Pedro Vargas Avalos
En nuestra nación funcionan siete -ahora ya seis, pues el PRD, pasó a mejor vida luego de las elecciones del 2 de junio- institutos políticos que son los que se disputan el poder cada que se realizan comicios. Esa es la llamada partidocracia, es decir, “Situación política en la que se produce un abuso del poder de los partidos” (Real Academia Española). Situándonos en contexto, podemos entrever el marasmo que sacude a ese fenómeno partidista.
Por su orden cronológico figura primero el Partido Revolucionario Institucional (fundado como Partido Nacional Revolucionario (PNR), desde el poder federal el 4 de marzo de 1929, por el llamado Jefe Máximo de la Revolución, Plutarco Elías Calles). Por cierto, que el 30 de marzo de 1938, el General Lázaro Cárdenas, quien arribó al poder ejecutivo (1934-1940) con bendición del aludido Calles, para sacudirse su hegemonía lo expulsó del país el 10 de abril de 1936, y así concluyó con su “Maximato”. Enseguida el mandatario transformó a dicho organismo matizándolo de socialismo y auspició se llamara PRM (Partido de la Revolución Mexicana), el cual fenecería el 18 de enero de 1946, bajo la presidencia del Gral. Manuel Ávila Camacho: desde tal fecha, hasta la actualidad se le denomina Partido Revolucionario Institucional (PRI). Como ya se sabe, desde el ya remoto año de su creación, fue un partido hegemónico, omnipotente, siempre atado al liderazgo del presidente de la república en turno, menos cuando perdió la silla presidencial, (2000-2012) recuperando su control en el sexenio de Enrique Peña Nieto -2012-2018- bajo la divisa de que era el nuevo PRI, pero que a la postre resultó entreguista y corruptísimo, culminando la etapa del neoliberalismo iniciado con Miguel de la Madrid Hurtado en su periodo 1982-1988. Con el sucesor de éste -Carlos Salinas de Gortari-, arquetipo neoliberal, se inició la época del prianismo, es decir, la alianza virtual del PRI con el PAN, concubinato que duró hasta el 2018, aun cuando en contiendas electorales y como oposición, sigue actuando de tal manera, a pesar de que, en documentos y verborrea, han sido archienemigos. Por eso a su liga se le califica como antinatural, probando que la conveniencia politiquera demuestra que la ideología sucumbe ante la componenda.
El segundo de
los institutos partidistas nacionales es el PAN -Partido Acción
Nacional- que nació el 15 de septiembre de 1939, impulsado por el
Lic. Manuel Gómez Morín, chihuahuense que tuvo el apoyo entre otros
personajes, de los abogados jaliscienses Efraín González Luna y
Rafael Hernández Preciado. Se asegura que los aspectos económicos,
principios de doctrina y el programa de acción los inspiró Gómez
Morín, mientras que los conceptos de nación, la familia y el Estado
fueron elaborados por el lúcido autlense González Luna. A esta
institución la inspiró su antagonismo al PRM, su apego al
cristianismo, a la propiedad y la libre empresa, así como profesar
valores sociales catalogados conservadores, de allí que al partido
se le estima de derecha. Su lema se orientó por un discurso de su
fundador: “Por una patria ordenada y generosa y una vida mejor y
más digna para todos”. Sus primeros triunfos electorales fueron de
carácter legislativo: diputados en 1946 y al año siguiente la
presidencia municipal de Quiroga, Michoacán. Luego hubo un
Ayuntamiento en Jalisco y para 1952 su primer candidato presidencial
fue el jalisciense Efraín González Luna. En 1989, en Baja
California, Ernesto Ruffo Appel logró ser el primer gobernador
panista, con lo que un partido de oposición ganó una entidad
federativa. Finalmente, ya en pleno prianismo, arribó en 2000 a la
presidencia de la república un trivial personaje, Vicente Fox, al
que le sucedió en controvertida elección en 2006, “haiga sido
como haiga sido”, el aciago Felipe Calderón. A partir de este
tiempo, uncido al prianismo, volvió a declinar el partido
blanquiazul.
