No creo
que la cuestión esté en la felicidad o la infe- licidad. ¿Cómo abordamos los
problemas que se nos presentan? ¿Cómo aprendemos mejor de estos proble- mas, y
cómo transmitimos lo que hemos aprendido a otra gente que deseen estos
conocimientos?
—
Como lo ve Bill, p. 306
En
mi búsqueda de “ser feliz”, cambié empleos, me casé y me divorcié, tomé curas
geográficas y me metí en deudas — financieras, emocionales y espirituales. En
A.A. estoy aprendiendo a madurar. En vez de exigir a la gente, lugares y cosas,
que me hagan feliz, puedo pedir a Dios que me haga aceptarme a mí mismo. Cuando
me abruma mi problema, los Doce Pasos de A.A. me ayudarán a desarrollarme a
través del dolor. La experiencia que gano puede ser un regalo para otros que
sufren del mismo problema. Como dijo Bill, “Cuando llega el dolor, se espera de
nosotros que aprendamos de buena gana la lección que nos deje, y ayudemos a
otros a aprender. Cuando la felicidad llega, la aceptamos como un don, y le
damos gracias a Dios por ella”.
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