Víctor Hugo Prado
Han iniciado las precampañas electorales para la presidencia de la república. La ventaja de arranque posiciona a Claudia Sheinbaum como la puntera frente a la elección de junio de 2024, con diferencia de entre 14 y 22 puntos con respecto a Xóchitl Gálvez, dependiendo de la casa encuestadora.
¿Cuáles son las condiciones a favor o en contra de las dos contendientes mujeres? Me centraré en ellas, porque no tengo la menor duda que la próxima presidenta será una mujer. Claudia Sheinbaum tiene la protección del jefe de la nación, de un partido que se ha posicionado en las preferencias del electorado en el país, el respaldo de 21 gobiernos locales de las 32 entidades federativas, lo apoyan también cúpulas empresariales y dos partidos que no bajan su votación del cinco por ciento, lo suficiente como para marcar la diferencia en una contienda de competencia cerrada. No se ve cómo reducir su posición puntera.
No obstante, ella no tiene el carisma de su jefe, no es su
jefe; pero está más que convencida que debe actuar a imagen y
semejanza del jefe. No por nada en cada plaza en cada reunión, en
cada evento repite el clásico “no robamos, no mentimos, no
traicionamos”. En los hechos, si han robado, ahí está Segalmex;
si han mentido, ahí están las 103 mentiras en promedio por mañanera
según Spin de Comunicación Política; y si han traicionado, ahí
está Guerrero abandonado a su suerte. Y sobre ella, podrán pesar
los resultados de políticas fallidas como la de salud o la de la
seguridad pública en un país incendiado.
Sobre Xóchitl Gálvez, quien arrancó como un fenómeno político, que logró amplia visibilidad, generando vastas expectativas, desde cuando fue a tocar la puerta que no le abrieron en Palacio para ejercer un derecho de réplica. Representó al personaje fresco, de respuestas ágiles y acertadas, la que sumó la esperanza de cambio, la que se movía en bicicleta, con recursos para recrear la imaginación usando inteligencia artificial, el personaje sin apego a los partidos políticos tradicionales, la de lenguaje llano, claro y directo que en su gobierno no habría rateros, ni pendejos, ni huevones.
Las
desventajas son los partidos tradicionales que la propusieron, la
poca presencia territorial de gobiernos estatales. La poca capacidad
mostrada por un equipo de campaña que no se nota para organizar y
asesorar. Para evitar que diga y haga desfiguros, las limitaciones
para hacer alianzas con ciudadanos y clases medias. Le han restado
presencia en medios y quizá también del apoyo empresarial.
Así
arranca una disputa en una precampaña disfrazada de campaña, que
bien podría ser la lucha de David contra Goliat, al tiempo lo
veremos. Por lo pronto, vaya razonando el voto, para que ejerza
libre, secreto y universal.
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