El que debería ser tercer partido por orden de fundación (5 de mayo de 1989) porque a la fecha es virtual desaparecido, es el de la Revolución Democrática, surgido por el empuje entre otros personajes, de Cuauhtémoc Cárdenas. El antecedente fue la unión de partidos de izquierda y la disidencia priista que bajo las siglas de FDN (Frente Democrático Nacional) se enfrentó al candidato oficial (Carlos Salinas), quien en embarazosos comicios (6 de julio de 1988) y tras la “caída del sistema” que anunció el Secretario de Gobernación Manuel Bartlett, dieron un sospechoso triunfo al que luego fue el “villano favorito” del país: impulsó el neoliberalismo, despojó a la nación de sus empresas, golpeó al sistema ejidal, y a la izquierda dijo que “no la veo ni la oigo”. Este michoacano -Cárdenas- triunfó en elecciones para gobernar el Distrito Federal, y luego lo asegundó Andrés Manuel López obrador el año 2000. El esplendor perredista mayor fue en 2006, cuando casi alcanza la presidencia de la república con AMLO como candidato. La asunción de puestos claves del organismo por grupos (tribus y clanes) internos, hizo que el exlíder y excandidato presidencial López Obrador, saliera del perredismo y fundara una asociación que luego sería el Partido de la Revolución Democrática. El partido quedó dirigido por los llamados “Chuchos” -Jesús Ortega y Jesús Zambrano- con sus incondicionales del círculo “Nueva Izquierda”, quienes se aliaron al prianismo de Calderón y Peña Nieto. Descarriados de plano, de tumbo en tumbo se quedaron sin gubernaturas, resultando que a la fecha esos “líderes” lo han sepultado: luego de las elecciones del 2 de junio reciente y su nefasta alianza con el PRIAN, al no conservar su registro.
El siguiente Partido cronológicamente considerado, es el que nació en 1986 impulsado por el priista michoacano Jorge González Torres, (hermano del célebre Doctor Simi, Víctor González Torres) como Partido Verde, quien logró participara electoralmente en 1991, con el nombre de Partido Verde de México. Sin embargo, se logró el registro del organismo en 1993, ya con el nombre de Verde Ecologista de México (PVEM) en cuyo proceso inmediato (1994) compitió como aspirante presidencial. Dicho personaje, con su discurso sobre ecología y animalismo, ha sido considerado el dueño del organismo al que dirigió hasta 2001, heredando la dirección a su hijo Jorge Emilio González Martínez, bautizado como “el niño verde”, de pésima fama por sus desplantes y actos tildados de corrupción. El, como si fuese dueño de la institución, dice quien manda. El partido ha participado en alianzas con el PAN (2000) para triunfar con Fox, aun cuando luego se separó porque el baladí presidente no cumplió sus compromisos. Enseguida se alió al PRI de Madrazo y mantuvo su apoyo priista con José Antonio Meade, hasta que, en 2018, con acierto se sumó a la coalición “Juntos Haremos Historia” encabezada por MORENA. No se puede entonces afirmar cual sea su ideología efectiva, pues se une a conveniencia con cualesquiera.
El Partido del Trabajo (PT) es un instituto fundado en la
capital mexicana tras unirse varias organizaciones sociales, el 8 de
diciembre de 1990, siendo primer mandatario el inefable Carlos
Salinas. Es un partido de izquierda que cuenta con el apoyo de
diversos sectores populares, regionales e internacionales. De sus
fundadores, destacan Alberto Anaya Gutiérrez, Gonzalo Yáñez, María
Guadalupe Rodríguez, Pedro Vázquez González y Ricardo Cantú Garza
y Reginaldo González. Su lema es «Unidad Nacional, ¡Todo el poder
al Pueblo! Su registro lo alcanzó en 1993, y concurrió con
candidata presidencial en 1994 (Cecilia Soto) participando en lo
sucesivo en alianzas con otros partidos, hasta llegar a la
presidencia (2018) con Amlo en la coalición “Juntos Haremos
Historia”. Alberto Anaya Gutiérrez, quien ha sido diputado federal
y senador en varias legislaturas al menos desde 1988, tomó la
dirigencia del PT a partir de 1994 y continúa como propietario de
tal investidura.
Viene en cuarto lugar cronológico, el partido
Movimiento Ciudadano (PMC o simplemente MC) calificado como de
centroizquierda. Fue fundado por Dante Delgado Rannauro, (priista
veracruzano protegido de su paisano el temible salinista Fernando
Gutiérrez Barrios, de quien fue sucesor en 1988 en la gubernatura de
su estado, hasta 1992). Dante Delgado fue procesado penalmente en
1994 por desvío de fondos -450 millones de pesos-, pasando un año y
tres meses en prisión. Ya liberado, renunció en 1996 al PRI y el 1
de agosto de 1999 fundó el partido Convergencia por la Democracia.
