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jueves, 27 de junio de 2024

Observación del eclipse total de sol, del 28 de mayo de 1900, por Severo Díaz Galindo


 

Adrián Gil Pérez

 

 

El 28 de mayo de 1900 ocurrió un eclipse total de sol. En Zapotlán el Grande, el 3 de junio de 1900, Severo Díaz Galindo, comentó el suceso en el periódico “La Unión Católica”, órgano informativo de la sociedad del mismo nombre, cuyo fundador fue el Señor Cura Silviano Carrillo.



Severo Díaz Galindo nació en Sayula, Jalisco, el 8 de noviembre de 1876; fue ordenado sacerdote el 9 de septiembre de 1900; y de 1895 a 1903 impartió física y matemáticas en el Seminario Auxiliar de Zapotlán el Grande. Cuando Severo Díaz tuvo esta participación periodística, intitulada “la observación del eclipse total de sol”, contaba con 24 años de edad y estaba a tres meses de ser ordenado sacerdote. El periódico “La Unión Católica”, el 16 de septiembre de 1900, difundió “El domingo pasado [9 de septiembre de 1900] recibieron el Sagrado Orden del Presbiterado en la capital de esta Arquidiócesis [de Guadalajara], diecinueve jóvenes, entre los cuales se cuentan los señores Ambrosio A. Calvario, Severo Díaz, Antonio Solórzano, Everardo Pérez, Atanasio Figueroa y Juan Díaz Castro, alumnos que fueron de este Seminario Conciliar [de Zapotlán].


El texto de Severo Díaz, comentando el eclipse total de sol de mayo de 1900, desde su perspectiva de observación en Jalisco, está aderezado con un lenguaje literario y reconociendo la omnipresencia divina, constante a lo largo de su vida. Entonces indicó:

 




“Obedeciendo a los cálculos astronómicos vimos al astro rey opacar sus fulgentes resplandores y comunicar a la naturaleza en tinte de melancolía que revela la importancia vivificadora de esa luciente antorcha, bajo cuya dependencia se encuentra hasta el hombre mismo para quien ha sido colocado en el firmamento por la omnipotente mano del Creador. Afortunadamente estos fenómenos sólo duran unas pocas horas y vemos entonces suceder a la tristeza la dulce alegría de ese foco vivificador. Con razón los seres inconscientes resienten en su organismo la anomalía de sus funciones vitales, las bestias se esconden en sus madrigueras, y hasta el hombre civilizado paraliza su acción para entregarse a la contemplación de tan sorprendentes hechos.




Por comisión del Central seguimos minuciosamente la marcha de las temperaturas en el curso del fenómeno y creí conveniente participar el resultado parcial de mis observaciones, reservándome para exponer después lo que la discusión de todos nos traiga de nuevo para la ciencia. Antes de salir el sol el termómetro acusaba 16 grados, luego que salió se reveló un ligero ascenso, y entre 6 h. 15 m. y 6 h. 20 m. se produjo una notable mínima que fue periódicamente ascendiendo hasta el fin que se marcó 30 grados.


¿Qué nos revela este hecho? ¿es cierta la existencia del “sol interior[“] a cuyas radiaciones caloríficas están independientes de las magníficas radicaciones luminosas que son las más evidentes?


La ciencia moderna dirige actualmente sus escrutadoras miradas al astro rey, de donde toma importantísimos datos para la predicción de notables cambios atmosféricos; y ya de las manchas, ya del magnetismo terrestre íntimamente ligado a él, deduce teorías más o menos probables de aplicación práctica en la meteorología.  Puede decirse que la dinámica de la atmósfera, está íntimamente ligada a la dinámica del sol, y de aquí el empeño de querer encontrar esa misteriosa clave, futura reveladora de la ciencia previsora del tiempo.





Ya el inmortal Fraunhofer [inventor del espetroscopio] con la producción nítida de un espectro solar, había reparado la triple radiación solar, luminosa, calorífica y química; pero ha sido necesario más de medio siglo para venir a comprender que el sol nos ha engañado por más de muchos siglos haciéndonos localizar su poder radiante calorífico en el mismo punto de su poder luminoso: el origen de los rayos caloríficos está en el centro, en tanto que su foco luminoso lo es su doble atmósfera.  La localización de ese centro radiante es lo que persigue actualmente la ciencia.


Por esto las manchas están en relación directa con la cantidad de calor que emite el sol y que por esto regulan el mayor o menor grado térmico de la atmósfera; y he aquí bosquejado algo de ese cuerpo misterioso que a millares de leguas es el motor principal de esas ondanadas de materia gaseosa que más veces patentes causan los temibles ciclones de los océanos, otras bajo fecundante lluvia baña nuestros campos.


Que nuestros pequeños trabajos lleven un grano aunque sea, a aumentar la masa colosal de los conocimientos adquiridos, un ápice siquiera a los magníficos tesoros de ciencia regidos por el trabajo perseverante de nuestros grandes hombres.

 

 


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