… al hacer cualquier
petición específica, nos convendrá añadir las palabras: “… si
esa es tu voluntad”.
— Doce Pasos y Doce Tradiciones,
p. 100
Yo simplemente pido durante el día que Dios me dé
la mejor comprensión de Su voluntad que yo pueda tener para ese día,
y que se me conceda la gracia para cumplirla. Según transcurre el
día, puedo hacer una pausa cuando me encuentro en situaciones que
debo enfrentar o con otras decisiones que debo tomar, y renovar la
simple petición: “Hágase Tu voluntad, no la mía”.
Siempre
debo tener en mente que en todas las situaciones yo soy responsable
del esfuerzo y Dios es responsable del resultado. Puedo “desprenderme
y dejárselo a Dios” repitiendo humildemente: “Hágase Tu
voluntad, no la mía”. La paciencia y la perseverancia en buscar Su
voluntad para conmigo me librarán del dolor producido por las
expectativas egoístas.
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