martes, 7 de noviembre de 2023

Acapulco: drama, solidaridad y politiquería


Pedro Vargas Avalos


El Estado Libre y Soberano de Guerrero, cuya ciudad más importante es el afamado puerto de Acapulco de Juárez, (la capital es Chilpancingo de los Bravo) viene a ser una de las 32 entidades federativas que integran nuestra patria, la cual por cierto, se identifica generalmente como México, pero su nombre oficial es el de Estados Unidos Mexicanos, denominación que se debe gracias al jalisciense Luis Manuel Rojas, quien, siendo presidente del Congreso Constituyente de Querétaro (1917-1918), logró que así se aprobara, venciendo la opinión de algunos diputados que proponían se llamara nuestra nación, República Mexicana.




Desde el punto de vista territorial, Guerrero (llamado así en honor del gran insurgente Vicente Guerrero) es por su tamaño, el 14 de las 32 entidades, considerando que Chihuahua es el número 1 y Jalisco, el séptimo Estado por su dimensión. En cuanto a su origen, sus caudillos (como Juan Álvarez, por cierto, el primer gobernador) intentaron crearlo desde 1840, pero no fue sino hasta 1849 -27 de octubre- cuando se erigió, siendo su superficie producto de la unión de varias comarcas de los estados de México, Puebla y Michoacán; su capital inicial fue Iguala. En cuanto a población, ocupa el lugar 13°, teniendo en cuenta que el Estado de México, es el primero, en tanto que Jalisco viene a ser el tercero.

El feraz cuanto escabroso Guerrero, ha sido un suelo sufrido desde su nacimiento. No solo el hecho de tener gran litoral conocido como Costa Grande y Costa Chica, teniendo como parteaguas al hermoso Acapulco, es factor de los fenómenos atmosféricos, penalidades que constantemente se han registrado en la Entidad, (como ahora con el huracán “Otis”) sino que también es propicio para los movimientos telúricos y lo que es peor, para las reyertas políticas, que más bien son politiquerías. Sin embargo, invariablemente sale avante, gracias a la solidaridad tanto de sus habitantes, como de todos los mexicanos.






Con motivo del destructivo ciclón clasificación 5, bautizado como “Otis”, que azotó a la joya guerrerense -el pasado 25 de octubre-, que es Acapulco y otros municipios (como Coyuca de Benítez) aledaños, hemos presenciado que los dramas que padecen reiteradamente el puerto y su región, generan actos elocuentes de solidaridad nacional, pero a la vez, muestran lo mezquino de muchos de los actores político-económicos del país. Las oposiciones al actual gobierno, han tomado como bandera el triste suceso, y atacan sin cuartel al primer mandatario federal, a la virtual candidata presidencial obradorista y a todo lo que huela a partidarios de la Cuarta Transformación (4T). Su contrariedad es virulenta, obsesiva y lamentablemente, fabricada con muchas falsedades. Como dice el periodista Federico Arreola: “Politizar Acapulco, insultar a AMLO, calumniar al Ejército, deportes nacionales por excelencia”. Es decir, ya no es la charrería nuestro deporte más distintivo, sino el de hacer politiquería con la desventura, pero ahora con un objetivo más específico: “politizar la tragedia para calumniar a AMLO y a las fuerzas armadas”. (SDP noticias, 30-oct-2023).

En un rápido recuento de comentócratas que han condenado al Presidente, a Claudia Sheinbaum y sus simpatizadores, podríamos anotar a: Carlos Marín, de Milenio, quien borroneó en su colaboración: “Agandalle oficial del auxilio civil”; Salvador García Soto, el de Serpientes y Escaleras de El Universal: ”AMLO, mezquino, enojado y autoritario ante la tragedia”.

El director de Nexos, la revista fundada por el historiador Enrique Florescano, opinador orgánico y gran beneficiario de los regímenes neoliberales (Héctor Aguilar Camín) escribió calumniosamente: “Vemos a un presidente irritado, que quiere controlarlo y callarlo todo, y que no ha convocado a lo elemental: la solidaridad de la nación con la tragedia que cruza por Acapulco” , lo cual es soberana mentira, pues todos hemos presenciado como hasta a pie, AMLO visitó la zona damnificada y dictó medidas para enseguida anunciar una veintena de iniciativas para los guerrerenses, a la par que manifiesta y agradece la solidaridad del pueblo.






