…
entonces pasamos al Sexto Paso. Hemos insistido en que la buena voluntad es
indispensable.
—
Alcohólicos Anónimos, p. 76
Los
Pasos Cuatro y Cinco fueron difíciles, pero valieron la pena. Ahora estaba
atascado en el Paso Seis y, desesperado, tomé el Libro Grande y leí esta parte.
Estaba afuera orando por lograr la buena voluntad, y al levantar la mirada vi
una enorme ave ascendiendo hacia el cielo. La vi de repente entregarse a las
poderosas corrientes de aire de la montaña. Arrastrada por el viento,
abatiéndose y elevándose, el ave hizo cosas aparentemente imposibles. Fue un
ejemplo inspirador de una criatura “dejándose llevar” por un poder superior a
ella. Me di cuenta de que, si el ave hubiera “tratado de recobrar los
controles” y volar con menos confianza, usando sólo su fuerza, habría echado a
perder su aparente vuelo libre. Este discernimiento me concedió la disposición
de rezar la oración del Séptimo Paso. No siempre es fácil reconocer la voluntad
de Dios. Debo buscar y estar listo para aprovechar las corrientes de aire, y en
esto me ayudan la oración y la meditación.
Ya
que yo, por mí mismo, soy nada, le pido a Dios que me haga conocer Su voluntad
y me dé el poder y el valor para cumplirla hoy.
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