Mariano Cariño Méndez
Imagina
un grupo de prisioneros encadenadas dentro de una caverna desde su
nacimiento, solo pudiendo ver sombras proyectadas en una pared frente
a ellos. Estas sombras, creadas por un fuego detrás de ellos y
objetos pasando entre el fuego y los prisioneros, son la única
realidad que conocen. Esta situación no fue permanente, un día uno
de los prisioneros se libera y sale de la caverna para explorar lo
que existía más allá, conoce la luz del sol, los colores, objetos
verdaderos, las estrellas y la luna. El prisionero regresó a contar
los nuevos descubrimientos, los demás cautivos negaban todo
descubrimiento y se negaban a aceptar una realidad distinta a la de
las sombras, ya que es lo único que conocen y les resulta más
cómodo. El sujeto liberado avanzó en su conocimiento del mundo y se
dio cuenta que las sombras no lo eran todo. Este relato es el mito de
la caverna de un filósofo llamado Platón.
Tan lejos del
siglo IV a. de. C, cuando Platón escribió su obra República, pero
tan cerca de las sombras que tienen sumida a la sociedad en la
especulación. El desarrollo de las ciencias particulares ha
permitido al hombre superar los problemas fundamentales del
conocimiento del mundo. Gracias a este avance, hay planteamientos y
dudas que ya no caen en el campo de la suposición; ahora los
problemas recaen en el terreno de la práctica, de los resultados que
podemos obtener a través de la aplicación del conocimiento
acumulado a lo largo del tiempo.
El estudio científico de la
realidad ha permitido conocer a plenitud todos los fenómenos
sociales que reflejan la situación en un momento determinado de un
país. Sin embargo, los resultados no siempre son alentadores.
Tomemos como ejemplo a México: somos el decimotercer país, ¡de un
total de 195!, con el PIB más grande del mundo según datos del
Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2023, una riqueza que no se
manifiesta entre los cientos de familias que viven situaciones
difíciles día con día. Somos un país muy rico pero muy pobre; tan
solo 294 mil personas en México concentran 60 de cada 100 pesos de
la riqueza nacional, según datos de OXFAM. Según datos de CONEVAL,
46.8 millones de personas viven en pobreza en México y nueve
millones padecen pobreza extrema. Algunos aventureros podrían asumir
que son “pobres porque no trabajan”, pero eso es una mentira. El
trabajador mexicano es de los que más laboran en el mundo, con una
jornada anual de 2,226 horas. Trabajan y trabajan, pero no ven
materializado el producto de su esfuerzo.
Júzguelo usted mismo:
observe a la clase trabajadora del país, de su estado, de su
municipio, de su ciudad y vea las condiciones en las que viven.
Las
cosas son graves en nuestro país, nos guste o no, aunque los
gobernantes quieran adornarlas para “disminuir” su impacto. En
reiteradas ocasiones hemos escuchado con gran “elocuencia y
vehemencia” un sin fin de discursos de presidentes municipales,
diputados locales, gobernadores, diputados federales, senadores e
incluso del mismísimo presidente de la república, diciendo que las
cosas van mejorando, que la situación es espléndida para todos,
pero aquí sería bueno preguntarnos si lo que dicen refleja lo que
realmente ocurre a nuestro alrededor o solo es un discurso que
refleja una situación distinta a la nuestra, una situación
imaginaria sacada de un cuento de hadas, el problema de reflejar algo
distinto a lo que vivimos miles de mexicanos es que las políticas
públicas están encaminadas a resolver ese “mundo imaginario” y
no el que vivimos.
El Movimiento Antorchista Nacional, desde
hace más de 50 años, como el prisionero que logró escapar de la
caverna y conocer el sol, la luna y las estrellas, ha planteado los
problemas de los que somos víctimas en el país y la manera en la
que se manifiestan en los diferentes sectores. Sin embargo, no se ha
limitado a interpretar esta situación lacerante; se ha puesto manos
a la obra para modificarla y construir, en los hechos, una patria
distinta, más equitativa y justa para todos los mexicanos. Pese a
ello, los ataques a la única organización que no ha sucumbido, y
nunca sucumbirá, a la 4T y su “transformación” han sido
constantes. Antorcha ha sido víctima de los más “hábiles”
subterfugios para llenar a la sociedad de prejuicios que no tienen
ninguna comprobación, pues los ataques son los mismos de hace cinco
décadas y aún no pueden demostrarlos. ¡Vaya 'genios'!
Los
mexicanos debemos desarrollar un criterio propio, que esté basado en
los datos científicos que reflejen el entorno en el que vivimos,
comprender correctamente el origen de los problemas sociales de los
que somos víctimas y corregirlos de manera inmediata, juntos, como
un solo hombre y un solo ideal, a eso llama el Movimiento
Antorchista. Conozcamos nuestra sociedad y usemos la ciencia social
para desterrar a todos aquellos politiquillos de pacotilla, como los
de la 4T, que pretenden engañar a la sociedad con datos y juicios
que reflejan una sociedad imaginaria. No seamos como los prisioneros
de la caverna que se limitaron a las sombras y se negaron a conocer
más allá de lo que veían, la situación actual exige que rompamos
las cadenas y salgamos de las profundidades, no debemos desconocer la
realidad porque mañana podrá ser demasiado tarde. Que conste.
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