Estamos
seguros de que Dios quiere que seamos felices, alegres y libres. No podemos
endosar la creencia de que la vida es un valle de lágrimas, aunque en ocasiones
haya sido justamente eso para muchos de nosotros. Pero es bien claro que
nosotros mismos forjamos nuestra propia desgracia. Dios no lo hizo.
Por
lo tanto, evite forjar deliberadamente una desgracia; pero si se presentan
dificultades, aprovéchelas como oportunidades para demostrar la omnipotencia de
Él.
—
Alcohólicos Anónimos, p. 133
Durante
años yo creía en un Dios castigador y lo culpaba a Él por mi desgracia. Me he
dado cuenta de que debo dejar las “armas” de mi ego a fin de tomar la
“herramienta” del programa de A.A. No me resisto al programa porque es un
regalo y yo nunca me he resistido a recibir un regalo.
Si
algunas veces sigo resistiéndome, es porque todavía estoy aferrado a mis viejas
ideas y “…el resultado es nulo”.
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