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viernes, 3 de noviembre de 2023

Esfinge/ Rebeca Uribe. Primavera de 1933

 

Dibujo de Rebeca Uribe, por José Clemente Orozco. 



J. Manuel Ponce Segura



El periódico Plus Ultra de Ciudad Guzmán, Jalisco, publicó esta reseña “Esfinge” con fecha 8 de julio de 1933, escrita por su director J. Manuel Ponce Segura. En este periódico, de corta duración, de 1931 a 1934, colaboraron principalmente los miembros de Grupo Cultural “Cervantes Saavedra”. Entre ellos destacan: Alfredo Velasco Cisneros y María Cristina Pérez Vizcaíno.



Esta reseña es relevante porque el libro que analiza fue el primer libro de Rebeca Uribe, de mismo título que la reseña, y es ahora inconseguible.

Esta escritora, nació en Sayula, Jalisco, el 8 de mayo de 1911. Fue registrada, como hija de padres no conocidos en el Registro Civil. Ese mismo día fue bautizada y en este documento se asienta que es hija de Eloiza Mondragón. Años después, 18 de marzo de 1928, su señora madre la reconoce legalmente y cita el nombre del padre, Raúl Uribe. Rebeca Uribe falleció en la Ciudad de México, de forma trágica, el 14 de agosto de 1949.


La reseña y los datos del periódico fueron proporcionados por el cronista de Zapotlán el Grande, Fernando G. Castolo.


Salvador Encarnación




En este libro de versos de ritmo original y amable, ha vaciado Rebeca Uribe, delicada poetiza jalisciense, toda la desilusión y la nostalgia que ha traído a su corazón de mujer sensitiva y espiritual, el recuerdo de un amor fallido que marcó en su vida honda huella sentimental.


    “Esfinge” es un verdadero breviario de amor, donde a través de la cadencia brillante de las composiciones, se siente que palpita el temperamento pasional de su autora, que herida por la realidad dolorosa de la vida, lanza al viento sus canciones saturadas de una tristeza infinita, pero plenas también de juventud gallarda y fuerte.


    Le caracteriza el mismo ardor erótico que distingue a las poetizas Juana de Ibarborou y Rosario Sansores, pero ha sabido singularizarse escogiendo el verso libre, donde su admirable intuición artística ha encontrado posibilidades enormes de expresión, que seguramente con el tiempo llegará a perfeccionar, sobre todo al ensayar en nuevos temas, que dadas sus facultades desarrollará en forma impecable.





Es digna de encomio la valentía y la alteza de pensamiento de Rebeca Uribe, al despreciar por inútiles los prejuicios, atenta sólo a traducir en forma bella, los sentimientos que la embargan, diciendo sin embajes (sic) lo que trae dentro del corazón.


Hay versos que sorprenden por su belleza intrínseca y por la sensibilidad enorme que acusan, como “Primavera”, en que se interpreta magistralmente el ardor pasional que pone en los corazones la estación florida:


¡Hay en la tierra

florecimientos,

y la quimera

pone cimientos

de realidad,

en tu ansiedad!


.. ….. …..

Y el alma toda

plena de anhelos,

como invadida

de hambre de besos

tiene locura

de primavera.

O en “Dolor”, que pinta la nostalgia de una alma enamorada pero sin su amante pero sin su amante, que siente satisfacción íntima de no poder ser olvidada:


las mismas palabras

que escuchó mi oído:

¿Juramentos hechos

en locos momentos,

mentiras creídas,

en horas dichosas

las está diciendo

quedo a otro oído!


.. ….. …..

Sólo me consuela

pensar que te engañas,

que esta misma angustia

que me pone mustia

y el alma me hiela,

la tendrán impresa

los ojos que miras,

la boca que hoy besas!”.


El libro sin duda alguna gustará mucho a la juventud, quien en sus páginas encontrará la expresión genuina de sus sentimientos, dichos con un sentido estético y con una sensibilidad tan exquisita, que colocan a esta poetiza de un golpe entre los buenos líricos amorosos. 




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