En 2002 se acortó el nombre a Convergencia y en 2011 adoptó
su nombre actual de Movimiento Ciudadano. Conquistó (2018)
electoralmente el Estado de Jalisco, en base al grupo alfarista (de
Enrique Alfaro, actual gobernador) y en 2021, se hizo de la
gubernatura de Nuevo León. A Delgado se le considera el amo absoluto
de MC, calificado como de centro izquierda, pero realmente sujeto al
antojo del antedicho personaje, o localmente al de sus aliados: en
Jalisco, es proverbial su controversia con Alfaro.
El más
joven partido nacional, es el Partido Movimiento de Regeneración
Nacional (Morena) creado en 2011 como una asociación civil dedicada
a impulsar la democracia y la defensa de la soberanía de México,
teniendo como líder al actual presidente de México, Lic. Andrés
Manuel López Obrador. Este dirigente de oposición, desde 1994 en su
natal Tabasco enarboló principios democráticos, nacionalistas y de
redención social. Si bien fue priista desde 1976 con el poeta Carlos
Pellicer, y enseguida con Leandro Rovirosa Wade, fuerte impulsor del
indigenismo (1977-82), con el avanzado Enrique González Pedrero, se
sumó entusiasta y en su administración dirigió acciones sociales
que lo llevaron a dirigir (1983) al priismo en su Estado, lo cual
hizo con espíritu tan confrontado al corporativismo tricolor -que lo
acusó de socialista-, que hubo de salir de la dirigencia y emigrar
al DF. Escribió dos libros y su tesis, revelando su credo
mexicanista. En 1988 se suma a la corriente democrática que buscó
democratizar al PRI, lo que, al no lograrse, se transformó en el
Frente Democrático Nacional, movimiento que lo proyectó como
candidato a gobernador de su tierra, la que recorrió y alertó sobre
el clima de autoritarismo y represión que imperaba. En 1989 se crea
el PRD y él lo dirige estatalmente en Tabasco. En los comicios de
1991 hubo tal cúmulo de fraudes, que Andrés Manuel decidió
realizar una protesta denominada “Éxodo por la Democracia”, en
la que encabezó una marcha a pie que inició en Villahermosa
—capital de Tabasco— el 25 de noviembre de 1991 y concluyó en la
Plaza de la Constitución de la Ciudad de México el 11 de enero de
1992, con un discurso ante 40 mil simpatizantes: se acordó con el
gobierno federal se anularan varias elecciones municipales y la
renuncia del ejecutivo tabasqueño. Ese año se sumó a Heberto
Castillo, quien compitió para gobernar Veracruz. Para 1994 volvió a
ser candidato para ejecutivo de Tabasco, compitiendo contra Roberto
Madrazo, quien, con exceso de recursos, trampas y apoyos federales,
se hizo del triunfo electoral. El 22 de abril de 1995, López Obrador
inició la Caravana por la Democracia, marcha hasta la Ciudad de
México, ampliado su defensa no solo de la democracia sino de los
recursos de la nación, especialmente del petróleo.
Ya curtido en la
lucha oposicionista, dirigió al PRD (1996-1999) partido al que hizo
la segunda fuerza política en la Cámara de diputados, primera del
DF y conquistó algunas Entidades federativas. Luego el mismo fue
gobernador del DF por el PRD (2000-2005) venciendo al panista
Santiago Creel. Amlo criticó duramente al régimen priista por haber
auspiciado el FOBAPROA; publicó su sexto libro “Un proyecto
alternativo de nación: Hacia un cambio verdadero”, e instauró las
pensiones para adultos mayores, lo que junto a su singular labor en
el DF, le dio suficiente perfil para aspirar a la presidencia de la
república, por lo que sus adversarios (encabezados por Fox y los
priistas) le instrumentaron el desafuero, culminado en abril de 2005.
