Pedro
Vargas Avalos
El 107
aniversario de la Constitución Federal de 1917, registró muchas celebraciones,
pero las estelares fueron: la que se llevó a cabo en Querétaro y la que presidió
en la ciudad de México, el primer mandatario de la República.
En el acto realizado en el teatro de
la república queretano, donde se debatió y aprobó nuestra ley de leyes, la secretaria
de Gobernación afirmó que las iniciativas para modificar la Carta Magna buscan
reencausar el sentido social que se le impuso por el Constituyente de 1916-17, puesto
que, en el camino hasta la fecha, especialmente en la etapa del neoliberalismo
(desde Miguel de la Madrid hasta 2018) se habían desvirtuado. La joven
funcionaria -María Luisa Alcalde- citó muy pertinentemente una frase del diputado
Francisco Zarco, que en mucho explica la lejanía del poder judicial en relación
con el pueblo y su cometido de aplicar la ley: “la impartición de justicia ha
sido propiedad de los sabios con título”.
En su turno, el ministro de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) presente -Alberto Pérez Dayán- por
delegación que le hizo la presidenta de la Corte (Norma Lucía Piña Hernández)
por cierto muy criticado tras su indebida y apresurada actuación para invalidar
la Ley Eléctrica (el pasado último de enero) norma general de suma importancia
para México, con solo dos votos (él sufragó dos veces), en vez de haberlo hecho
en el pleno de la SCJN o al menos haber llamado a otro ministro para completar
la sala, que funcionó con cuatro, por excusa de uno. Con su voto repetido,
inclinó el asunto a favor de las grandes empresas que lo promovieron, en detrimento
de la autonomía energética de la república. Decíamos que, en su oportunidad de
hablar, este abogado afirmó, citando al constituyente jalisciense Paulino Machorro:
“…el magistrado no es igual al diputado o al senador: el magistrado es
radicalmente distinto”, en lo cual tiene razón, pero lo que deben entender es que
son parte del Estado mexicano, a nombre del cual administrarán una justicia
pronta, expedita y de esencial función social, aspectos que no cumplen la
mayoría de los miembros de la Corte. Sobre ello, admitiendo a verdad de que
nada ni nadie está por encima de la Constitución, los ministros deben ceñirse
estrictamente a tal principio, lo cual no es cierto, pues se desempeñan
soberbiamente sobre la Carta Magna, por ejemplo al conocer ramos que tienen
vedados (como leyes electorales), autorizar funciones contra la ley (como en el
caso del Instituto Nacional de Transparencia, INAI, que acordaron actúe su
pleno con 4 integrantes, uno menos de los 5 prevenidos legalmente) o invalidando
normas por meras cuestiones de trámite procesal, suplantando al poder
Legislativo; y para no alargar la lista, al no obedecer el articulo 127 sobre su
sueldo (ingresos) que debe ser menor al del presidente del país, pero se
despachan con la cuchara gorda al obtener impúdicamente, hasta 4 veces más.
Para terminar el comentario sobre
este “super ministro”, citamos su enunciado de que siendo tres los poderes constitucionales,
todos son igualmente de origen democrático. Esto es plenamente discutible, pues
a ellos -los miembros de la SCJN-, no los elige la ciudadanía, como sucedía en
las constituciones de 1824 y 1857, sino que por una fórmula tramposa de los
presidentes después de Carranza, inventaron la que esencialmente da el papel de
forjador de ministros, al senado y al primer magistrado de la nación. Y eso,
será trámite constitucional, pero en sustancia, no es democrático, y mucho
menos las sentencias que emiten los señores jueces de cualesquiera jerarquías,
como sostiene este prepotente jurisconsulto, quien encaja en la expresión del admirado
Francisco Zarco: “sabio con título”.
