Víctor Hugo Prado
Ayer
repase algunas notas de una clase de formación ciudadana en bachillerato, leía
que la democracia es un tipo de organización del Estado en el cual las
decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de
participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus
representantes. Que es una forma de gobierno, ―un modo de organizar el poder
político en el que lo decisivo es que el pueblo no es sólo el objeto del
gobierno -lo que hay que gobernar- sino también el sujeto que gobierna (Salazar
y Woldenberg 1993, 15).
Que
en la democracia se fomenta el pluralismo, se permite la competencia
político-electoral, se celebran elecciones auténticas, se respeta el principio
de mayoría y que existe un Estado constitucional. Es decir, que se rige por una
Ley Suprema. En nuestro caso, del sistema jurídico mexicano. La Constitución
fue promulgada el 5 de febrero de 1917 por Venustiano Carranza en el Teatro de
la República de la ciudad de Querétaro. En algún momento, les he dicho a mis
alumnas y alumnos que deben leer la Constitución, que deben saber por sí
mismos, sin esperar a llegar a la clase de civismo, aspectos fundamentales del
país en el que viven, por ejemplo, cómo se protegen los derechos humanos. Que deben
saber que, en su país, está prohibida toda discriminación motivada por origen
étnico, género, edad, discapacidades, condición social, condiciones de salud,
religión, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra que atente
contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y
libertades de las personas.
Que
sepan que, si están en un salón de clase, es porque en la Constitución se ha
establecido que toda persona tiene derecho a la educación. El Estado, señala el
texto constitucional, impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar,
primaria, secundaria, media superior y superior. La educación inicial,
preescolar, primaria y secundaria, conforman la educación básica; ésta y la
media superior serán obligatorias.
Leer
la constitución les dejará un aprendizaje para ser mejores mexicanos,
reconociendo que en sus escuelas la educación que se imparta debe ser
universal, inclusiva, pública, gratuita y laica. Basada en el respeto
irrestricto de la dignidad de las personas. Tendiente a desarrollar
armónicamente las facultades del ser humano, que fomente en la persona el amor
a la Patria, el respeto a todos los derechos, las libertades y la cultura de
paz.
Regreso
a la democracia para identificarla como un manto sagrado que debe cobijar a
todas y todos los mexicanos, respaldada jurídicamente en la Constitución, a la
que debemos mantener gane quien gane la próxima elección del 2 de junio.
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