Fueron connotados defensores de AMLO no solo su partido y
dirigencias, sino los escritores Carlos Monsiváis y Elena
Poniatowska, y junto a ellos, miles y miles de ciudadanos. El
ministerio público se desistió de su acción, el procurador de
justicia federal renunció y AMLO quedó en posición de llegar a la
candidatura presidencial, desplazando a Cuauhtémoc Cárdenas. Luego
vino la elección de 2006, que para muchísimos observadores fue un
fraude para impedir que la izquierda arribara al poder; entonces el
triunfo se le dio de manera ajustadísima (menos de uno por ciento)
al panista Felipe Calderón, quien al responder una pregunta de la
periodista Dennisse Maerker, quien le indicaba lo turbio del proceso
(recordemos que increíblemente el IFE autorizó una campaña contra
Amlo, diciendo que “era un peligro para México” y se adjuntaba
una foto del venezolano Hugo Chávez) atinó en contestar: “como
dicen en mi tierra, ya si ganó, haiga sido como haiga sido”. La
evidente confabulación del IFE, el Tribunal Electoral, la
Presidencia de la república, el Consejo Coordinador Empresarial,
etc., contentos porque no se autorizó el conteo “voto por voto
casilla por casilla” hicieron que Amlo pronunciara la frase “Al
diablo con sus instituciones”. Vino la toma de la avenida Reforma y
el establecimiento de un “gobierno legítimo” del cual fue Amlo
su presidente, según lo aprobaron sus partidarios en un monumental
mitin en el zócalo de la capital el 16 de septiembre; la protesta
del cargo sería el 20 de noviembre. El gabinete que lo acompañó
tenía entre otros miembros, a José Agustín Ortiz Pinchetti,
Bernardo Bátiz; Octavio Romero Oropeza, Claudia Sheinbaum Pardo y
Bertha Luján Uranga (madre de Luisa María Alcalde). El suceso se
tomó por sus organizadores como el medio pacífico para evitar que
la exacerbación socio-política estallara violentamente.
Con
lo anterior, queda referido el profundo movimiento que precedió a la
fundación de MORENA el 2 de octubre de 2011, año en que Calderón
y su “Guerra contra el narcotráfico” habían puesto de relieve
la vulnerabilidad de las instituciones -policíacas, militares y
políticas de seguridad mexicanas –infiltradas o de plano cooptadas
por el hampa, según se comprobó en el proceso contra Genaro García
Luna– sino también el nivel de penetración social que los
cárteles tenían en muchas regiones del país. Ahora, AMLO fue
candidato del “Movimiento Progresista”, conformado por MC, PRD,
PT y los flamantes morenistas, frente al inflado priista Enrique Peña
Nieto y una panista desamparada, Josefina Vázquez Mota. Así se
llegó a los comicios presidenciales de 2012, confeccionados por las
oligarquías mexicanas, la complacencia del PRIAN y la complicidad
del gobierno calderonista. Ya sabemos que el priista Enrique Peña
Nieto, preparado por los oligarcas mencionados, obtuvo el triunfo por
compra de votos. Amlo señaló y no reconoció como legal el hecho,
declarando: “Aunque nos sigan atacando y nos acusen de malos
perdedores, de locos, de mesiánicos, de necios, enfermos de poder y
otras lindezas, preferimos esos insultos a convalidar o formar parte
de un régimen injusto, corrupto y de complicidades que está
destruyendo a México”. (Milenio, 31 agosto 2012). Dos semanas
después se desliga definitivamente del PRD y se dedica a Morena,
-transformada en asociación civil el 20 de noviembre inmediato- y
defender el ramo energético, amagado por el Pacto de México y el
entreguismo peñanietista, respaldado por el PRI, PAN y PRD. Para el
uno de agosto de 2014, Morena fue reconocido por el INE como partido
político nacional. De esa forma Amlo se preparó para ser por
tercera vez candidato presidencial, declarando el 13 de noviembre de
2016 a “Sin Embargo”, en la finca familiar “la Chingada” de
Chiapas, que “Si el pueblo de México se manifiesta en 2018 por un
cambio de fondo y me da su confianza” trabajaría con ahínco
inspirado por Morelos, Juárez, Madero y Lázaro Cárdenas, “ pero
si la mayoría de la gente dice que no me quiere gobernando o los de
la mafia del poder nos lo impiden, entonces sí me iría literalmente
a La Chingada”.
