Fernando G. Castolo
Los murales, por supuesto, eran exclusivos para admirarse por la clase intelectual de la época. Poco a poco este concepto fue radicalizando ese aprisionamiento que experimentó una de las expresiones más públicas que han revolucionado pensamientos y los han hecho más libres. Vendría un interesante "boom" con la praxis de los llamados "grafiteros", quienes, en los últimos años del anterior siglo, expresan sus ideas y tratan de enarbolar una identidad en los muros de la ciudad.
Claro que en aquella época ésto era penado y mal visto. Un buen día, los particulares, cansados de repintar sus fachadas, ofrecen un breve espacio para las "expresiones". El hoy llamado "arte urbano" ha dado como resultado interesantes propuestas que aspiran a mantener un diálogo que enarbole un sentido de pertenencia, de identidad, en donde se recurre a temas como la conciencia histórica, ecológica y social.
Da gusto observar que no únicamente las instituciones culturales y educativas son provistas de murales de gran calidad, sino que las mismas calles, las grandes explanadas y los parques lineales son un excelente lienzo para invitar a que se expresen los sentimientos de los jóvenes, y no tan jóvenes, creadores del arte urbano.
Se ha visualizado un marcado radicalismo en los últimos treinta años. La gente es más tolerante ante el arte urbano que sigue siendo la principal herramienta para celebrar o reprochar las conductas sociales de nuestra actualidad.
El arte aprisionado en las cúpulas culturales, hoy en día ha retomado sus originales principios: un asomo a lo que fuimos, a lo que somos y a lo que aspiramos como sociedad. Ello ha representado un camino nada fácil para quienes iniciaron con esta revolución, muchos de los cuales hoy en día son una voz autorizada y un referente artístico en la plástica local.
*Historiador e investigador.
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