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viernes, 22 de marzo de 2024

Los hombres de temple desde la perspectiva de Guillermo Jiménez

 



 Fernando G. Castolo

 

En otro apartado del breviario "Zapotlán, lugar de Zapotes" (1933), del coterráneo Guillermo Jiménez (1891-1967), intitulado "Hombres de temple", habla sobre su abuelo el prestigiado abogado don José de Jesús Próspero Jiménez Ulloa y sus amigos generacionales.



Don Jesús Jiménez nació en Juchipila, Zacatecas, hacia 1831; avecindado en Zapotlán, casó con una dama de la alta alcurnia de nombre doña María de Jesús Urzúa Rojas. "... Don Faustino Ugarte y mi abuelo son desde cuando Don Andrés Cisneros, desde cuando Don José María Urzúa, desde cuando Don Rafael Mendoza, desde cuando Don Francisco Alfaro, desde cuando Don Rafael Arias...".


Don Faustino Ugarte Arias nació hacia 1851, hijo de don Esteban Ugarte Vallejo, personaje que fue mayordomo de las solemnidades josefinas en 1861 y Alcalde en 1860; don Faustino fue el original propietario del Hotel "Las Bolas de Oro" (hoy conocido como Gran Hotel Zapotlán). Don Andrés Cisneros Espinoza, zapotlense nacido hacia 1833, fue un importante agricultor y suegro del Notario Mauro Velasco; además, fue Alcalde en 1886. Don José María Urzúa Rojas, agricultor zapotlense nacido hacia 1829, es cuñado del propio don Jesús Jiménez. Don Rafael Mendoza Ochoa, el más prominente terrateniente de la época, nacido hacia 1837; prácticamente era el dueño del valle zapotlense; fue mayordomo de las fiestas josefinas en 1877 y Alcalde en diversas ocasiones entre 1870 y 1881. Don Francisco Alfaro Munguía nació en Sayula hacia 1835, avecindado en Zapotlán donde su prole se relacionó con otros importantes linajes locales.


Finalmente, don Rafael Arias Lambarena era un distinguido hacendado zapotlense nacido hacia 1835, relacionado con el linaje Villanueva; fue mayordomo de las fiestas josefinas en 1874. El propio licenciado don Jesús Jiménez fue mayordomo igualmente en los años de 1885 y 1893, y Alcalde en 1864. La camada de estos "Hombres de temple" del Zapotlán de finales del siglo XIX es interesante y Guillermo Jiménez los honra en este otro fragmento.


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