En “Excelsior”, el otrora diario de la vida nacional convertido -como el Reforma- en vocero de la reacción, su funcionario Pascal Beltrán del Río, escribió con inquina: “La tragedia de Acapulco ha dejado en claro que (lo de AMLO) es la grilla, la polarización y el cálculo electoral”. Y se le suma en “El Financiero”, un irredento panista, Juan Ignacio Zavala (hermano de Margarita la de Calderón), quien furibundo garrapatea: “A la desgracia que viven los acapulqueños y sus vecinos…, hay que sumarle la de tener a un merolico en la presidencia al que solamente le importa hablar de él”. Y podríamos seguir agregando escribidores de hígado infectado, tales Ricardo Alemán, Enrique Aranda, Leo Zuckerman, Raymundo Riva Palacio, etc.

Por su parte, AMLO expresó: Todo el presupuesto, (no solo lo que era el limitado FONDEN, que la oposición cita como panacea) si es necesario, para levantar a Acapulco y zonas siniestradas. Mostró su reconocimiento al pueblo mexicano por sus aportaciones; a la CFE porque a diferencia de otros países (entre ellos Estados Unidos, que cuando el ciclón Katrina, en agosto de 2005, duró dos meses en restablecer la electricidad) a la semana había rehabilitado el 90% del fluido. Y merece mención especial, además de la gente, el ejército y armada, junto a la Guardia Nacional que, en suma, con más de 19 mil elementos, ayudan en el restablecimiento del orden y lo dañado.

En las acciones emprendidas, anunciadas el uno de noviembre por el primer mandatario, debemos destacar: Apoyar a los familiares de quienes perdieron la vida por el huracán e intensificar la búsqueda de los desaparecidos; adelantar dos meses, desde el próximo lunes 6, el pago de todos los Programas de Bienestar: pensión a adultos mayores, a personas con discapacidad, becas, apoyo a productores, pescadores, a jóvenes, etc. Junto a lo anterior, diez mil jóvenes más del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, se contratan desde ya, para realizar labores de limpieza, construcción, pintura y otras actividades, con una remuneración del equivalente a un salario mínimo. Por lo que ve a las becas para estudiantes de nivel básico, se duplicarán de 45 a 90 mil.






A las familias afectadas, se les exenta pagar el servicio de luz y de energía eléctrica, de noviembre de 2023 a febrero de 2024; asimismo, no se cobrarán impuestos desde octubre pasado al mes de febrero próximo; igualmente, se les entregará una canasta básica de 24 productos alimenticios por semana, lo que involucra a 250 mil familias damnificadas. También se otorgarán a partir del inicio de noviembre, a todos los hogares, ocho mil pesos para limpieza y pintura. Y a las viviendas afectadas recibirán desde 35 mil pesos hasta 60 mil pesos, según sus daños y con apego al censo que, hasta el uno del mes actual, llevaba censados 50 mil hogares, donde a cada uno, se entregará paquete de enseres domésticos, con cama, estufa, refrigerador, ventilador y una vajilla.

De notable trascendencia, es que se entregarán préstamos a damnificados, sin intereses, y en cuanto a empresas dañadas, se absorberá la mitad de intereses en créditos para la reconstrucción. Algo muy singular, es el hecho de que el gobierno federal destinará del presupuesto actual, 10 mil millones de pesos para el abastecimiento y mejoramiento de las líneas de distribución de agua, drenaje, arreglo de calles, alumbrado público, hospitales, escuelas; se van a mejorar los dos aeropuertos y otros servicios. En total, la cantidad que, por lo pronto, se destina a las víctimas del huracán “Otis”, rebasa los 61 mil millones de pesos, con lo cual muy pronto presenciaremos el resurgir de Acapulco y de Guerrero en general.

Es algo probado, que este huracán fue de manera imprevisible, un fenómeno destructor, lo cual es afirmado por científicos de Estados Unidos y la UNAM. Pero la tragedia permitió probar que la respuesta del pueblo, ha sido magnifica, y la intervención gubernamental, eficaz. Los críticos de la administración federal, volvieron a equivocar sus movimientos, sin advertir que la politización de las desgracias perjudica a quienes la ejercitan; en este caso, destacan los opositores y muy especialmente, la comentocracia. Ojalá que unos y otros reflexionen, sin abandonar sus legítimas posiciones, pero conduciéndose con rectitud, humanismo y solidaridad patriótica, pues debemos entender que todos estamos en la embarcación que se llama México, a la cual, sin lugar a dudas, si actuamos hombro con hombro, habremos de hacer que arribe a feliz destino.


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