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miércoles, 19 de junio de 2024

El PRD: un sepelio sin deudos


 

Salvador Encarnación

 

Desde que sus fundadores empezaron a abandonarlo, los días siguientes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) fueron amargándose poco a poco. Miopes ante la desbandada, sus dirigentes, los llamados Chuchos, siguieron una línea política de acercamiento al poder, como antes lo había hecho el Partido Acción Nacional (PAN). Pero sus historias fundacionales fueron distintas.  El PAN surgió como respuesta contraria al Cardenismo; en tanto el PRD lo fue en contra al poder (el PRI) que llevaba en ese entonces al país rumbo al neoliberalismo. Nace oficialmente el PRD el 5 de mayo de 1989, después del, ahora aceptado por la mayoría, fraude electoral en contra de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988.



            Era la época de Salinas. Tiempos difíciles para el naciente perredismo, sobre todo para sus líderes regionales: muertos por aquí y por allá en situaciones aún no esclarecidas. Al término de su sexto informe de gobierno y ante las insistentes protestas del perredismo, Salinas les contestó a los periodistas: “A esos ni los veo ni los oigo”. Sentencia que ilumina lo lejano que estaba el poder de las demandas de la ciudadanía. De inmediato, el caricaturista Naranjo dibujó a un Salinas con hacha acompañado de la sentencia: “Ni los veo ni los oigo… pero qué bien les atino”.


Las siguientes dos contiendas electorales nacionales, donde el candidato por el PRD fue Cuauhtémoc Cárdenas, se enfrentó a unas desiguales elecciones. “Sin piso parejo” en el argot xochitleco.  En la última, año 2000, ganó la presidencia el panista Vicente Fox. El PRI iniciaba su descenso.





            El PRD fue un partido que rompió con el bipartidismo que ofrecían el PAN y el PRI; sólo ellos eran los buenos. El PRD, en 2006, fue la segunda fuerza en la Cámara de Diputados y en ese año, oficialmente perdió la elección nacional por medio punto porcentual (0.5%). Otro fraude se dijo entonces, ahora en contra de Andrés Manuel López Obrador. Durante su vida política, 35 años, el PRD ganó varias veces la jefatura de la Ciudad de México, varias gubernaturas, diputaciones, senadurías y presidencias municipales. En un comparativo: al PAN le llevaron cincuenta años para ganar una gubernatura, la de Baja California. Al PRD le llevó ocho años en ganar la Jefatura de la ahora Ciudad de México.


             “Estamos a mano y en paz”, afirmó López Obrador el 9 de septiembre de 2012 cuando anunció su salida del PRD. Ahí mismo comunicó la formación de MORENA como partido. Junto con él, inició la mayor desbandada de militancia. 


            El 25 de noviembre de 2014, Cuauhtémoc Cárdenas, su fundador, anuncia su renuncia al partido por “desacuerdos” con la dirigencia. “Con esta fecha, de manera irrevocable, presento ante ese Consejo Nacional mi renuncia como miembro del Partido de la Revolución Democrática”. Con estas sencillas palabras iniciales, el ingeniero Cárdenas daba por terminada su relación de militancia perredista.





            Con el Peñismo, el PRD era un partido más en su apoyo. A manera de ejemplo está el Pacto Por México, donde los tres principales partidos, PRI, PAN y PRD se unieron para aprobar tres iniciativas de reforma propuestas por Peña. Para las elecciones de 2018 hizo alianza política con el PAN obteniendo una derrota ante MORENA con López Obrador como ganador. Y para este 2024, hizo alianza con el PRI y el PAN, y los tres partidos juntos fueron derrotados por MORENA. Y peor. El PRD no obtuvo el 3% de la votación válida nacional. Por lo que perdió su registro.


            Jesús Zambrano, el último presidente nacional del PRD, sostuvo en este fatídico para ellos, mes de junio: “Me duele decirlo, pero me toca hacerlo: ¡ya no existe más el PRD!”. Antes, echó culpas a diestra y siniestra. A nadie le importaron. La mayoría de sus otrora militantes, junto con otros simpatizantes, aún saboreaban la segunda victoria de MORENA.





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