No
estamos curados del alcoholismo. Lo que en realidad tenemos es una suspensión
diaria de nuestra sentencia, que depende del mantenimiento de nuestra condición
espiritual.
—Alcohólicos
Anónimos, p. 85
La
fantasía alcohólica más común parece ser: “Con que sencillamente no beba, todo
estará muy bien”. Una vez que se me aclaró la niebla, vi —por primera vez— el
desastre en que se había convertido mi vida. Tenía problemas familiares,
económicos, legales y profesionales; tenía dudas provocadas por viejas ideas
religiosas; había aspectos de mi carácter a los que tenía tendencia a hacer la
vista gorda porque fácilmente me podrían haber convencido de que era un
desahuciado y haberme impulsado nuevamente a escapar.
El
Libro Grande me servía como guía para solucionar todos mis problemas. Pero no
sucedió de la noche a la mañana — ni tampoco automáticamente, sin que yo
hiciera un esfuerzo. Siempre tengo que reconocer la misericordia y las
bendiciones de Dios que brillan a través de cualquier problema que tenga que
enfrentar.
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