Ing. Francisco Javier Sánchez Gómez*
Una de las obras de mayor relevancia del perínclito José Vasconcelos (1882-1959) es el Ulises criollo, una autobiografía que manifiesta a un ser humano dispuesto a desarrollar todas sus facultades, por medio del conocimiento y de la acción. Tejiendo un paisaje literario sin recatos para su tiempo, repleto de una espiritualidad bucólica y anhelante de obras literarias, dispuesto a desentrañar el acontecer histórico y político de nuestra patria en el periodo revolucionario, que enmarcó en su acontecer la creación del México contemporáneo.
En la narración que es cronológica, manifiesta en un capítulo las vicisitudes que tuvo que experimentar el joven abogado José Vasconcelos, cuando ingresó al bufete Warner, su trabajo en este despacho le permitió viajar por distintos rumbos del país, y experimento la vida del México prerrevolucionario. Él se definía en ese entonces como un insurrecto “me indignaba de la miseria pública; disertaba contra los hacendados que compran palacios en París y dejan descalzos a sus labradores. Censuraba al Gobierno desentendido de las muchedumbres de pordioseros que acuden a las paradas del ferrocarril. La tiranía era cómplice de cada abuso, obstáculo de cualquiera enmienda; era menester derrocarla y el porvenir se arreglaría solo después; lo primero era conquistar la libertad”1.
En alguno de los acontecidos viajes, Vasconcelos hace la siguiente narración: “En otra ocasión me tocó caminar en compañía de Wilson y el banquero, que llamaremos Beckins. Capitaneaba la expedición el banquero, y el vellocino de oro lo constituía cierto testamento que lo nombraba albacea de cuantiosos intereses por Colima. El ferrocarril no pasaba entonces de Tuxpan. En este punto, dentro de sus mismas tiendas de lona, nos alojaron los ingenieros que construían la vía. En una especie de bodegón remendado con tablones, los cocineros chinos del campamento nos sirvieron cena copiosa al estilo norteamericano”2.
Tuxpan funcionó como terminal de la vía férrea de Guadalajara hasta antes de 1908, fecha en el que el presidente Díaz inaugura el tramo Tuxpan, Colima y Manzanillo. Nuestro Ulises criollo debió de visitar estas tierras en esa temporalidad. Esta narración nos trasporta al pasado, vemos por ejemplo la utilización de empleados orientales en la construcción de las vías del tren, en este caso chinos como cocineros, pero también había japoneses, ya que muchos tuxpanenses llevan apellidos de esas latitudes, debido a que algunos de estos trabajadores se quedaron en el municipio y formaron familias. La atención a nuestro protagonista radica presumiblemente al bufete Warner, ya que en esos tiempos el poderío extranjero conjuraba enormes beneficios, y los despachos de abogados llevaban los contratos de las empresas extranjeras.
Vasconcelos profeso un amor a la épica homérica, y en especial a la cultura griega, como el mismo lo menciona en el programa televisivo denominado “Charlas mexicanas con José Vasconcelos” -en un tiempo lejano de la historia, hubo un país más ilustre de todos, que se llamó Grecia. Grecia logró el milagro griego de que tanto se ha hablado, gracias a dos factores opuestos, pero convergentes, la disciplina de los espartanos y la crítica de los atenienses-, por ello el mismo se autonombra Ulises en honor al afamado héroe homérico. Recomiendo ampliamente la lectura de la tetralogía autobiográfica de Vasconcelos: Ulises criollo (1936), La tormenta (1936), El desastre (1938) y El proconsulado (1939).
Como colofón, pudiéramos expresar que el terruño se presenta en lugares insospechados, y nos refleja un pasado que se resiste a perderse, donde la voluntad conjunta del ayer se trasformó en los hechos de hoy.
1.- Vasconcelos, J. (2012). Memorias I. Ulises criollo, La tormenta. Fondo de Cultura Económica. p.: 286.
2 .- Ibid. p.: 287.
*Consocio del capítulo sur, de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco.
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