Don
Vicente Preciado Zacarías elevó un hermoso clamor en aquella velada majestuosa
en que, celebrando a la ciudad, le fue otorgado un reconocimiento a doña
Margarita Palomar Arias viuda de Mendoza. En su intervención trajo para sí, y
lo compartió con el auditorio, el minicuento de Julio Torri intitulado “La
balada de las hojas más altas”:
«Nos
mecemos suavemente en lo alto de los tilos de la carretera blanca. Nos mecemos
levemente por sobre la caravana de los que parten y los que retornan. Unos van
riendo y festejando, otros caminan en silencio. Peregrinos y mercaderes,
juglares y leprosos, judíos y hombres de guerra: pasan con premura y hasta
nosotros llega a veces su canción.
Hablan
de sus cuitas de todos los días, y sus cuitas podrían acabarse con solo un
puñado de doblones o un milagro de Nuestra Señora de Rocamador. No son bellas
sus desventuras. Nada saben, los afanosos, de las matinales sinfonías en rosa y
perla; del sedante añil de cielo, en el mediodía; de las tonalidades
sorprendentes de las puestas del sol, cuando los lujuriosos carmesíes y los
cinabrios opulentos se disuelven en cobaltos desvaídos y en el verde
ultraterrestre en que se hastían los monstruos marinos de Böcklin.
En
la región superior, por sobre sus trabajos y anhelos, el viento de la tarde nos
mece levemente.»
Hace
veintidós años, en la Sesión Solemne de Ayuntamiento en que fue presentado el
Primer Informe de Gobierno del entonces Presidente Luis Carlos Leguer Retolaza,
sería leída la última contestación que se diera en la historia de Zapotlán. Sí,
la contestación al informe, que no es otra cosa más que la evaluación que la
parte legislativa realiza en torno a la glosa que fue presentada por la parte
ejecutiva.
La
contestación del informe presentado en el Casino Auditorio Municipal el viernes
3 de diciembre de 2001 (fecha luctuosa para Zapotlán, puesto que fenece el
ilustre coterráneo y escritor Juan José Arreola Zúñiga), estuvo a cargo del
regidor don Vicente Preciado Zacarías.
Aquella
contestación es un hermoso opúsculo en que se reflexiona sobre la verdadera
dimensión del ejercicio constitucional; es una breve cátedra sobre la capacidad
de “almar” una labor cuya naturaleza es el servicio al semejante, un tender la
mano al vecino, un obsequio humano y espiritual sobre los más vulnerables, un
enriquecer la dimensión por lo que se es y se piensa.
Don
Vicente Preciado Zacarías expone y desglosa, magistralmente, el tema de la
contestación con la asistencia de la exquisita prosa de su amigo Arreola:
“Empobrecimos a la patria, pero cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de
enriquecerla, pagando las deudas de amor que le debemos, a costa de nuestro
propio interés… La patria de la provincia está a salvo si la salvamos en cada
uno de nosotros”. Por ello, acota el también Maestro Emérito de la Universidad
de Guadalajara: “… la democracia no se trata de elegir a los mejores
gobernantes, sino de eliminar a los malos gobernantes”.
Zapotlán
es el color mezclado de todos los partidos representados dentro del
Ayuntamiento en un sólo matiz: el impávido color del cielo de Zapotlán; el oro
opulento de sus campos de cosecha y el verde color de la esperanza de las
riveras de su laguna, termina emocionado don Vicente su contestación. Los
nutridos aplausos hicieron temblar aquel majestuoso recinto. Yo lo ví: había
lágrimas en los rostros emocionados con aquellos corazones henchidos.
Nunca
más habría de realizarse este protocolo dentro de las presentaciones de los
informes de gobierno.
Hoy,
la democracia le ha volteado la cara a la gran sensibilidad con que debiera de
convocarnos para hacer un sólo frente a las complejas adversidades que
enfrentamos como sociedad.
Don
Vicente Preciado Zacarías legó a la institución gubernamental una hermosa
lección que es necesario retomar. La impronta de la magnífica fronda de don
Vicente, esas ramas cargadas de su vasto follaje ―aristocracia del espíritu,
lujo del alma― “en la región superior, por sobre sus trabajos y anhelos, el
viento de la tarde todavía las mece levemente…” Ahí está su trascendencia y su
mejor herencia, como las hojas más altas.
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