Uno de
los personajes más olvidados de esta Ciudad y a quien mucho se le debe porque
fue un luchador social de gran trascendencia en el campo agrario es don Pablo
Luis Juan, zapotlense que nació hacia el año de 1851, hijo de don Lázaro Luis
Juan y de madre no conocida.
Existe
una nota periodística que da cuenta de la forma en que defendía las causas de
sus iguales, indígenas naturales de la antigua Zapotlán el Grande. Es una
protesta enérgica contra el entonces Presidente del Ayuntamiento el Notario
Mauro Velasco, quien tuvo a bien conformar una apócrifa comisión repartidora de
los bienes comunales, encabezada por su suegro don Andrés Cisneros y por otros
personajes "indígenas" que no saben leer ni escribir. Acusa al
Licenciado Velasco, de forma pública, de pretender quedarse con las tierras y
las propiedades que les han pertenecido desde la época virreinal.
En
la época, abril de 1899, Pablo Luis Juan encabeza a la Comunidad Indígena en
calidad de Tlayacanque, junto con los otros cuatro iguales: Carlos Venegas,
Faustino Solano, José C. García y Dionisio López. Después, durante los tiempos
de la creación de los ejidos, Pablo Luis Juan igualmente tiene un desempeño
preponderante en la lucha por reconquistar los espacios comunales que les
fueron despojados y los que, finalmente, se quedaron bajo el dominio del mal
funcionario Mauro Velasco.
Pablo
Luis Juan fallecería a los 96 años de edad, en su domicilio de la calle Hidalgo
número 434, dejando viuda a doña Basilia Gómez. Hoy en día su nombre se
perpetúa en una Escuela Primaria ubicada en el corazón de la llamada Colonia
Ejidal, en esta Ciudad Guzmán.
Reconocer
a estos personajes y ubicarlos en su tiempo y circunstancia, nos permite
alentar la regia identidad de lo que somos y representamos.
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