Abel Pérez Zamorano*
Se presentó el más reciente libro del ingeniero Aquiles Córdova Morán,
líder del Movimiento Antorchista Nacional, evento donde tuve el honor de
participar. Comparto aquí algunos fragmentos particularmente relevantes de la
obra. Aplicando el método marxista de análisis, el autor hace una profunda
crítica de la “Cuarta Transformación”. Destaca, por ejemplo, su exposición de
las categorías de necesidad y libertad en el artículo “Pandemia, libertad y
muerte” (Pág. 199). Siendo un erudito, no cae en lo escolástico; como líder
social enriquece sus ideas pulsando constantemente el sentir popular. Y en
consonancia, nos advierte, no busca –al estilo del socialismo utópico–, hacer
razonar al gobernante (en nuestro caso estéril empeño), sino concientizar a los
trabajadores. No cae en el cuestionamiento corriente al presidente como
persona; sus miras son más altas: critica al sistema que “explica al
presidente”, a los intereses que determinan su política.
Concibe
al neoliberalismo (impuesto hace más de cuarenta años) como calamidad social,
agravada en este sexenio. Supuestamente para combatirlo, AMLO se forjó una
imagen de redentor que sustituye a la acción social organizada; atrajo
simpatías describiendo acertadamente la problemática, verbalizándola de manera
entendible, pero ya en el poder no supo qué hacer. Y esto no obedece solo a que
es “un improvisado total”, sino a un diagnóstico equivocado y un tratamiento
igualmente equivocado que agravó los males que pretendía curar.
Sin
arredrarse ante la “fama”, y agresividad, del gobernante, el ingeniero Córdova
advirtió con mucha anticipación que aquello no funcionaría; no como profeta a
posteriori, o arrepentido de última hora, que son legión. Vaticinó que, al
final del sexenio, el pueblo: “verá clara como la luz la verdad que ahora se le
hace difícil captar. Ese será el momento de iniciar un nuevo rumbo, mejor para
todos” (Pág. 215). Y bien, ¿cuál es el veredicto de la realidad, criterio
último de verdad? ¿Confirmó o desmintió aquellas premoniciones?
He aquí
solo algunos indicadores. Prometió AMLO no endeudar a México; resultado: en
2019 la deuda per cápita era de $109,918 pesos; en este este año, $126,818
(15.5% más). En el sexenio anterior el crecimiento del PIB promedió 2% anual; a
López Obrador le pareció impactante prometer 4%: el resultado, 0.9%. Los
homicidios con Felipe Calderón fueron 121,613; con Peña, 157,158; y con
“abrazos, no balazos”, hasta el 17 de enero sumaban 171,085 (Secretariado
Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública); siguiendo esa tendencia,
esta administración rebasará los 206,000: el sexenio más sangriento.
¿Y qué
pasó con aquello de primero los pobres? “Durante [el gobierno] de AMLO, la
riqueza de los cinco multimillonarios más ricos de México ha crecido el doble
que la de sus pares latinoamericanos, de acuerdo con un ranking de Bloomberg
[…] Personajes como Carlos Slim y Germán Larrea han visto un aumento
exponencial en sus fortunas. Y de hecho las dos personas más acaudaladas del
país han visto crecer su riqueza en más de 79,000 millones de dólares según
dicho índice, entre diciembre de 2018 y marzo de 2024” (Expansión, 11 de abril
de 2024). Y si la riqueza se acumula, ¿cómo habría podido reducirse la pobreza?
Según investigaciones científicas de los doctores Araceli Damián y Julio
Boltvinik, el número de pobres aumentó en diez millones, y hoy ronda los cien
millones.
López
Obrador equivocó el diagnóstico atribuyendo todos los males sociales a la
corrupción. Contra esa explicación falsa y simplista explica nuestro autor: “La
corrupción, pues, no es una variable independiente, sino derivada de la
preexistencia y acumulación de la riqueza creada por los obreros en las
fábricas del capitalista y por los campesinos. Nace de la exagerada e
irracional concentración de la riqueza así producida en unas cuantas manos,
mientras la inmensa mayoría de la población apenas tiene lo indispensable para
no morir de inanición. De aquí, y del afán de acumulación y de lucro que el
sistema mismo inocula en el alma de todos, nace la tentación de abusar del
cargo o del prójimo para hacerse rico a como dé lugar, para igualarse con los
millonetas, que son modelo de éxito y de ciudadano en el mundo del capital”
(Pág. 214). La acumulación es, entonces, inmanente al capital, producto de la
plusvalía, del trabajo no pagado; su causa no es moral, porque haya algunos
empresarios “malos”. La acumulación es una ley del desarrollo capitalista.
