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lunes, 26 de febrero de 2024

La marcha rosa: realidades, farsas y excesos



 Pedro Vargas Avalos

           

El domingo 18 de febrero, se llevó a cabo la gran marcha rosa dizque para defender la democracia y el voto libre, anunciada con bombo y platillo por los seguidores de Claudio X. González Guajardo, el incansable impugnador del gobierno de la Cuarta Transformación (4T) que son algo así como 250 organismos -membretes- que alardean representar la sociedad civil. Esos organizadores, advirtieron que para nada participaban los partidos integrantes de la coalición “Fuerza y Corazón por México”, aunque allí estaban solazados dirigencias y cuadros relevantes.



 Este movimiento, viene a ser el tercero a partir del efectuado en 13 de noviembre de 2022, cuando al grito de “El INE no se toca”, casi llenaron el espacio entre el ángel de la independencia y el monumento a la revolución de la capital mexicana: entonces propalaron que habían sido 200 mil asistentes, aunque el gobierno del antiguo DF afirmó que solo fueron 10 mil, y otros observadores aceptaron cifras entre 50 y 60 mil partícipes. El orador estrella fue José Woldenberg, quien en suma llamó para que los mexicanos expresaran rotundo, “no al autoritarismo, … sí a un México democrático”. (Expansión Política, 13-XI-2022). A la arenga, correspondieron nutridos aplausos y vítores de los dirigentes (por sus apodos, Markitito, Alito y Chucho) de la entonces alianza del PRI, PAN y PRD, llamada Frente Amplio por México (FAM).


            La segunda gran marcha rosa auspiciada por Claudio X. González y sus subalternos de la sociedad civil (¿?), fue en febrero 26 de 2023: la organización “Unidos por México 2024″, que aseguró integrar a más de 60 asociaciones, convocó a también a protestar en más de 82 ciudades del territorio nacional y el extranjero. La concentración llevó el nombre de “Mi voto no se toca”, focalizándose contra el Plan B electoral del presidente; la máxima protesta fue el zócalo de la Ciudad de México, a las 11:00 horas, donde se colocó un templete para que algunos de los representantes de las ahora -dijeron- 117 organizaciones convocantes, brindaran discursos y argumentos en contra de la reforma al INE. El orador estelar fue el exministro José Ramón Cossío, adalid de los recursos jurídicos contra la 4T, quien llamó a los ministros de la Corte para reprobar las leyes electorales del plan B. También habló la iracunda periodista Beatriz Pagés, -exdiputada priísta- quien aseveró que con las reformas que contemplaba el antedicho Plan, Amlo y seguidores “pretenden dar paso a una dictadura electoral”. (Baruc Mayen, en Infobae, 27-II-2023). Excitados, los integrantes del todavía FAM, batían las palmas y multiplicaban vivas.





Ahora pues, se llevaba a cabo la tercera gran marcha de las oposiciones, enmascaradas -como lo prueban los hechos- de sociedad civil. En la plataforma erigida en el centro de la capital azteca, tres personajes de reconocido color antiobradorista: Fernando Belaunzaran, rabioso experredista ahora panista; Amado Avendaño V., activista del Frente Cívico Nacional que juzga a Morena como enemiga de la democracia, y la panista fundadora del membrete Sociedad Civil México, Ana Lucía Medina Galindo, quien califica al presidente de sádico mediático, arengaban a la muchedumbre abigarrada, que ellos proclamaban como impresionante y que Enrique Krause, concurrente al acto vestido de paisano y cachucha, calificó como similar a las de 1968 (¡vaya figuración!, semejante a sus ideas); este afamado ingeniero-empresario de la historia-  claramente indicó que el peligro de perder la democracia y la libertad, valores conquistados con sangre, y “que no permitiremos nos los quiten”, tiene su principal riesgo, en  “el autoritarismo del presidente, el despotismo del presidente, la tiranía del presidente” y rubricó, que esa concentración si era un evento político, pero como no veía banderas del PAN, el PRI ni el PRD, “los ciudadanos son los protagonistas de esta marcha”. (X antes twitter, de Reforma, 18-II-2024). Por cierto, como no estaba la gigantesca bandera del zócalo, Leo Zuckerman (notorio antilopezobradorista) aseveró que “era una canallada y pinta de cuerpo entero a López Obrador”; junto a este comentarista, Héctor Aguilar Camín, encrespado explicó ese detalle: el mensaje siniestro del presidente fue, a los manifestantes, “yo estoy blindado aquí, (en palacio) contra ustedes que no son mexicanos y no están bajo el amparo de su bandera”. (Es la hora de opinar, Foro TV, 19-II-2024).


Haciendo un recorrido entre los miles de asistentes vestidos con indumentarias rositas, la mayoría de buena presencia física, tez blanca y porte garboso, taodo observador se podía dar cuenta del talante de ellos. Me da mucho miedo -dice Mari Carmen, señora que porta una pancarta que rotula “El diálogo democrático construye puentes, el autoritarismo levanta muros”- y exterioriza: “me da pavor que el próximo sexenio gane MORENA”; cuando la interroga un youtubero, declara que asiste a la marcha porque tiene pesadilla que los de Morena “Quieran quitar la propiedad privada.”  Por ello, considera que “Xóchitl es la mejor opción por el momento”. (Manuel Pedrero, desde el zócalo, 18-II-2024).


