miércoles, 19 de junio de 2024

Capturar al Poder Judicial


 


 Víctor Hugo Prado

 

 

La reforma constitucional del poder judicial va en firme a través del plan C, que le dará la mayoría calificada a Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados y muy probablemente en la de Senadores. Los objetivos que subyacen son purgar primero y luego capturar a la Suprema Corte, incluyendo al resto de los órganos judiciales de este país.



Fresco está el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador en la presentación de Iniciativas de reforma a la Constitución el 5 de febrero de 2024, refiriéndose a la necesidad de impulsar una iniciativa de elección popular de jueces señalando que “representen la pluralidad cultural, social e ideológica que conforman la nación”.  Que los “jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial, en vez de ser propuestos por el Poder Ejecutivo y nombrados por diputados y senadores en los Congresos, serán electos de manera directa por el pueblo, porque sólo el pueblo puede salvar al pueblo”.


Mediante el documento “Análisis técnico de las 20 iniciativas de reformas constitucionales y legales presentadas por el presidente de la República” que publica el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, existe uno en particular, de la autoría de César Astudillo cuyo título es La reforma al Poder Judicial. Efectos en el estatus y la mecánica de elección —por voto popular— de sus integrantes, a través del cual señala que, si bien los requisitos de elegibilidad para ministros, magistrados y jueces no cambian en lo sustancial, hay que mencionar que los perfiles de las personas que busquen ingresar al PJF van a variar de manera importante, porque dejarán de ser relevantes los perfiles que tengan conocimientos especializados, que dominen los principios de interpretación o que demuestren experiencia en el arte de juzgar, y es muy probable que se vean desplazados por quienes tengan alguna cercanía, o estén dispuestos a asumir compromisos con los grupos de poder político y los poderes fácticos que, en definitiva, tienen un interés directo en contar con juzgadores cercanos.





El argumento de que hay que elegir a los integrantes del poder judicial porque hay corrupción, no lo es tanto. La elección por voto popular de servidores no elimina la corrupción; ejemplos claros hay en diputados, senadores, alcaldes o gobernadores. Si el simple voto fuera suficiente para eliminar la corrupción, habría que elegir por voto directo a todos los servidores públicos.


Quedará en el recuerdo el nombramiento de jueces y magistrados por oposición con base en sus capacidades. Imperarán los méritos partidistas, la lealtad más que el conocimiento y diremos adiós a la división de poderes, a su independencia e imparcialidad. Grave el asunto.

 

 

 


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