarla. Durante las campañas electorales, jamás los oposicionistas alegaron esa representación por dos motivos: ellos fueron beneficiados de ese sistema, y ahora que perdieron los comicios por paliza, ya la combaten. Por otra parte, nunca se imaginaron que los lopezobradoristas obtendrían tan enorme victoria, que significaría alcanzar su proyecto de tener un “Plan C” que conlleva la mayoría calificada en las Cámaras. Pero hicieron la hazaña, proeza que se debe atribuir a la ciudadanía, la cual libremente decidió otorgarle tales números. Negar tal hecho, es un verdadero desatino.
Por lo que ve a las curules de RP, en la Cámara de Diputados, no pueden ser más de un ocho por ciento para cada partido, con relación a los sufragios obtenidos y considerando las cinco circunscripciones de la República. Los prianistas y sus simpatizadores, alegan que a los morenistas y aliados, se les tenga como una coalición igual a un partido político, lo cual no lo contiene la Constitución ni las leyes, que hablan de partidos políticos. Y hablan de que se debe interpretar el espíritu de los que reformaron la ley Suprema (o sea, ellos los prianistas), con el fin de que se les dé a las minorías más curules de las que les corresponden, o sea, se les obsequie lo que no son capaces de lograr en las casillas. En tal empeño han puesto todos sus esfuerzos los oposicionistas. Puntual respuesta emitió Morena, organismo que considera a los argumentos de la oposición, como de tintes políticos y no legales, afirmando que los prianistas intentan sumar diputados de RP ante el INE y luego, en los tribunales electorales, a efecto de que en tanto los derrotados se fortalecen ficticiamente, la 4T no logre su Plan C. En pocas palabras, los oposicionistas pretenden obtener en la mesa, “lo que no lograron en las urnas”. (Elia Castillo Jiménez, El País, 08-ago-2024).
Es por ello que ese periódico -El País- hispano publicó: “La sobrerrepresentación en el Congreso mexicano se ha convertido en el último caballo de batalla de la oposición para frenar la mayoría de Morena y sus aliados.” (Id.,íd.).
Sin embargo, atenidos a lo que mandata la Constitución, determinan las leyes electorales y detallan las resoluciones y acuerdos de las autoridades electorales, además de atender la forma como se distribuyeron las curules en los comicios anteriores desde hace décadas, es un hecho que los organismos sostenedores de la 4T, no habrá manera de evitar logren en la Cámara de diputados, la mayoría calificada, así como -en el peor de los casos casi obtenerla- en la de Senadores.
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