Sin
duda alguna, una conmemoración capital en la cultura local que, por desgracia,
se ha perdido, es la que corresponde a la Dolorosa. El Viernes de Dolores,
antesala de la llamada Semana Mayor o Semana Santa, recuerda la aflicción por
la que atravesó la angustiada Virgen María al saber que su Hijo estaba a punto
de tomar el más amargo de los cáliz.
Antaño,
en Zapotlán el Grande, era común ver sendos altares confirmados con papel
picado, fruta, velas y flores, en que se disponía a Nuestra Señora de la Soledad
o de los Dolores. En la parte frontal de la finca en que se verificaba el
"encendio", se disponía un arco de carrizo adornado con verdura y con
frutas diversas (todo de temporada). Este arco anunciaba el
"encendio" y, entonces, la gente tocaba y preguntaba: "Llora la
Virgen?" Si al interior afirmaban, entonces la gente se introducía y podía
degustar vasos de agua fresca, o paletas heladas de sabores. Estos obsequios
son la representación inicua de las "lágrimas" de la Virgen.
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