En la plancha del zócalo del antiguo DF, en medio de gritos de “voto libre” y pancartas que repiten “Democracia si, dictadura no”,  un furibundo pancartista, ostenta en su cartel: “Basta de pejendejadas o nos lleva la shienbada” y entrevistado, no revela como llamarse pero  manifiesta que asiste al acaecimiento porque está totalmente en contra “del loco” López Obrador, quien pretende perpetuarse en el poder a través de Sheinbaum; en cambio, Xóchitl es “una gran mujer, bien abusada”, aunque eso sí, todos los partidos le parecen corruptos, y él votará por el que sea menos.  Otro individuo, quien manifestó ser Manuel Torres, despliega una placa con solo letras grandes (4T-VT- ALV), afirma que AMLO es un político que “no está preparado para ser gobernante, …desgraciadamente lo llevó el pueblo, pero el pueblo lo va a quitar”; de ahí que votará contra quien sea, pero en contra de la 4T.





El mosaico de leyendas que esgrimían las personas que concurrieron a la manifestación del domingo 18 de febrero, eran variadísimas; muchas aludían a las encuestas conocidas hasta la fecha (favorables ampliamente en pro de Claudia Sheinbaum), tildándolas de pagadas, por lo que, reprobándolas, clamaban “sí al voto informado”.  Otros asistentes, sobre todo mujeres, manifestaban su temor por el comunismo, que podría imponerse con el lopezobradorismo, o bien otros repudiaban que México -con la 4T- pudiera ser una Cuba o Venezuela. En manos de un grupo, se podía leer un acróstico, que con el nombre Andrés, construían las palabras: A-bsurdo, N-ecio, D-emagogo, R-esentido, E-squizofrénico, S-invergüenza.


Otros cartelones esgrimían la leyenda: La Suprema Corte de Justicia no se toca, o la de “Basta del financiamiento del narco”. Muchos otros letreros, la verdad más que injuriosos al presidente del país, eran irreverencias a la moral y el lenguaje, por sus obscenidades, lo cual desmerece mucho a quienes los portaban, en general güeritos con matiz de fifí, de esas clases que ordinariamente se afrentan de las palabrotas, siempre que las pronuncien necesitados, prietitos o chairos. Como reza un viejo refrán: Lo que en el rico es alegría, en el pobre es borrachera.


“En defensa de la democracia”, fue el título de la marcha del 18 de febrero. Las organizaciones convocantes presentaron un “manifiesto ciudadano” en el que se pidió al gobierno (federal, estatales y municipales) “no meter las manos en las elecciones”, y se acusó a la administración nacional de promover “encuestas falsas para que creas que este arroz ya se coció y que la elección está definida”.





El evento llegó al cenit cuando arribó al templete el orador oficial de la manifestación, Lorenzo Córdova Vianello, precedido por José Woldenberg, santón del ramo electoral; José Ramón Cossío, quien fue ministro gracias a Fox y ahora está en retiro y la abogada Ma. Del Carmen Alanís Figueroa, expresidenta del Tribunal Electoral Federal: todos con el común denominador de tener ligas entre sí, además de jugosa pensión o ingresos elevadísimos, lo que los hace actuar con la tranquilidad de quien ve llover y no se moja. El “seudocaudillo de la democracia”, Córdova, expresó: “nos reunimos en las plazas del país para defender a la democracia y a las libertades y derechos que hoy pretenden arrebatarnos”.  Desde luego que se refiere al “dictador” AMLO (¿?).


Entre alaridos de “Fuera López” que se repitieron constantemente mientras hablaba el ex presidente del INE, señalando “no se vale destruir" las circunstancias, normas, y a las autoridades que validaron la renovación pacífica, apuntando: “No se vale exigir reglas de equidad, siendo oposición, y violarlas sistemáticamente, siendo gobierno, esa deslealtad hoy pone en peligro a nuestra democracia”. Y eso que el orador afirmó: “no estamos aquí para criticar a ningún gobierno”. (¡!)


También el señor Córdoba, rebatió las iniciativas del presidente, ahora tramitándose en el Congreso, prediciendo que, así como se detuvo el Plan A y el Plan B, de reformas electorales, las correspondientes a las propuestas del pasado 5 de febrero, no volverán a pasar por ser un “intento de arrebatarnos o debilitar nuestra democracia”. Eso sí, enfatizó: “las instituciones si se tocan, claro que sí, pero sólo si es para mejorarlas”, jamás para destazarlas, porque sería “robarnos la esperanza del futuro para regresar a un pasado autoritario que con mucho esfuerzo dejamos atrás”.  A la par del discurso, atronaban las exclamaciones de “las instituciones no se tocan” y otra vez “fuera López”. Y se agotó el discurso, más o menos a la media hora de su inicio.


