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jueves, 2 de noviembre de 2023

Literatura Dedicada a la Muerte


 

                                                                       José Luis Vivar 



Dicen que al momento de nacer, es cuando más cerca estamos de la muerte. Esto no es casualidad, Octavio Paz señalaba que toda persona que viene al mundo lo único seguro que tiene es su propia muerte. Hagamos lo que hagamos, al finalizar morimos. A veces de forma sorpresiva y otras, en lenta y dolorosa agonía. Podrá sonar extraño, pero en verdad la muerte es una democracia absoluta. No tiene más que un estatuto que consiste en decirnos hasta aquí, y eso significa someterse y aceptar que es hasta aquí.




Desde los tiempos en que el ser humano habitaba en las cavernas la muerte estuvo presente. Entendió que su presencia era algo inevitable. Por eso algunos le tuvieron miedo y otros la hicieron en su aliada. No obstante, se convirtió en una entidad antagonista de quien daba el soplo de la vida. 


Fue así como llegó a convertirse en un personaje, primero de leyendas contadas en la noche alrededor de una fogata. Tiempo después, cuando fue posible inmortalizar las palabras a través del cincel sobre las piedras, enseguida utilizando el papiro y otros materiales, hasta llegar al papel, la muerte adquiere cuerpo, rostro y un abanico de nombres. 


La Literatura la integra a sus historias porque la inmortalidad no pertenece a los seres humanos sino a los dioses. Morir es la terminación de una vida, es el final de finales.





Desde la antigüedad, en todos los pueblos del mundo, tanto los libros sagrados como los que no lo son, hablan de la muerte, con lo cual se demuestra que a nadie le resulta ajena o indiferente. 


Abreviando la Historia, con la aparición de los géneros literarios en la cultura helénica, da inicio el camino de las Letras, y sobresalen ejemplos que hoy son referentes en la Literatura. Bastan mencionar La Ilíada y La Odisea de Homero para entender que los conflictos existenciales de quienes vivieron en la antigüedad son en esencia los mismos que seguimos padeciendo. Y que entre bondad y maldad se encuentra la muerte esperando una oportunidad para realizar su trabajo.


Pero es con la aparición de La Divina Comedia de Dante Aligheri, que se abre una perspectiva distinta a lo que significa la vida después de la muerte. El poeta florentino establece rutas para las almas que abandonan este mundo, y vayan al lugar que les corresponde, de acuerdo a su comportamiento ético y moral que tuvieron mientras vivían.


Infierno, Purgatorio y Gloria son escenarios donde los participantes de los dos primeros sufren, y los terceros gozan de la eternidad. Una de las lecciones de este extenso poema es que no hay descanso para los pecadores ni felicidad gratuita para las buenas personas. La trascendencia del alma hace ver a la muerte como la puerta que conduce a la otredad, a lo que no estamos seguros de concebir. 





Para William Shakespeare en cambio la muerte es una veta infinita, una posibilidad para explorar la conciencia y las emociones de hombres y mujeres, lo mismo nobles y aristócratas que simples mortales. Se sirve de la muerte como desenlace trágico en Romeo y Julieta, o como punto de partida y venganza en Hamlet. En las obras del poeta de Avon el acto de morir es más que un símbolo, es una constante. 


En otro tenor, podemos atestiguar cómo en las páginas de Don Quijote de la Mancha, su autor Miguel de Cervantes expone y reflexiona en torno a la muerte. De hecho, el personaje principal, don Alonso de Quijano muere al final, aunque su fallecimiento es una metáfora porque deja en libertad el espíritu aventurero del personaje principal. 


Avanzando en el tiempo, destacan otras obras de gran importancia que ilustran el binomio Literatura/Muerte. Ante la falta de espacio me resta señalar tres autores de la Literatura Universal que tratan este tema en una forma tan especial que sin proponérselo han establecido paradigmas que lo mismo han servido como influencia o plagio en otros escritores. 


Mary Shelley, autora de la novela Frankenstein relata las vicisitudes del Dr. Víctor -del apellido que da título al libro-, quien no solo quiere revivir a un muerto, sino que al ir formando un nuevo ser, utilizando distintas partes de cadáveres termina por traer a la vida una criatura abominable de la cual se avergüenza y arrepiente. Las muertes de sus seres queridos en manos del monstruo, llenan de amargura y tristeza al hombre que se atrevió a desafiar a la muerte. 


Otra notable novela es Pedro Páramo de Juan Rulfo, cuyo atractivo principal es el coro de personajes que relatan sus vivencias y padecimientos en torno a ese hombre de piedra por su crueldad y ambición, que al igual que ellos es un muerto. Sin embargo, lo más interesante es que todos en esta historia también están muertos, aunque algunos como Juan Preciado lo ignora, por eso no se explican por qué no puede conducir su caballo a Sayula.


Como punto final a este periplo se encuentra Cementerio de Mascotas de Stephen King. Novela que retoma el tema de la resurrección en el pasaje bíblica de Lázaro. Como en otras obras mencionadas, el reto de vencer a la muerte es tomado por un padre afligido que vio a su hijo pequeño morir aplastado por un tráiler en la carretera. 


Sintiéndose culpable por la desgracia que lastima a su familia recurre a realizar un rito prohibido, una acción condenable que pone en riesgo la salvación de su alma.
Detrás de un cementerio de mascotas se encuentran vestigios de un antiguo panteón indio, donde según cuentan, todo cuerpo inanimado que es enterrado en ese lugar regresa con vida.


Pese a las advertencias de un viejo que le ha contado de ese lugar, y de un joven fantasma, el hombre no se detienen y sepulta el cadáver de su pequeño hijo. 





Sin embargo, lo que regresa no es un niño inocente sino un ser diabólico que en vez de devolver la alegría a la familia, siembra el terror y la muerte de todos sus integrantes.


La Ficción como elemento vital de la Literatura permite conocer cada día nuevas propuestas sobre el tema de la Muerte. Aunque debe reconocerse que también algunas veces se repiten viejos esquemas. 


Pero independientemente de eso, la búsqueda de muchos autores por darle una explicación al final biológico humano deja entre ver que la angustia de saber que la vida humana tiene un límite los motiva a inventar o a explicarse por qué no podemos ser eternos o por qué no podemos regresar de la muerte. 


Mientras sigan existiendo esas dudas, tendremos sufren te material para seguir leyendo, para seguir imaginando. 




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