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jueves, 25 de enero de 2024

La partida de un notable de Zapotlán: Juan Ávila

 



 Fernando G. Castolo
El Volcán/Guzmán



La mañana del jueves, 25 de enero de 2024, me sorprendió con la noticia del fallecimiento de un entrañable amigo y maestro: don Juan Ávila Hernández. Pero, ¿quién fue este personaje? Nacido el 8 de julio de 1941, en la Hacienda de La Higuera, municipalidad de Tuxpan, Jalisco, hijo de don Juan Ávila Ramos y doña Ernestina Hernández. Desde temprana edad se trasladó con su familia a radicar a la antigua Zapotlán el Grande. Hombre de gran temple que, en las aromáticas maderas, encontró su vocación y, con ello, su sentido trascendente.




Sí, laboró gran parte de su vida en la Unión Forestal de Atenquique y, quizá, ahí nació su pasión. En los años noventa del pasado siglo, finalmente, la sociedad se asoma a su magnífico trabajo artístico. De burdos cedros emergían bellas piezas que seguían las curvas y los desperfectos naturales de la materia prima.


Muchas de sus representantes estaban inspiradas en desnudos o en personajes abstractos trabajados al cubismo en tercera dimensión. Sus manos eran las de un alquimista que realizaba la magia de la transformación. El oficio, dijo, lo aprendió con el maestro ebanista don José Luis Villalvazo Ramírez, de quien embebió conocimientos para dar forma, contenido y mensaje al trozo de madera.





En 1993 recibió la distinción de "Personaje del Año" por el medio periodístico ES, La Voz del Sur. La escultura fue la vida de Juan, como si en la sangre llevase la rabia y la desesperación de los acontecimientos que dejan huella en la historia de la humanidad. Arreola, amigo de Ávila, emocionado por la belleza de su obra, escribiría: "Juan Ávila se talla cuerpo a cuerpo con la madera y labra con todas sus manos el cuerpo de esta madre original, materia mater y materna. Y descifra lentamente las vetas del cedro y la caoba, del fresno y de la encina, para decirnos lo que lleva dentro, mediante oficio sutil de gubias, formones y buriles...".


En el año 2006, ya imposibilitado para trabajar (debido a un penoso accidente), en un acto de sensible humildad, dona a perpetuidad gran parte de su obra al Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara, depositándose sus piezas en la Casa del Arte, espacio en donde es posible apreciarlas.


Hoy, ha partido uno de los Notables de Zapotlán. Que sirvan, pues, estas humildes líneas para honrar a este excelente ser humano, gran artista y entrañable amigo.





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