Fernando G. Castolo
Así
como hace cuatro años tuvimos el infortunio de ser copartícipes de
la gran pandemia que azotó a la humanidad, conocida como Covid-19,
así mismo hace 191 años la población sufrió los embates de la
epidemia del Cólera Morbus, la cual causó gran mortandad en el
territorio municipal.
En el acta de Ayuntamiento del 31 de
enero de 1833 se da cuenta de un comunicado del Supremo Gobierno del
Estado, sobre la presencia del Cólera Morbus en el territorio de
Chiapas, por lo que se exhorta a la población a que guarden las
debidas medidas de salubridad, a fin de evitar tan perjudicial
epidemia, y señalan: “que el oro de medalla o platina de cobre
toque a la cutis preserva el contagio”.
Exhortan a que no se
expenda al público pan de harinas hediondas, a que se tenga una
escrupulosa limpieza en el interior de las casas, evitando basuras y
aguas corrompidas, así como de otras materias capaces de infestar el
aire.
Las noticias se dan muy continuas en las respectivas
actas de Ayuntamiento, todas alarmantes, hasta que se llega a la
correspondiente al 7 de agosto de 1833, en que se dice que la
epidemia del Cólera Morbus ha comenzado en la población a causar
sus estragos, por lo cual se ha conformado una Junta Patriótica de
Sanidad en la cual participan el Señor Cura y el Alcalde, así como
otros sacerdotes, regidores y facultativos de la medicina.
Se
ha prohibido, en consecuencia, mediante un Bando Oficial, el consumo
de toda clase de frutas secas, carnes secas y saladas, y pescado
salado; así como las reuniones numerosas, las serenatas o fandangos
en patios o calles. Se prohíbe, igualmente, el consumo de pulque y
tepache, por el fermento que contienen. Y se exhorta para que los
Comisarios de cada Cuartel den parte diario al Alcalde de los
enfermos o muertos que haya.
Las víctimas presentaban vahídos,
aturdimiento, dolor de cabeza o de estómago, frialdad del cuerpo,
torzones, vasca o deposiciones; a los que se les recomendaba
cocimientos endulzados con hojas de naranjo agrio, tan caliente como
lo puedan tomar.
Se ha solicitado al Obispo de Guadalajara que
auxilie a la población con más eclesiásticos, dado que es mucha la
necesidad y pocos los ministros que hay. Y se ha ventilado la
oportuna idea de generar un Campo Santo, extramuros de la ciudad,
para dar cristiana sepultura a las muchas víctimas que ya ha cobrado
el Cólera Morbus.
Finalmente, en el acta de Ayuntamiento del
30 de septiembre de 1833, se ventila que la asoladora epidemia del
Cólera Morbus que afligió a la municipalidad, privó de la
existencia a más de mil cien de sus habitantes, de todas clases y
sexos, y se informa que, al parecer, se logró erradicar en la
población la mortal epidemia.
Historiador e investigador.
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