Variadas han sido las opiniones sobre esa multicitada movilidad. El mismísimo orador central (Córdova) dijo: “La democracia tiene quien la defienda. Somos muchas y muchos. ¿Está en riesgo la democracia ¿?  Claro que no, quien eche a tocar las campanas como réquiem para la democracia, nomás no entiende lo que está pasando.” (Lorenzo Córdoba, testimonio en video de YouTube al terminar la marcha). A propósito de asistentes, estos no llegaron a los 700 mil que presumieron las oposiciones, ni los 90 mil que apreciaron las autoridades; el zócalo mide en total 46,800 metros cuadrados y estaba pleno, con las salvedades frente a Palacio Nacional, al lado de catedral, los corredores para desplazarse y las naturales separaciones entre persona y persona, por lo que considerando un promedio de 6 personas por metro, dan un total de 280,800 concurrentes: los números no tienen color y esa es la cifra real.


Xóchitl Gálvez, quien ya quisiera para su proyección una marcha como esa del 18 de febrero, declaró en un video: “Mientras México tenga ciudadanos y ciudadanas que salgan a manifestarse para defender su democracia, que ejerzan su derecho a la libre expresión de ideas, no habrá tentación autoritaria que pueda mandar al diablo a nuestras instituciones” (X, antes twitter, 18-II-24). Eso lo repitió en su registro ante el INE como candidata presidencial, el 20 del mes retropróximo, dedicando sus palabras centrales para atacar al presidente y “su candidata”: es decir, improperios en lugar de conceptos.





El historiador y maestro emérito, Lorenzo Meyer, explicó: En general, yo veo esto más positivo que negativo, pues lo que prueba es que existe real competición de ideas, reunión y democracia: el pluralismo está vivo. La derecha se inventa un demonio en Palacio para sentirse heroica: la oposición afirma que hay una dictadura, y el hecho es que tienen abierto el campo para presentar su proyecto, que a la mera hora no han mostrado. Ayer prevaleció lo que ya es natural para la derecha, decir “no se toca”: la democracia, la Constitución, el voto, el INE, los organismos autónomos, etc. O sea, quieren que el estatus quo que rige, exigen que continúe, lo cual contradice el discurso de Córdova, quien enfatizó no hubiese inmovilismo. (Los Periodistas, Sin Embargo, 19-II-024).


Entre los asistentes connotados, enemigos declarados de la Cuatro T, se vio al hijo del padre del neoliberalismo mexicano, Enrique de la Madrid, personaje central de la campaña de Xóchitl Gálvez. Minerva Hernández Ramos, senadora del Partido Acción Nacional (PAN). Mauricio Tabe, alcalde blanquiazul de Miguel Hidalgo. Marko Cortés, presidente nacional del PAN. Carlos Alazraki, espinoso publicista cercano a los partidos de oposición y Margarita Zavala de Calderón, diputada federal por el PAN y excandidata independiente -fallida- a la presidencia.


Asimismo, se encontraban Tania Larios, secretaria general del PRI de la Ciudad de México y su correligionaria Mariana Moguel Robles, expresidenta del PRI en la capital y aspirante a diputada local; Rosario Robles Berlanga, extitular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) hoy Secretaría del Bienestar, acusada de la cuantiosa “Estafa maestra”. Y desde luego, el singular impulsor del movimiento, el magnate Claudio X. González, cabecilla de organizaciones adversarias de la administración federal, quien, en su cuenta de X, escribió: “La marcha ciudadana por la democracia es una jornada electoral anticipada. Puede ser, debe ser, presagio del 2 de junio en el que México irá a las urnas para defender su derecho a ser libre y dueño de su destino.”


Innegablemente, el acto que comentamos se registró en muchas ciudades de la república y fue una marcha político-electoral. Los tres partidos -PRI, PAN Y PRD- de “Fuerza y Corazón por México” con su virtual padrino empresarial, azuzaron y buscaron sacar ganancia del movimiento: la marcha mentía al decirse que no iban contra o a favor de nadie, empero embistieron a la aspirante de Morena y aliados, detractaron al primer mandatario y escarnecieron su investidura. Por lo tanto, la marcha fue amasijo de realidades, farsas y excesos


Concluyendo: entre los mexicanos hay diversidad, derecho a disentir, concientización y multipartidismo; la marcha fue provechosa porque al llevarse a cabo desmiente lo que la oposición pregona: que hay dictadura, carencia de libertad, ataques a la democracia, etc. En una tiranía, la marcha y los agravios infamantes jamás serían posible, en cambio, la oposición los realiza y sin recato recurre a la mentira (esencia de la antidemocracia), incentivando la polarización a la vez que desplegando “fake news” día a día, incitando incalificable guerra sucia que mancilla y degrada el noble oficio de la política. Esta actitud sórdida, aun cuando no lo crean los auspiciadores de ese movimiento, podrá resultarles contraproducente en las urnas, cuando los votantes, en uso de sus atributos, decidirán quién tiene la razón.


Por lo antedicho y de una vez por todas, entiéndase bien: la democracia mexicana, está más viva que nunca y el venidero dos de junio, pondrá a cada uno en su lugar. El que tenga ojos que vea, y quien posea entendimiento que entienda.


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