Tal
vez una de las recompensas más grandes de la meditación y la
oración es la sensación de pertenecer que nos sobreviene.
—
Doce Pasos y Doce Tradiciones, p. 103
¡Eso es lo que es
— pertenecer!
Después de una sesión de meditación
supe que ese sentimiento que estaba experimentando era una sensación
de pertenecer, porque me sentía tan relajado. Me sentía más
tranquilo en mi interior, más dispuesto a descartar pequeñas
irritaciones. Apreciaba mi sentido del humor. Lo que también
experimento en mi práctica diaria es el puro placer de pertenecer a
la corriente creadora del mundo de Dios.
Qué propicio es para
nosotros que la oración y la meditación estén inscritas en nuestra
manera de vivir en A.A.
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