… El temor le dice, “no
te atrevas a hacerlo”.
Doce pasos y doce tradiciones,
p. 46
¡Cuán frecuentemente en mis días de bebedor yo
evitaba una tarea sólo porque me parecía muy grande! ¿Es de
extrañar entonces que, aun estando sobrio por algún tiempo, actúe
de la misma manera cuando me enfrento a lo que parece ser un trabajo
monumental, tal como hacer sin miedo un minucioso inventario moral de
mí mismo? Lo que descubro, después de llegar al otro lado —cuando
ya he completado mi inventario— es que la ilusión era más grande
que la realidad. El temor de enfrentarme a mí mismo me paralizaba y,
hasta que no estuviera dispuesto a poner el lápiz sobre el papel, yo
estaba bloqueando mi crecimiento a causa de algo intangible.
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