Rafael
Martínez Rodríguez
El poder judicial ha sido el “peor enemigo” de la 4T, poniendo orden constitucional a las decisiones y ocurrencias del Presidente de la República, desde la declaración de inconstitucional la anexión de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa, hasta anular la Reforma Electoral que pretendía quitar autonomía al INE, todo lo anterior con apego a la constitución.
La llamada cuarta
transformación al muy estilo vengativo que la ha caracterizado,
termino esta semana por desaparecer derechos laborales de los
trabajadores del poder judicial federal, guardados en los
fideicomisos que se tenían presupuestados.
En el equilibrio
de poderes la balanza esta desequilibrada, pues es notorio que la
cámara de diputados y senadores bailan al son que les toque el mismo
Presidente de la República, encontrando únicamente resistencia en
el poder judicial, mismo poder que ha guardado decoro al proteger la
carta magna de las locuras presidenciales.
Al Presidente se le
olvida que es un representante del pueblo, pero su mareo de poder lo
hacen creerse emperador, un emperador que puede hacer y deshacer
leyes, que puede cambiar todo el rumbo político y económico del
país de la noche a la mañana sin medir consecuencias; el poder
judicial lo acorrala en el marco de la ley y es ese marco que Él
Presidente considera que ofensivo y estorboso, pues cada decisión
equivocada la tiene que enmendar el poder judicial atreves de
declaratorias de inconstitucionalidad, generando enojo en el
representante de la 4T, que desde el poder Legislativo construyo una
venganza en contra de los trabajadores del poder judicial, provocando
enojo, división y polarización, misma estilo de siempre de la 4T.
Al inicio de la administración de la 4T, con acoso de la
unidad de inteligencia financiera provoco la renuncia histórica de
un ministro de la suprema corte de justicia de la nación, realizando
una investigación apócrifa, rompiendo la presunción de inocencia y
cuartando el derecho de defensa de un ministro, por lo que provoca la
salida de Medina Mora; sintiéndose victorioso el Propio Presidente
de la República, le toca proponer un nuevo ministro y creyendo
falazmente que podría manipular al poder judicial desde su interior,
se encontró con unidad y fuerza dentro de ese poder, no pudiendo
minar ni hacer sus caprichos como lo hacer con el poder legislativo.
Se acaba la administración de López Obrador y al no poder
generar manipulación a sus intereses desde el poder judicial, decide
quitarles más de $15 mil millones de pesos, para enviarlos a su
clientelismo electoral disfrazado de programas sociales, por lo que
el próximo año los derechos de los trabajadores al servicio de la
justicia del país se verán afectados, así como la impartición de
justicia, pero eso no importa mucho para el presidente pues la
fiscalía de la república no ha servido más que para perseguir a
los opositores de la 4T, por lo que tener un poder judicial
deficiente no afecta a los intereses del Presidente.
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