Y
hemos cesado de pelearnos con todo y con todos, aun con el alcohol.
—
Alcohólicos Anónimos, p. 84
Cuando
A.A. me encontró, yo creía que me esperaba una lucha, y que A.A. me daría la
fortaleza que necesitaba para vencer al alcohol. Victorioso en esa pelea, quién
sabe qué otras batallas podrían ganar. Pero tendría que ser fuerte. Todas mis
previas experiencias en la vida lo habían demostrado. Hoy yo no tengo que
pelear ni ejercer mi voluntad. Si doy esos Doce Pasos y dejo que mi Poder
Superior haga el verdadero trabajo, mi problema con el alcohol desaparece por
sí mismo. Mis problemas de la vida también cesan de ser batallas. Yo sólo tengo
que preguntar si es aceptación —o cambio— lo que se requiere.
No
es mi voluntad, sino Su voluntad lo que hay que hacer.
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