Eduardo Ramírez Ruelas*
La música ha sido el eterno acompañante del ser humano desde los primeros tiempos. Le ha permitido deleitarse con sus acordes y ritmos, suspirar con sus letras, expresar su modo de pensar, de sentir y en algunas ocasiones le ha servido para criticar su entorno y desenmascarar las injusticias sociales.
La música latinoamericana tuvo su esplendor en las décadas de los años sesenta del anterior siglo y cumplió una función muy importante en la sociedad de habla hispana en América Latina. Esas canciones no sólo eran notas armoniosas que deleitaban el oído, eran algo más y tenían la función de promover la ideología socialista y el antiimperialismo y desenmascarar las injusticias dando voz al pueblo.
Allá a lo lejos marcan el ritmo maracas, bongós y timbales, se escucha rasgueos punteados de guitarras y charangos mientras suspiran las flautas de caña, quenas y zampoñas, la canción del campo cargada de denuncia y protesta social vibra en el aire y recorre los campos de América. Son los años sesenta, época de oro de la canción que venía cargada con la voz del pueblo oprimido, música con mensaje social y verdad. Canciones bellas como El Cristo de Palacagüina:
No fueron escuchadas lo suficiente por nuestra juventud. Los jóvenes de hoy se perdieron la gran oportunidad de conocer a músicos comprometidos como: Nacha Guevara, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Alfredo Zitarrosa y Óscar Chávez.
En muchas ocasiones lamentamos que la juventud de hoy haya perdido el gusto musical y prefieran canciones insípidas, con ritmos enloquecedores cercanos al sonsonete sin razón, y sobre todo con letras sin mensaje ni contenido trascendente; pero en muy pocas, nos hemos puesto a reflexionar sobre lo poco que hicimos, los que ahora somos adultos, para preservar y transmitir a las siguientes generaciones la música formidable que tuvimos la fortuna de escuchar en grupos como: Calchaquis, Quilapayún y Los Olimareños.
Ojalá que los jóvenes de hoy se adentraran en conocer y preservar las canciones latinoamericanas que, en determinado momento, dieran la posibilidad de hermanar a los pueblos de América.
Algunos autores mencionan que en Estados Unidos desde la década de los 30 existieron diversos géneros musicales como el Jazz, Rock and Roll, folk, Country y hasta el Blues que sirvieron como antecedes para la conformación de la canción de protesta en América Latina y otros países. Estas composiciones eran hechas especialmente por los obreros en donde se relataban especialmente las decadencias laborales que sufrían. Sin embargo, la canción de protesta como tal nace entre la década de los '50 y se desarrolla en la de los '60 en países diferente
En Estados Unidos, el país enfrentaba diferentes problemáticas políticas y sociales como: la "purga comunista de 1946 a 1956"3, el cual se refiere al suceso iniciado por el senador Joseph McCarthy llamado Macartismo; la Guerra de Corea; la Crisis de los misiles en Cuba que dejó a Estados Unidos como principal agresor, y el movimiento hippie. Debido a esto es que comienza a surgir el género musical de Rock and Roll y folk music, en este último con artistas como Joan Báez, Bárbara Dane y Bob Dylan, con la finalidad de crear una crítica al sistema político de este país.
Asimismo es importante mencionar la influencia en las canciones de protesta de los grupos negros en Estados Unidos, ya que ellos enfrentaban entre muchas cosas más, discriminación racial y violencia. Es por ello que deciden crear movimientos y luchas para disminuir sus "diferencias" y aumentar su participación en la sociedad así como validar sus derechos.
Esta lucha estuvo muy caracterizada por las canciones de protesta en donde se impregnaban sus necesidades y frustraciones, pero también impulsaban el sentimiento de resistencia.
La canción latinoamericana desde la década de 1970 fue asociada a movimientos políticos que buscaban promover la ideología socialista, el antiimperialismo y la formación de nuevos valores en la sociedad, como la creación de un Hombre Nuevo. Además, los intérpretes de este género buscaron difundir la cultura y los valores nacionales de sus respectivos países.7
En América Latina, las décadas de los años 1960, 1970 1980 y 1990 fueron también la época de mayor auge de la canción de protesta, con artistas en todo el continente:
En Argentina como Nacha Guevara, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, León Gieco, Jorge Cafrune, Piero De Benedictis, Pedro y Pablo, Gian Franco Pagliaro, Facundo Cabral, Manuel Monestel, Marilina Ross, Enanitos Verdes, Abel Pintos, José Larralde, V8 o -más reciente- Ignacio Copani.
En Bolivia, varios solistas y grupos representantes de este estilo de canción, entre ellos Benjo Cruz, Luis Rico, Jenny Cárdenas, Nilo Soruco, Manuel Monroy Chazarreta (El Papirri), Savia Nueva, Canto Popular y entre los más recientes el dúo Negro y Blanco, Entre 2 Aguas y Raúl Ybarnegaray.
En Chile surgió el movimiento de la Nueva Canción Chilena, con Víctor Jara, Violeta Parra, Isabel Parra, Ángel Parra, Inti Illimani, Los Prisioneros, Quilapayún y Sol y Lluvia, entre otros.
En Colombia, los artistas Ana y Jaime, Pablus Gallinazus, Norman y Darío, José y Darío, Angelita, los aguas ardientes, entre otros. Estos movimientos de canción de protesta tendrían una influencia decisiva en algunos de los intérpretes de España.
En Cuba, Carlos Puebla, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez harán canción de corte propagandístico de la Revolución Cubana, que se erigía como un estandarte de esperanza, libertad y lucha antiimperialista anhelada y admirada por los grupos de izquierda que proliferaban con rapidez en los países latinoamericanos.7
En Nicaragua a finales de los años 1960 y durante las décadas de 1970 y 1980, los hermanos Carlos Mejía Godoy y Luis Enrique Mejía Godoy, el grupo Pancasán, Pablo Martínez Téllez y el Dúo Guardabarranco (Salvador y Katia Cardenal) harán lo mismo con la Revolución Sandinista. Aunque estos últimos también abarcaron a profundidad temas medioambientales y de defensa de los animales.
En Guatemala, Tito Medina y Kin-Lalat, desde la clandestinidad y en giras internacionales se identifican públicamente con los sectores revolucionarios alzados y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, en tanto que la Estudiantina de la Universidad de San Carlos, el Círculo de Cantautores, Canto General, mantienen una línea más discreta que les permita mantener los espacios públicos. En El Salvador, Yolocamba I Ta, Banda Tepehuani, Cutumay Camones cantan abiertamente por el FMLN.
En Uruguay, también el famoso canto popular, con Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Aníbal Sampayo, Tabare Etcheverry, Numa Moraes, Los Olimareños, José Luis Guerra, José Carbajal, Quintín Cabrera, Los Zucará y Pablo Estramín, entre otros.
La música latinoamericana utiliza una gran variedad de instrumentos, como instrumentos de percusión, de viento y de cuerda:
Percusión
Los instrumentos de percusión latinoamericanos incluyen cajón, claves, metalófono y xilófono. Las maracas son un instrumento idiófono que se toca normalmente en pares y se utiliza para marcar el ritmo.
Viento
Los instrumentos de viento latinoamericanos incluyen.
Cuerda
Los instrumentos de cuerda latinoamericanos incluyen. La rica tradición ibérica de instrumentos de cuerda se extendió rápidamente por toda América Latina con la llegada de los colonos.
*Consorcio del capítulo sur, de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario