Salvador Encarnación
Terminó,
por fin, el periodo de precampañas presidenciales dejando en la ciudadanía un
cansancio por la abundancia mediática. Este espacio, dirigido a los militantes
y simpatizantes de cada partido o coalición, fue, de hecho, encaminado a toda
la población. Una advertencia de destinatario se colocó en algún sitio del
mensaje y con eso cumplió la ordenanza del INE.
El periodo de precampaña fue difícil
para Xóchitl Gálvez, la representante de la coalición “Fuerza y corazón por
México” formada por los otrora enemigos políticos: PRI, PAN y PRD. Hicieron un
mal arranque en donde la precandidata ganó por una encuesta que ahora sabemos
con certeza, fue ficticia. Un “acuerdo mafioso”, lo calificó López Obrador. Marko
Cortés, el presidente del PAN, dio a conocer ese documento firmado por los
dirigentes nacionales de los partidos en donde se asienta que: “El Partido
Revolucionario Institucional conducirá y siglará la gobernatura (SIC) del
Estado de México y Coahuila en el año de 2023; mientras que el Partido Acción
Nacional siglará y conducirá los procesos de 2024 de la Presidencia de la
República y la Jefatura de Gobierno de la ciudad de México”. La encuesta,
entonces, fue una faramalla y para ello se prestaron Santiago Creel Miranda por
el PAN y Beatriz Paredes Rangel por el PRI, entre otros.
A este mal comienzo se sumaron
otros. Deslices de doña Xóchitl al calcular mal sus porcentajes (presume su título
de ingeniera) o al referirse mal de sus antiguos enemigos, ahora coalicionados
de precampaña. El colmo, en su mitin en el Monumento a la Revolución se apagó
el teleprónter y ella se quedó sin discurso. Y peor. El día del cierre, en la
plataforma le pusieron varias pantallas ídem y fue la risa los comentaristas.
El desgaste de los partidos que la
apoyan ha hecho que en sus discursos se apoye en la sociedad civil. Salieron
las listas de aspirantes plurinominales al senado y cámara de diputados y, oh sorpresa,
se anotaron los mismos de siempre: Marko Cortés, Ricardo Anaya, Lili Tellez,
Alejandro Moreno, etc. Y la tan nombrada sociedad civil no aparece por ningún
lado.
Las encuestas ubican a la señora
Gálvez en un lejano segundo lugar. Dos a uno de las intenciones del voto:
60-30. Sus discursos están llenos de lugares comunes y ataques a López Obrador.
Él es, a su decir, el culpable de sus números bajos. En las entrevistas
televisadas los periodistas le han remarcado su mal desempeño. Ella no escucha:
su mal es por culpa de AMLO; insiste.
A cuatro meses de las elecciones,
cada vez más da la impresión, la señora Gálvez, que su batalla está perdida y
que los partidos políticos están más interesados, desde el inicio, en conservar
su registro y ganar lo más en el poder legislativo.
El periodo de precampañas fue tiempo
mal utilizado por Xóchitl Gálvez. Dos a uno es mucha distancia. A ese mal
tiempo ella sonríe que más bien parece risa de nervios. Cumple a la perfección
el refrán: a mal tiempo buena cara. O, en otras palabras: mal y de buenas.
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