Aun
cuando las reformas previas al texto supremo se deben evaluar en el contexto histórico
en que se le incorporan, las iniciativas que presentó el actual Presidente, se distinguen
porque podrán ser debatidas profundamente, lo cual no se hacía en las ocasiones
anteriores, cuando la voluntad del mandamás nacional en turno y la
incondicionalidad del partido tricolor, permitían con suma facilidad alterar la
Constitución. Como afirma la abogada, analista
sociopolítica y maestra, Vanesa Romero Rocha: de las 20 iniciativas, tenemos
dos grupos, las controversiales y las negociables.
En
efecto, la del grupo inicial, son las que implican cambios a la estructura del
Estado, como transformar profundamente al poder judicial, adscribir la Guardia
Nacional (GN) a la Secretaría de la Defensa (SEDENA), la supresión de algunos
organismos constitucionalmente autónomos y la reforma eléctrica; en
consecuencia, serán de materia de sesudos estudios y crudas discusiones.
Enseguida vendrían las iniciativas negociables, que implican ampliación de
derechos o beneficios para los mexicanos, como otorgar pensión a personas mayores
de 65 años (ahora es obligatorio a partir de los 68, aunque López Obrador
acordó incluir a los de 65 o más años), a los discapacitados, becas a los
estudiantes, y algunos programas como sembrando vida, o de apoyo a jóvenes
aprendices, etc. Aquí se engloban también los derechos de nuestros pueblos
originarios, y algo muy trascendente, el garantizar que el salario mínimo
siempre sea arriba de la inflación, a la vez que médicos, enfermeras, maestros,
soldados, policías, etc., gocen de un ingreso igual al del término medio de los
afiliados al IMSS (poco mas de 16 mil pesos mensuales), lo que es justísimo e
inaplazable que se alcance.
Al
meditar sobre las propuestas antedichas, tal como afirmó la analista mencionada
y ratifican muchos comentaristas, no cabe duda de que el mandatario saliente,
hizo una jugada maestra, pues especialmente con el segundo grupo de
iniciativas, si la oposición no las aprueba, casi casi se hará un “harakiri”
electoral. Ya sabemos que esa práctica nipona, es un suicidio consistente en
autodestruirse las entrañas.
Quizás
por lo anterior, políticos avezados como el panista Damián Carmona, declararon
que todas las propuestas reformatorias, deben estudiarse cuidadosamente, y las
que salvaguarden derechos o beneficien a las personas, se les deberá apoyar.
Las demás se podrán discutir, buscar adecuaciones o si se quiere, rechazar,
pero bien fundamentadas esas denegaciones.
Esa
adecuada actitud de un destacado antagonista del gobierno, debiera ser el
sistema que las oposiciones asuman, y no simplemente la de reprobar todo lo que
emane de Palacio Nacional o del lopezobradorismo, tal como se han venido manifestando
con su entrampado bloqueo legislativo, los guías del prianismo (que congloba al
alicaído perredismo). De continuar en esta actitud de censura total, estos
adversarios de la Cuatro T, no solo incumplen su obligación de trabajar por
México, sino que conspiran contra sus propios futuros, pues indudablemente, la
ciudadanía lo tomará en cuenta para cuando emita su voto el 2 de junio. Y todo
mundo estamos conscientes de la caída tremenda que han sufrido por su orden, el
panismo, los tricolores y los del sol azteca: los primeros, que ya solo
gobiernan en cinco entidades federativas, los segundos (o sea, los ahora seudo
revolucionarios del PRI) porque de plano están de capa caída (tienen dos
entidades por coalición) y los perredistas, que, sin mayores ambages, están a
punto de perder su registro.
Así
pues, este paquete de iniciativas lanzadas el reciente aniversario de la
Constitución, son un verdadero latigazo con repercusiones de diversa índole, ya
que el tema está a flor de labio en la república entera, y en cuanto a los
efectos, son de matices no solo sociales, políticos y jurídicos, sino que por
el momento que vivimos, de incidencia espaciosa en el renglón electoral, cuya fecha
cumbre será el no tan lejano dos de junio.
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