Ramón Moreno Rodríguez
Los
que vivimos en la zona central del país, cuando viajamos por el sureste de
nuestra patria nos sorprende que por aquellos estados (Yucatán, Quintana Roo),
muchas personas hacen ciertas construcciones al revés (semánticamente hablando)
de lo que quieren decir y no es extraño escuchar la expresión “te presto cien
pesos” cuando en realidad quiere decir “préstame cien pesos”.
Muchos se admiran y se
ríen de tal fenómeno, pero no captan que esta curiosa construcción se puede dar
en cualquier lugar y nadie está a salvo de resbalar en esta casa del jabonero
que es el uso de la lengua. Todos estamos expuestos a las pifias. Por ejemplo,
en la ciudad de México se suele decir al revés la construcción “Se da pensión
nocturna” refiriéndose a automóviles que necesitan ser encerrados por las noches
para que no sean robados. Es frecuente ver letreros de tal jaez en los
estacionamientos públicos. Pues bien, nadie o casi nadie reflexiona que la
construcción fue dicha al revés, pues en realidad no se da, sino que se reciben
automóviles en pensión. Yo he tratado de explicar la diferencia de dar o
recibir los vehículos en pensión nocturna y simplemente no se aceptan mis
argumentos, me dicen que no entiendo de qué se trata.
Cuando pienso en mi
persistencia de querer explicar el error y la negativa a aceptar mis
argumentos, me digo que soy como un chilango que vacaciona por Mérida y trata
de explicar a un yucateco en qué consiste la confusión de dar algo en préstamo
o recibir esa cosa o dinero, simplemente no lo aceptará.
Pues bien, en los medios
de comunicación, sobre todo, y entre cierto círculo de habla formal y
burocrática se ha metido la costumbre de decir “le ofrezco una disculpa” o “le
doy una disculpa”, porque quien usa esta expresión ha cometido una pifia e
intenta enmendar su error. (En realidad se usa esta construcción con tanta soberbia,
que bien se nota que el supuesto apenado en realidad le importa un bledo
disculparse).
Pues bien, esta
construcción es exactamente igual que las ya dichas respecto de prestar dinero
u ofrecer pensión automovilística. Observe el lector que la construcción
tradicional de este tercer caso ha sido: le pido disculpas o mejor, le pido me disculpe.
Es decir, quite de mí la culpa que tengo por haber dicho tal o cual cosa.
Pues bien, en cierto
momento, por el fenómeno de la ultracorrección, de la que ya hemos hablado en
otras ocasiones, ha surgido, repito, principalmente en los medios de comunicación
audiovisuales, la peregrina idea de invertir la fórmula y en lugar de pedir
disculpas, dan disculpas, lo cual es un dislate, pues en realidad están
diciendo: usted ha cometido una pifia pero yo lo perdono, cuando supuestamente
ha querido decir he cometido un yerro en mi apreciación y le pido quite de mí
la culpa.
¿Por qué es incorrecto decir le doy una disculpa? Porque la palabra disculpa está formada por el prefijo de negación dis más la palabra culpa. Por lo tanto, quien pretende excusar su error no puede formular su petición dando razones al que escuche para quitarle la culpa pues el que escucha no ha cometido la pifia.
Hay otras maneras de
construir la fórmula si no se quiere usar el pronombre me (le pido disculpas, o
le pido me disculpe) que es quizá la causa por la cual se ha caído en la
confusión. Por ejemplo, se podría decir le pido me excuse, le ruego no atienda
mi dislate, no es eso lo que quise decir, etc. Pero mientras se insista en
enredar el posesivo personal me acompañado del prefijo dis- se está como el
burro alrededor de la noria: dando vueltas sin avanzar por ningún camino.
Hay otras muchas maneras
de cantinflear y cotidianamente me encuentro mensajes tan erráticos y risibles
como el anterior. La clave para no meter la pata en esos lodazales radica en la
sencillez; en la medida en que enredamos la cosa queriendo explicar y
sobrexplicar, más lo complicamos. En una ocasión leí en el estacionamiento de
una de esos pequeños minisupermercados que pululan por todos los rincones del
país, una advertencia que decía: Estacionamiento clientes comprando max 10
minutos se usara grua. ¡Más erratas no podía tener! Ningún signo de puntuación
que apoyara esa saturación de mensajes. Yo me preguntaba y ¿cómo le voy a hacer
para comprarle 10 minutos a este señor y como le hará él para vendérmelos?,
porque ofrece eso, vendernos un máximo de 10 minutos. Obsérvese que por lo
menos se trata de hacer llegar al público tres ideas y así como omitió los
puntos se saltó los acentos, y de tal manera es majadero y agresivo el mensaje,
que parece que la advertencia de usar represalias va en contra de los clientes
que ahí compren sus cigarros o sus chicles, porque el tiempo veo que es
imposible que lo pueda vender, que cada uno es dueño de cómo despilfarra o
ahorra tan precioso don que hemos recibido.
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Doctor en literatura
española. Imparte clases en la carrera de Letras Hispánicas en la UdeG, Cusur.
ramon.moreno@cusur.udg.mx
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