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COMO LO VE BILL, p. 35
Al
entrar en A.A., escuchaba a otra gente hablar de la realidad de su vida de
bebedor: la soledad, el terror y el sufrimiento.
Al
escucharles más, les oía describir otra realidad muy diferente: la realidad de
la sobriedad.
Es
una realidad de libertad y de felicidad, de intención y dirección, y de
serenidad y tranquilidad con Dios, con nosotros mismos y con otra gente.
Cuando
asisto a las reuniones, me reintroducen a esta realidad una y otra vez. La veo
en los ojos y la escucho en las voces de aquellos alrededor de mí. Trabajando
en el programa, encuentro la dirección y la fortaleza que me hacen posible
hacer mía esta realidad.
La alegría de A.A. es que esta nueva realidad está a mi alcance.
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