De la
4T, afirma el autor: “Que su verdadero propósito es, como dicen sus hechos,
renovar la cúpula financiera industrial del país, adelgazar al Estado mexicano
y debilitarlo frente a los poderosos intereses geopolíticos del imperio y
reforzar, ahora con el apoyo de un pueblo engañado, las cadenas que atan a
México al carro del imperialismo norteamericano a través del famoso T-MEC. Así
y solo así se explica el apoyo, expreso y silencioso, de Trump. Un nuevo
neoliberalismo maquillado de gobierno al servicio de los pobres” (Pág. 170). En
sensacional golpe mediático AMLO decretó el fin del neoliberalismo, hoy,
paradójicamente, rejuvenecido con apoyo popular. El triunfo de un neoliberal
con un discurso anti-neoliberal fue una jugada maestra del imperio. Véase el
artículo “Política exterior: palabras a la izquierda, hechos a la derecha”
(Pág. 272). Esta farsa no es una revolución, que es, como explica el autor, un
cambio estructural: la toma del poder por la clase social oprimida, para
distribuir la riqueza, no la simple “alternancia partidaria”, en vulgar quid
pro quo. Al respecto, recomiendo leer “¿Qué busca la reforma educativa? (Pág.
315). Así pues, la “Cuarta Transformación” es solo un pretencioso remedo de las
grandes gestas nacionales.
En
economía, advirtió oportunamente que repartiendo tarjetas no terminaría la
pobreza. Y acertó: solo han servido para comprar conciencias. Y cuestionó: ¿de
dónde sacará AMLO para costear las transferencias? Pregunta lógica, pues el
presidente rechazó obstinadamente aplicar impuestos a los más ricos: sacó el
dinero de las instituciones de bienestar social que liquidó, varias de ellas
durante su gobierno “porque hay corrupción”. ¿Pero no quedamos en que ya no
existe? Miente asimismo AMLO al decir que los apoyos se reciben sin intermediarios:
en realidad los entregan los servidores de la nación, activistas de Morena.
Señala
el autor la limitada eficacia de los aumentos salariales frente a la inflación.
“La inflación no es un fenómeno natural, como los ciclones y los terremotos; es
obra de los dueños del capital mundial, que no admiten jamás una disminución de
su ganancia. La inflación es, en esencia, una rebaja disimulada del salario:
los obreros consumen menos porque todo está más caro, aunque su salario nominal
siga siendo el mismo; las utilidades del capitalista, en cambio, aumentan
proporcionalmente” (Pág. 330).
En
política, explica cómo AMLO impuso una dictadura personal: suprimió la
presunción de inocencia, viola sistemáticamente el Estado de Derecho, y rompió
el equilibrio entre los poderes del Estado con un presidencialismo exacerbado,
peor que el de antes. Y “es el verdadero legislador de la 4T”: dominando el
poder legislativo avasalla al judicial, con lo que, de facto, encarna
simultáneamente los tres poderes, todo esto blindado con el “empoderamiento”
del ejército. Ver (por cierto, un modelo de análisis lógico) el artículo: “El
Ejército y la popularidad del Presidente” (Pág. 291).
Es
neoliberal AMLO pues deja inerme al pueblo al combatir las organizaciones
sociales (a excepción de las suyas y de los empresarios), aduciendo
¡corrupción! Y al pretender liquidar al Movimiento Antorchista ignorando sus
demandas populares, castiga realmente a campesinos y colonias marginadas, y
viola la Constitución. Burdas son las inconsistencias de su discurso infamante
y persecutorio. Vea usted esta joya: “en su mañanera desde Tapachula, Chiapas,
el Presidente lanzó el disparate de que Antorcha Campesina recibía diez mil
millones de pesos anuales de la antigua Sedesol. No sé si esta primera cantidad
le pareció insuficiente para escandalizar a su público y moverlo a condenar con
más energía a los Antorchistas, pero el caso es que seis días después, ahora
desde Palacio Nacional, dobló la apuesta: ya no son diez mil, sino veinte mil
millones de pesos lo que se llevaban los Antorchistas” (Pág. 305).
Hablando
de soluciones, el autor descarta el regreso al pasado neoliberal. Plantea una
transformación estructural pacífica mediante la toma del poder por las masas
educadas y organizadas, para instaurar así un nuevo modelo económico que no
implica suprimir el capitalismo en lo inmediato por decreto, pero sí su versión
neoliberal. “Con el poder político en manos del pueblo trabajador se puede
lograr que el capital privado se convierta en una poderosa palanca en la
generación de riqueza y bienestar para todos” (Pág. 220). Propone (único líder
social que se atreve) un régimen fiscal progresivo.
En fin,
este libro, escrito por mano maestra, es una referencia obligada. Ofrece una
profunda comprensión de la sociedad mexicana y sus graves problemas, y, ante el
fracaso del neoliberalismo “de antes” y el “de ahora” visualiza la ruta a
seguir. Luego de disfrutar esta excelente lectura, confirmará el lector lo aquí
dicho.
*Catedrático
e Investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario