Existe un encadenamiento directo entre
el examen de conciencia, la meditación, y la oración. Cada una de
estas prácticas por sí sola puede producir un gran ali- vio y
grandes beneficios.
— Doce Pasos y Doce Tradiciones, p.
96
Si hago primero mi autoexamen, entonces tendré, sin
duda, la suficiente humildad para orar y meditar — porque veré y
sentiré la necesidad de hacerlo. Algunos prefieren empezar y
terminar con la oración, dejando un intervalo para el autoexamen y
la meditación, mientras otros empiezan con la meditación, esperando
el consejo de Dios respecto a sus aún desconocidos o no reconocidos
defectos. Hay todavía otros que hacen su trabajo por escrito y
terminan con una oración de alabanza y gratitud. Estas tres cosas
—el autoexamen, la meditación y la oración— forman un círculo
sin principio ni fin.
Dondequiera o comoquiera que empiece,
acabo llegando a mi destino: una vida mejor.
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