El domingo uno de julio de 2018, con un
53.19 % de votos, el pueblo de México llevó al poder ejecutivo
federal al primer aspirante de izquierda, Andrés Manuel López
Obrador, seguido por el panista Ricardo Anaya con 21.27% y alejado el
tricolor J. Antonio Meade con el 16.41%. El uno de diciembre asumió
su cargo y desde entonces, a pesar de la férrea oposición del
prianismo y los restos del perredismo, las oligarquías, casi todos
los medios de comunicación tradicionales, muchísimos empresarios
(nacionales y extranjeros) así como sectores conservadores de la
sociedad, agraviada la situación por la pandemia del COVID y los
acosos del gobierno gringo de Trump, el lopezobradorismo se ha sabido
ganara las mayorías populares, lo cual se ratificó en los comicios
presidenciales del 2 de junio, cuando su candidata Claudia Sheinbaum,
se alzó con un aplastante triunfo de casi 36 millones de votos (casi
60%) sobre la aspirante del PRIANRD, Xóchitl Gálvez, que apenas
logró el 27.45% y el aspirante de MC, solo un modesto 10.32%. A ello
debemos agregar que los partidarios de la Cuarta Transformación (4T)
le dieron la mayoría calificada en las cámaras baja (diputados) y
casi también en la alta(senado); el gobierno de la ciudad de México,
que sumados a los Estados ya ganados, ahora en total 24 Entidades
federativas de 32, estando pendiente aún la de Jalisco, que se busca
se declare nula, y la inmensa mayoría de congresos locales, se puede
afirmar que están en la cumbre.
En cambio, los partidos de
oposición se ven en severos predicamentos: el PRD, ya perdió su
registro. El PRI, relegado a partido chico, aturdido en un pleito
feroz por su control, entre viejos cuanto destacados militantes y su
actual dirigente -Alejandro Moreno- llamado “Alito”, con
acusaciones diversas de abusos, enriquecimientos ilícitos y
malversación de fondos, que tortuosamente quiere perpetuarse en la
presidencia del partido. “Bajo su mandato, que ahora trata de
prolongar hasta 2032 retorciendo los procesos legales, el PRI ha
perdido todo lo que podía perder: los territorios que antaño fueron
del tricolor, incluido el Estado de México, incluido su propio
Estado, Campeche…las últimas elecciones, que han dejado su bancada
en los huesos, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados;
millones de militantes, de base y de renombre, han tomado otros
rumbos. En estas últimas semanas, el partido es apenas un club
privado” (El País, 13-VII-2024), lo que da credibilidad a la
sentencia que pronunció Aurelio Nuño Mayer, ex Secretario de
Educación Pública: “Alito será el sepulturero de uno de los
partidos más importantes de México. (...) Perdió la brújula”.
(Milenio, 12-VII-024).
Por lo que ve al PAN, basta con
presenciar la discusión entre su dirigente Marko Cortés, el
expresidente Felipe Calderón y Javier Lozano (sapo de pus) quien lo
insultó con palabras soeces, como “cobardía” por no defender a
Genaro García Luna, “por eso estamos tan jodidos”, precisando
que era pésimo dirigente. Entonces contestó Markitito, diciéndole
que hablaba así enojado porque no se le concedió una curul. En
redes sociales, Calderón reprochó a Cortés por no haber inscrito
para legislador a un destacado panista, y en cambio él si se auto
incluyó a pesar de ser uno de los peores oradores, y como
“presidente del PAN, el que más daño le ha hecho en la historia a
ese partido…” Cortés, enojoso le dijo que él -Calderón- dejó
sola a la aspirante Josefina Vázquez Mota, y luego le pidió
explicaciones sobre Genaro García Luna, causa según él de la caída
electoral, husmeándole al expresidente, ¿o no te enterabas de lo
que sucedía en tu gobierno?” (El Financiero, 2-VII_024). En una
misiva, 13 exgobernadores y militantes del PAN, entre los que
destacan Francisco Ramírez Acuña, Francisco Barrio Terrazas,
Fernando Canales Clariond y Juan Carlos Romero Hicks, enviaron una
carta contundente a Marko Cortés, planteándole “renovarse o bien,
irse”.
En cuanto a los demás partidos, con dueños de su
padrón limitado y acaparadores de jugosas prerrogativas, no tienen
otro sendero que seguir siendo “pedacera”, así se ofrezcan como
tercera vía (MC) fallida, opciones de izquierda ilusa (PT) o no ser
-cual lo expresó el periodista Julio Hernández: ni partido, ni de
verdes; ni mexicanos, ni ecologistas, es decir “el partido de las
cuatro mentiras”. Eso sí, jugosa maquinaria para el niño verde y
sus contlapaches.
Por ello concluimos: So pena de palidecer
aún más, los partidos políticos mexicanos, deben reestructurarse,
empezando por transparentar los métodos de afiliación y adhesión,
refrescar sus declaraciones de acción y de principios, fortalecer
los procesos de democracia interna y trabajar en procesos de
formación política. En pocas palabras, ganarse la confianza del
pueblo, formar cuadros genuinos y renovarse integralmente a fondo, o
en contrapartida, prepararse para extinguirse. De tal magnitud es el
marasmo de la partidocracia azteca.
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