José Luis Vivar
En
fechas recientes el Arq. Fernando G. Castolo, Cronista de Ciudad Guzmán,
publicó un libro titulado Lumaquela de Franco Beas. Se trata de un trabajo de
investigación sobre este personaje y su obra literaria, que suman treinta y
seis poemas. A primera vista podemos creer que es la biografía de alguien que
nació, se desarrolló y finalizó sus días en esta antigua Zapotlán. Pero no es
así. Un misterio discurre la vida de este poeta.
En primer lugar,
se trata de alguien llamado Francisco Beas, que según fuentes consultadas nació
en la ciudad de Ameca, Jal., el 8 de noviembre de 1881. Segundo, que radicó en
esta población a partir de 1906. No se sabe con exactitud a qué se dedicaba,
solo que era empelado particular. Tercero, que contrajo matrimonio con la
señorita María Palomino el 8 de mayo de 1912. Más adelante nos enteramos que
tuvo tres hijas en diferentes periodos y que la muerte ensombreció su
existencia con el fallecimiento de su esposa, el 22 de mayo de 1923, víctima de
una Neumonía Gripal, como se le llamaba a la edad de 35 años. Sin embargo, el luto
y la pena fueron muy breves, porque nos enteramos que el 21 de abril de 1924, a
casi un mes de cumplir un año de haber quedado viudo contrae de nuevo nupcias
con Margarita Palomino ¡hermana de su difunta esposa!
La vida en familia
siempre será mejor, y el Poeta Franco parece tener esto muy presente. La
constancia de haber sido consultados esos documentos atestiguan destellos de la
una vida como cualquier ciudadano. Por eso, centrándonos en sus actividades como
escritor, vemos que el 14 de julio de 1932, en el periódico local Plus Ultra,
aparecen los resultados del Primer Certamen Literario, quedando en Primer Lugar
Francisco Beas por su poema “El Epinicio del Águila”, quien obtiene además diez
pesos. Se entregan además tres Menciones Honoríficas, pero sin ninguna
remuneración económica.
Y de aquí en
adelante, en el mencionado periódico Plus Ultra, dirigido por don José Manuel
Ponce Segura a partir de ese mismo año de 1932, aparecen con regularidad los
trabajos de Franco Beas, utilizando a veces el seudónimo Píndaro. Llama la
atención que el trabajo ganador sea publicado hasta finales de octubre.
Sus trabajos están
construidos por endecasílabos, hexasílabos y otras variantes. En ellos se nota
oficio y madurez para la rima de consonantes o asonantes. Destaca la temática
por ser variada, rica en figuras literarias, y desde luego se aprecia mucha
influencia del Modernismo (1890-1910), de poetas como Rubén Darío, Amado Nervo,
Salvador Díaz Mirón, etc. Aunque hay algo muy valioso, no son poemas cursis, chauvinistas
o salpicados de religiosidad provinciana, sino que hay un lenguaje bien
construido, pinceladas filosóficas y de la Metafísica, así como evocaciones al
pasado o a momentos inolvidables.
En algunos refleja
con brevedad discreta su tristeza por el fallecimiento de su primera esposa y años
después de su pequeña hija, víctima de Coqueluche —como llamaban entonces a la
Tosferina—. Son versos llenos de dolor que se impregnan en la mente de quien
los lee.
Pero las dudas, o
más bien el misterio comienzan cuando nos enteramos que Francisco Beas fallece
de Pulmonía el 31 de mayo de 1933, a los sesenta años, siendo sepultado en el
Panteón Hidalgo. Hasta ahí podría decirse que su vida finaliza. Sin embargo,
Plus Ultra no presenta ninguna nota necrológica, y continúa publicando sus
poemas hasta agosto de 1934.
Por ninguna parte
hay alguna nota aclaratoria sobre su deceso, y justo en el día y mes que se
cumple un año de su fallecimiento no se comenta nada. Por otra parte, hay
poemas dedicados a distinguidas damas, al parecer reinas de belleza, una de
Zapotlán y la otra de Tecalitlán. O los versos dedicados a la Poeta Rebeca
Uribe. Es decir, fueron escritos en un tiempo posterior a su muerte. Algo raro,
según parece.
Por último, en
1934 se anuncia la publicación de su libro Lumaquela, del cual no
sabemos si fue o no publicado. Queda también la incógnita si Plus Ultra, sin
ninguna advertencia de por medio se haya dedicado publicar todos esos poemas de
manera póstuma. O, en el último de los casos se trate de un homónimo. Es decir,
que hayan existido dos Francisco Beas. Y que el dedicado a la poesía, el autor
de todos esos versos de un día para otro desapareciera sin dar una explicación.
¿Será eso posible? Quizás nunca lo sabremos, pero por lo pronto está el libro
del Arq. Fernando G. Castolo, para conocer la obra de este Poeta Fantasma.
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