Fernando
G. Castolo*
Todavía recuerdo las peregrinaciones octubrinas en que los colaboradores de la Mueblería Industrial "Villa Rosa", contingente encabezado por don Paco Barragán, como era conocido, desfilaban con exquisitos muebles que donaban a la curia local. Muchas bancas de nuestra hoy Catedral salieron de esa fábrica, así como la hermosa sede episcopal, sitial de los Obispos, que conserva una artística ebanistería con representaciones de iconografía devocional zapotlense.
A pesar de la gran opulencia que representó la empresa para Ciudad Guzmán, en la que promocionaban que la gente se trasladara hasta la tienda en carros de sitio y el costo lo cubrían ellos, así como los sorteos anuales en que obsequiaban casas amuebladas a los clientes, al final, todo quedó en nada.
El patrimonio se perdió de forma acelerada y don Paco y doña Lolita nada pudieron hacer para evitarlo. Acabaron hacinados en una fracción de su gran casa-habitación, a la que recurrían con frecuencia almas generosas que les acercaban alimentos. Sea, pues, esta breve reseña un humilde homenaje al gran don Paco Barragán y a su recordada mueblería "Villa Rosa".
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