Cuando
nos volvimos alcohólicos, aplastados por una crisis que nosotros mismos nos
habíamos impuesto y que no podíamos posponer o evadir, tuvimos que encarar sin
ningún temor el dilema de que Dios lo es todo o de otra manera Él no es nada.
Dios es, o no es. ¿Qué íbamos a escoger?
—
Alcohólicos Anónimos, p. 53
Hoy
mi elección es Dios. Él es todo. Por esto estoy verdaderamente agradecido.
Cuando pienso que estoy dirigiendo el espectáculo estoy separando a Dios de mi
vida. Yo oro para poder recordar esto cuando me dejo atrapar en mi egoísmo. Lo
más importante es que hoy yo esté deseoso de desarrollarme espiritualmente y
que Dios sea todo.
Cuando
estaba tratando de dejar de beber por mi propia cuenta, nunca pude; con Dios y
con A.A. está dando resultados. Esto parece ser un simple pensamiento para un
alcohólico complicado.
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